Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Con Esteban Mancini, la fiebre “amarilla” volvió a contagiar en la Aldea

Más de 14.000 personas fueron testigos del nuevo título del "Patito", que se vio facilitado por el vuelco tempranero de Claudio Roth.
Merecidamente, el medanense Esteban Mancini defendió el "1" que consiguió en la temporada pasada.

Gonzalo Martínez

gmartinez@lanueva.com

Los brazos en alto de la gente de la recta principal al momento del paso del podio móvil y el saludo de cada uno de los pilotos de la final al cabo de la misma dieron muestra una vez más de la sencillez del nuevo bicampeón de la categoría.

Esteban Mancini lo hizo de nuevo tras culminar sexto en la última final del Campeonato Estival, en una definición que se opacó por el vuelco de Claudio Roth en la séptima serie.

Si bien el azar y las bolillas le hicieron un guiño en la repartija de cajones de las series -le tocó la cuerda de la cuarta-, el desafío estaba a su lado con Monteros y Urretabiscaya. Una primera curva prolija, después de una largada que no fue la mejor, le permitió afianzarse y cumplir su tarea.

El quiebre llegó en la séptima batería. Roth tuvo una prueba de fuego largando al lado de Gabriel Schiebelbein, pero Cecconi los madrugó y se fue a la punta. Y en el afán de superarlo por afuera a Carroña, el Ruso se calzó, dio una vuelta y cayó sobre las 4 ruedas.

En las semifinales, el desempeño de los candidatos (Patito y Oso) fue similar. Por ende, y a pesar de que el campeonato parecía cosa juzgada (a Mancini le alcanzaba con terminar o que el Oso no gane) había que esperar.

El midget siempre es impredecible. Pero a la inteligencia y a la calidad conductiva no hay con qué darle.

En la final, Kevin Altamirano lo corrió a Caputo, que tuvo una buena partida por afuera, y luego de estudiarlo lo suficiente le cambió la trayectoria y se hizo de la punta. Otro resultado que premia el gran certamen de la familia Altamirano.

Una multitud

Transitar por la zona aledaña al Héctor Evaristo Plano fue un verdadero desafío. Las arterias principales del sector alto de la ciudad fueron testigos de la fiebre que se vive -y se repite- todos los años en la antesala de la última fecha.

Los que quisieron conservar su lugar en lo alto de la recta principal comenzaron a llegar a las 16.30 al estadio, cuando ni siquiera la tranquera estaba abierta.

Progresivamente, y con anticipación, se dio el arribo de las 14.000 personas que colmaron el 100% de la capacidad del estadio -incluso de la platea-.

La banda le puso sonido a una previa que concluyó con un show de fuegos artificiales de 10 minutos, posterior a la conferencia de prensa de los máximos aspirantes a la corona.

Después fue tiempo de carreras. Y allí, no hubo margen para las sorpresas, porque Esteban Mancini volvió a mostrar su nivel conductivo.