Bahía Blanca | Martes, 30 de abril

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Gardel, la voz que cantará eternamente

¿Cuántas anécdota, historias, a parte de las ciertas, se han escrito acerca de Carlos Gardel en los últimos 75 años? Muchísimas. Su nombre está hecho en partes de realidad y mito, aunque al cumplirse hoy 75 años de la desaparición física del cantor, es posible tener una visión más clara de su recorrido por el camino de la vida.

 ¿Cuántas anécdota, historias, a parte de las ciertas, se han escrito acerca de Carlos Gardel en los últimos 75 años? Muchísimas.


 Su nombre está hecho en partes de realidad y mito, aunque al cumplirse hoy 75 años de la desaparición física del cantor, es posible tener una visión más clara de su recorrido por el camino de la vida.


 Aunque se han hecho cientos de investigaciones para indagar las causas del fatal accidente de Medellín, queda aún el misterio de lo que en realidad pasó aquella tarde amargamente inolvidable, el 24 de junio de 1935.


 Cualquier espacio disponible resulta insuficiente para hacerle justicia al artista, su vida, su recuerdo y una forma de cantar eternamente sin igual.

Un domingo, en París




 Marie Berthe Gardes Camarés era una joven de origen humilde, estatura baja, algo pasada de kilos, lento caminar y voz apacible. Amaba las plantas y las aves.


 Había nacido el 17 de junio de 1865 en la tranquila Villa de Toulouse, en los Pirineos franceses, departamento de la Haute-Garonne, Francia. Hija de Jean Gardes y Hélene Cinegonde Camarés.


 Berthe Gardes tenía 25 años cuando se relacionó sentimentalmente con un coterráneo de nombre Paul Lasserre, quien murió de hepatitis el 20 de diciembre de 1921. La joven desafió a los padres, que se oponían al noviazgo y las relaciones se complicaron cuando Berthe quedó encinta y Paul la abandonó.


 La joven Berthe, rechazada por los puritanos moradores del Toulouse de entonces y por su familia, se vio obligada a enclaustrarse, pero decidida, eso sí, a traer al mundo al fruto de su amor.


 En las últimas horas del 10 de diciembre de 1890, Berthe, ya con dolores de parto, fue llevada de su domicilio en el número 4 de la calle Cano d'Arcole, al número 78 de la calle Reclusane, a un centro médico: el hospital Saint Joseph de la Grave. Y a las dos de la madrugada del 11 de diciembre de 1890, domingo, daba a luz a una hermosa criatura que fue traída al mundo por la partera Jenny Bazin.


 La madre, de inmediato, puso nombre al niño: "Charles Romuald Gardes".


 Días después de su nacimiento, el niño fue inscripto en la página 314 del libro, asiento 2481 del Registro Civil de Toulouse. En la copia de la declaración de nacimiento el nombre figura como Charlee y no Charles.


 Su padre Paul no lo reconoció por lo que Doña Berthe asumió así totalmente a su hijo, sin embargo quedaba asentado en el acta de reconocimiento (22 de diciembre de 1890) el estigma que madre e hijo guardarían como un gran secreto durante más de cuarenta años":... "hijo de padre desconocido".

Hacia esa Buenos Aires querida




 Berthe Gardes desafío todas las críticas y se dispuso a criar a su hijo. Cuando éste tenía 2 años y 2 meses, el 12 de febrero de 1893, embarcó en el vapor Dom Pedro en el puerto de Burdeos. Con 27 años, Berthe emprendió la travesía hacia la desconocida Buenos Aires, Argentina en compañía de su hijo Charles Romuald Gardes y allí comenzaron a desarrollarse los primeros tiempos de un despierto niño.


 Los biógrafos de Carlos Gardel han sido discretos al referirse a la madre del que sería astro mimado de todos los públicos. Ella siempre calló, aún ante sus íntimos amigos. Y, al parecer, quienes se interesan por Gardel prefieren recordarla como "una mujer que luchó por educar a su único hijo".


 El 10 de marzo de 1893, después de casi un mes de travesía, Berthe y Charles llegaron a Buenos Aires. Una nueva etapa en el camino de sus vidas ahora en la Argentina, estaba por comenzar.


 Sin duda, una de la influencia más importante en los comienzos musicales de Carlos Gardel fue la de Esteban Capot quien le enseñó a tocar la guitarra. A los 13 años Carlos ya tocaba y se acompañaba, y hasta acompañaba a su madre por el 1903. Se dice que Carlos heredó la voz de doña Berta, quien cantaba en francés con una voz melodiosa, dulce y afinada.


 El niño Gardel era un muchacho ágil y despierto. Su madre lo inscribió en el Colegio San Estanislao y allí fue un estudiante sobresaliente.


 También estuvo en el Colegio San Carlos, donde comenzó a cantar en veladas escolares y sus notas fueron todas excelentes. Se cuenta que en ese colegio, Gardel sostuvo un "mano a mano" con Ceferino Namuncurá y el futuro "Rey del Tango" quedó segundo frente al beato de la Iglesia Católica. Eso provocó que, muchos años después, al recordarse el episodio, se dijera: "Había que ser santo para ganarle a Gardel".

Un zorzal emprende vuelo




 Carlos Gardel, muy joven, aprendió distintos oficios. Tenía 14 años cuando ya trabajaba como utilero de teatro, aprendiz de joyero y tipógrafo-linotipista.


 La verdadera vocación del muchacho, sin embargo, estaba en el arte: la canción y la composición. Comenzó a frecuentar lugares bohemios musicales y diferentes cafés, especialmente en la zona del Abasto, hasta que estableció amistad, en 1911, con el uruguayo José Razzano. Este era el ambiente que respiraba asombrado el joven Gardel a quien los amigos llamaban "el Francesito".


