Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Dos noches de baile, alegría y color en los corsos 2016

El balance de la fiesta es positivo, tanto por el marco de público como por el despliegue de las comparsas. Sergio Soler / ssoler@lanueva.com

La máxima fiesta carnestolenda de Punta Alta, con dos jornadas realizadas exitosamente entre el domingo y lunes pasados, ha dejado numerosos aspectos dignos de ser considerados en un balance parcial.

El primero de ellos, irrefutable, es que se trata de la fiesta popular más trascendente de nuestra identidad rosaleña. Por tal razón, la afluencia de espectadores ha sido multitudinaria y no es exagerado estimar --si bien no se ofrecieron cifras oficiales-- que se cuentan en más de diez mil personas cada noche.

El segundo es la seriedad y el empeño con que cada agrupación que desfila impone a su porpuesta artística, dentro de sus posibilidades.

En tal sentido cada participante ha demostrado lo mejor de si tras un trabajo que demandó tiempo y esfuerzo para salir al ruedo.

Desde Villa General Arias lo hizo Iberá, con integrantes de todas las edades y una batucada pequeña pero bullanguera.

Desde la Nueva Bahía Blanca vino, como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos años, La Murga de la Abuela, la más numerosa formación de frenéticos bailarines y saltimbanquis. Con bombos, platillos y zurdós, y murgones recitadores y cantantes mostraron su propuesta carnavalesca rioplatense, la única de su tipo en el distrito.

Willca Tusuy, en tanto, bajó parte de la cultura del altiplano, con melodías de saya y coreografías de caporal para recordarnos que también hay otros carnavales en La Argentina.

Kádiz, con varios años de desfile en la ciudad y la región, presentó dos coreografías, la de sus pasistas y bailarines y la de su efervescente batucada.

Zamba Libertad, una batucada entre musical y actoral, repasó, al simple y muy creativo ejercicio de la percusión, los más variados estilos musicales, incluso con la participación de los espectadores.

Daimar'a, por su parte, cosechó la mayor admiración del público por la variedad y complejidad de su estructura musical y coreográfica, además de la belleza de su indumentaria. Cada cuerpo de pasista, de bailarines, de bahianas, de batucada, de destaques, comprende a su vez, una estructura propia y sincronizada, representativa de las distintas peculiaridades de razas y de animales del continente africano. Todo ello sustentado con melodías que invitan al baile.

Un aspecto simpático pero que produce cierta incomodidad comprende a las contiendas de espuma entre jóvenes, desarrolladas a lo largo del corsódromo.

Deberían controlarse para evitar molestias tanto a los desfilantes como a los espectadores.

Finalmente, también deberían agilizarse los tiempos de espera entre cada grupo y evitar demoras.