Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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El kerosene

Tercera entrega del especial de YPF en Bahía.

Texto: Mario Minervino

Antes de la consolidación del gas como combustible adecuado para cocinas y para calefaccionar hogares, había otro combustible clave para atender esas acciones. Hablamos del kerosene, líquido inflamable generado con la destilación del petróleo, a mitad de camino entre la nafta y el gasoil., denso y duradero, de gran valor energético, ideal para estufas y lámparas. Hasta entrados los 70 fue un combustible de enorme demanda.

Por eso eran habituales las largas colas que se generaban para conseguir el producto, situación que de manera especial se ocupó de atender YPF mediante la colocación de varios surtidores en distintos barrios de la ciudad.

Uno de los más concurridos es el que manejaba Luis Cienfuegos, en la vereda del Mercado de Abasto de calle Donado al 100, donde era común se formara una extensa fila de mujeres, niños y ancianos con botellas y latas de hasta dos litros, máxima cantidad que se vendía por persona.

Había otro despacho en Alsina al 300, propiedad de Juan Vallasciani, uno en la Cooperativa Ferroviaria de calle Rondeau al 600 y una motobomba, a cargo de Manuela Z. de Pantaleone, en Brandsen al 200.

Ante la gran demanda insatisfecha YPF comenzó una importante política de expansión, para disponer de surtidores en los barrios de la periferia, hasta entonces obligados a concurrir al centro para conseguir el combustible.

En la década del 70 la situación quedó controlada con un exitoso “operativo kerosene”, que incluyó la puesta en operatividad de 22 nuevas bocas de expendió y la ampliación de la capacidad de almacenaje. Kerosene YPF se convirtió en la solución tan esperada.