Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Antonio Volpe: un bandoneón en silencio

Ya se extraña a uno de los máximos referentes del tango que tuvo el país. Un refinado director orquestal. Sergio Soler / sosoler@lanueva.com

Los privilegiados testigos de la trayectoria de Antonio Volpe, en el arte del dos por cuatro, conocieron a un ejecutante virtuoso, un refinado director orquestal, un creador perfeccionista y un profesor exigente que supo dejar sus enseñanzas a discípulos como los maestros Roberto Morales, Elbio Leguizamón, Alberto Sánchez y su propio hijo Víctor, entre otros, más que dignísimos continuadores de su legado.

Pero también conocieron a un amigo incondicional, un vecino respetable y un padre y esposo ejemplar, indiferente a las mieles del éxito, y afecto a los encuentros amistosos para despuntar el vicio de la charla, el mate o la picada y simplemente disfrutar juntos del tango como expresión universal.

Las notas del primer fuelle que acariciaron sus dedos a los ocho años lo estigmatizaron por el resto de su extensa e intensa vida. Hizo sus primeros pininos en el Conservatorio Musical de José Antinori y sucedió que el discípulo superó al maestro. Ya a los 14 años no sólo ejecutaba, sino que arreglaba y componía con esa linda desfachatez de los elegidos. Pero, como solía reconocer cuando lo entrevistaban, nunca se durmió en los laureles que “son recuerdos aunque cada tanto sea lindo darlos a conocer”.

Volpe dirigió durante décadas, hasta 1968, la inolvidable orquesta típica Ritmos de Juventud, --un grupo de ejecutantes que con sus cuatro bandoneones se atrevían a dibujar staccatos y ligados para sonar como ocho-- con la que pisó con sus descomunales pies tablados todo el sur bonaerense. Los que no asistieron a sus festivales pudieron disfrutarlo en todas la emisiones tangueras de las radios LU2 "Radio Bahía Blanca", LU3 "Radio del Sur" y la desaparecida LU7 "Radio General San Martín".

Conocer a Astor Piazzolla en el ‘47 fue deslumbrarse y “cruzar de vereda”. No para imitarlo porque era imposible hacerlo, pero sí para crear un estilo propio, acaso más dinámico y con sutilezas propias fusionadas con el jazz y el rock.

El Trío Contemporáneo primero y luego el Grupo Volpe Tango Contemporáneo plasmaron esa excelsa mixtura reflejada en creaciones tales como "Matices de mi Ciudad", "Ciudad de Asombro", "Más Allá de la Costumbre", "Tango del Ángel" y otras tantas creaciones recibidas fervorosamente en medios porteños, tanto que hasta cortinaron a famosos programas radiales. Quien suscribe lo comprobó personalmente en una emisión de una cadena latina en Nueva Orleans, la cuna del blues-n-rhythm. Nada menos.

Estuvo acompañado por otros músicos de su estatura, como Víctor, pianista de jerarquía; el bajista Pinky Fernández, los cantantes Carlos Monsalvo y Juan Carlos Schimizzi, por citar a algunos. Su arte en vivo fue admirado en Italia, Bolivia, Chile y en los más exigentes reductos porteños.