 Para la época ya se acompañaba primitivamente con la guitarra y comenzó a frecuentar los cafés y restaurantes situados en los alrededores del "mercado del Abasto".


 A sus veinte años, Carlos Gardel tenia conciencia de sus capacidades artísticas y con un profundo afán --que lo acompañó toda su vida-- de buscar la perfección en el arte de cantar, aspiraba a lucirse lo mejor que podía en cada presentación.


 Gardel llegó a convertirse en el ídolo del barrio, y su presencia era indispensable en la vida bohemia musical del sector.


 En 1908, en el café de "Los angelitos" conoció a José Betinotti, payador famoso. Y Carlos para lucirse, le cantó su canción más conocida "Pobre madre querida". Cuando término de cantarla, Betinotti emocionado lo abrazó diciéndole: "¡Bravo pibe, con vos se acabaron los payadores!". Y así fue: José Betinotti fue el último payador. Aquella noche Betinotti lo bautizó como "un zorzal".


 Y de aquí nació el "Zorzal Criollo" que cantaría, cada día mejor, y por toda la eternidad.

Una vida para la canción




 No es sencillo resumir la vida artística de Carlos Gardel, más si ésta está íntimamente amarrada con su vida privada.


 Se puede señalar que desde su nacimiento hasta su encuentro con José Francisco Razzano ("Pepito el Oriental") en 1911, fueron decisivas las influencias que recibió en el mundillo del Abasto y la calle Corrientes.


 Fueron también estos años de su infancia y adolescencia, en los que moldeó su carácter y descubrió el mundo de la calle.


 En los cuatro siguientes años Carlitos adoptó su nombre artístico, debutó en su discografía y se vinculó con Razzano hasta 1916, año en que el dúo hizo su irrupción en los teatros de Buenos Aires.


 Hasta el '20, tomó verdadero impulso en el profesionalismo con tres pasos fundacionales en su historia artística: los discos de 1917, la filmación de Flor de durazno y el estreno del primer tango-canción: Mi noche triste (1917).


 En la mitad de 1920, diferentes hecho de índole personal lo llevaron a buscar cambios tanto en su vida privada como artística: anunció su primer noviazgo oficial con Isabel Martínez del Valle, joven "de su hogar" que ayuda a Carlos a dejar atrás los bajos fondos, la prostitución y la noche; regularizó su situación legal de inmigrante y tomó conciencia de la importancia de la imagen, al tiempo que el dúo alcanza una gran popularidad.

El destino en sus manos




 Hasta cerca de los años '30, Gardel tomó el mando artístico del dúo, al mismo tiempo se consolidó como el intérprete número uno del tango cantado. Viajó a España, y luego de que Razzano se retirase, afianzó su carrera como solista e incrementó su número de grabaciones.


 Hizo su debut radiofónico, triunfó en Francia y se dispuso al gran salto profesional de esa década, cuando hizo los primeros cortometrajes de sus canciones en Buenos Aires y filmó películas en Europa.


 Entre el '34 y '35 fue "Gardel en Nueva York". Cantó en radio y filmó sus más queridas y notables películas.


 Pero 1935 fue también el año fatal. Incluyó una gira por algunos países de Latinoamérica: Puerto Rico, Venezuela, Curacao, Aruba, y terminó con el trágico desenlace en Medellín, Colombia, cuando tenía planeado visitar Cuba y México.


 Desde el 24 de junio de ese año, el cantante "que tenía una lágrima en la garganta" murió, renació y resucita cada año para esta fecha.

El estilo inigualable




 Ya por el año 1910 la fama del "Morocho del Abasto", aludiendo a su tez a pesar de que era blanco blanco, sus ojos oscuros y su retinta cabellera, se difundía en todos los barrios de Buenos Aires.


 A pesar de que no había tenido una educación profesional de la voz, la intuición y capacidad de observación artística le permitió aprender en los contactos.


 Gardel tenía registro de barítono, con una extensión de dos octavas. En sus comienzos cantaba en un tono que no le resultaba cómodo pero resolvía el problema con facilidad. A Carlos le gustaba siempre, el camino más difícil para cantar. Su singular timbre pastoso, un ligado perfecto de las notas musicales y la casi increíble sonoridad le daban una proyección única.


 Se tomaba muy poco tiempo para respirar y evitaba las pausas efectistas. Un crítico, una vez, escribió: "Cantaba (Gardel), como quien tira sin apuntar. Pero siempre daba en el blanco".
con cantantes líricos cuando trabajaba como utilero en el teatro Apolo, así conoció al famoso barítono español Luis Sagi --Barba, uno de sus ídolos--, de quien tomó los puntos exactos de la voz abaritonada, en magnifica asimilación, como algunas técnicas sobre la forma de dosificar la respiración al cantar.



 Asimismo, "El Zorzal" aprendió de los payadores que conoció, y a los últimos, asimilando lo mejor de cada uno de ellos. A Gabino Ezeiza le aprendió el gusto por el folklore argentino; a Arturo Nava --el autor de El carretero, una de sus favoritas-- la importancia de la voz bien timbrada; a Pedro Garay, la técnica para cantar a dos voces y a José Betinotti el cantar expresando sentimientos y matizando cada palabra. Es en esta etapa cuando decide hacer una pequeña variación en el apellido y cambia la "S" de Gardes por una "L", considerando que la pronunciación "Gardel" mejoraba la sonoridad del nombre".


 Carlos Gardel no era buen guitarrista. Puede observarse, aún en sus películas, que en ocasiones iniciaba su propio acompañamiento y luego dejaba a sus compañeros apoyando, él, sus manos sobre la boca de la guitarra.


 Gardel tampoco sabía música. Silbaba las melodías y éstas eran pasadas al pentagrama por especialistas. Gardel era todo voz.