Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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“Titi” aún no le baja la bandera a su tarea en el taxi

Evaristo lleva 44 años en su oficio. Un “vasco” que acumula kilómetros de historias junto a la gente.
Arruebo, en la parada ubicada en la plaza General Belgrano.

Claudio Falzoni

cfalzoni@lanueva.com

Su voz es inconfundible cuando atiende el teléfono. En los 42 años que lleva como taxista, Evaristo “Titi” Arruebo recorrió miles de kilómetros. También condujo un camión que transportaba fruta. Su raid se inició desde muy pequeño cuando llegaba a caballo a la escuela --hizo hasta cuarto grado--.

En cada bajada de bandera, su lema es ser cordial con el pasajero que, en muchos de los casos, le cuenta cosas muy importantes de su vida diaria.

Este "vasco·, de 78 años, vivió muchos años en el campo donde aprendió a sembrar y cosechar. Su abuelo Eugenio Arruebo fue uno de los primeros pobladores de Punta Alta,

“Titi” expresa a La Nueva que tiene una muy buena intuición en la vida y muchos reflejos en el volante --es muy creyente--.

En el primer caso, su aporte fue clave para el esclarecimiento de un resonante caso policial que se produjo el 12 de noviembre de 1995: la detención de Carlos Alberto Lapuchesky, por entonces tenía 18 años, autor del asesinato del taxista Luis Enrique Sender, a quien le asestó 20 puñaladas, en Alem al 1200.

Recuerda que Lapuchesky -–se lo sindicó como un enfermo mental--, en el propio velatorio del malogrado trabajar del volante --oriundo de Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires-- se hizo pasar por un reportero de la Nueva Provincia.

“Me respondió así cuando le pregunté quién era. Conocía a todos los periodistas, pero a él no. En ese momento, vestía un pantalón de color blanco. Noté que tenía unas mañchas pequeñas”.

“También se acercó a la extensa caravana de taxistas que acompañó el cortejo fúnebre hasta el paraje Las Oscuras. Ello aumentó mis sospechas sobre el joven", manifestó.

Reflexiona que el asesino siempre está cerca de la escena del crimen.

Sostuvo que en el barrio Fonavi, un personaje, con una gran fama de "pesado", no le quiso pagar el viaje.

“El llevaba una radio en su poder. Cuando le pido que me pague no lo hace. Entonces, le digo que deje el aparato en el automóvil. Lo hizo y nos bajamos del auto. Luego se escucharon, en plena noche, fuertes gritos. Los propios vecinos juntaron la plata para que retornara la calma”.

El actual presidente de la Asociación de Taxistas Unidos dice que, gracias a Dios, no tuvo serios accidentes que lamentar en su profesión.

Relata que aprendió a reflexionar ante situaciones difíciles que debió afrontar. “Una persona me solicita que le lleve con rapidez porque había perdido el micro a Buenos Aires, en la terminal. Salimos y cerca de Pehuen Co, en horas de la noche, se cruzó un toro. Por un milagro no chocamos. El animal luego siguió su camino".

Los gajes del oficio

"Titi" comenta que también tuvo otro sinsabores.

“Una estudiante me pide que la lleve a la ciudad de La Plata porque quería visitar a su familia. Cuando llegamos no la quisieron recibir. Entonces, regresamos. La chica no tenía dinero para pagarme. No habíamos comido ni bebido nada a pesar de recorrer tantos kilómetros. Me dio pena y bronca la situación y compré una gaseosa y galletitas”.

Dice que con muchos esfuerzo pudo mantener a su familia hasta que logró el sueño de comprar un legajo y ser dueño del taxi. Admite que su memoria es muy buena porque recuerda todos los modelos y las patentes de los automóviles que tuvo.

Recuerda a los seres queridos no están a su lado, por la ley de la vida. Y se siente gratificado por el reconocimiento que le de dispensa a diario la gente.