Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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¿Quién le teme a Prat Gay?

   Todos vieron y escucharon a Mauricio Macri y a Marcos Peña decir que Alfonso Prat Gay se fue del cargo porque le pidieron que se vaya. El presidente, desde su descanso en Villa La Angostura, había reconocido en un reportaje radial que el exministro de Hacienda "no se adaptó al trabajo en equipo, y por eso tuve que pedirle la renuncia".

   Apenas un día antes, al anunciar el despido, el jefe de Gabinete había puesto todo su énfasis en aclarar cómo habían ocurrido las cosas. Es decir, que fue el presidente quien decidió despedir a Prat Gay.

   Y de ningún modo que el economista era el autor del portazo, enojado tal vez por el ninguneo al que fue sometido durante el debate parlamentario por el proyecto de ley de Ganancias, un sayo que el ahora exfuncionario le colgó de entrada a uno de los vicejefes de la Jefatura de Gabinete, Mario Quintana.

   Para completar el cuadro, magnánimo, el propio Prat Gay prefirió ponerse entonces a mitad de camino entre lo que es la presentación de una renuncia y el pedido al funcionario de turno para que la entregue.

   Dijo en la conferencia de prensa en la que anunció el exitoso blanqueo de capitales que "no hay que buscar razones donde no las hay"; reconoció aquellas diferencias "con el equipo", pero se preocupó por enfatizar un par de veces: "desde ese lugar (de conflicto) yo decidí dar un paso al costado".

   Finalmente, y aunque más no sea desde las formas de un simple decreto, el gobierno resolvió que lo mejor era desprenderse de Prat Gay con algunos mimos. La norma legal que firmaron Macri y Peña y que fue publicada hoy en el Boletín Oficial informa sin lugar a dobles lecturas que Macri resolvió "aceptar la renuncia" presentada por el exministro el 31 de diciembre pasado.

   Tras lo cual declama el texto legal: "corresponde agradecer al funcionario renunciante los valiosos servicios prestados en el desempeño de su cargo, remarcando su idoneidad para cumplir sus funciones, su dedicación al servicio de nuestro país y su compromiso con el bien común". Toda una carta de presentación por si el despedido decide buscar otro trabajo en el futuro.

   La voltereta del Gobierno entre aquellos anuncios de Macri y Peña y el reconocimiento envuelto en elogios de que fue finalmente Prat Gay el que presentó la dimisión escondería una jugada política destinada a mantener al economista dentro de los límites de Cambiemos. Más allá de que fue el propio Prat Gay quien en aquella conferencia de prensa desactivó al menos en público cualquier atisbo de ruptura.

   No sería tan así en privado, según reconocen funcionarios que estuvieron directamente en la entretela de aquellos tejes y manejes que llevaron al presidente a despedir al ministro y partir en dos el ministerio para designar a Nicolás Dujovne en Hacienda y a Luis Caputo en Finanzas.

   Dicen esos confidentes que el temor tendría que ver con la posibilidad de una candidatura del hombre que condujo el Banco Central durante el kirchnerismo en las elecciones legislativas de octubre. Y que lo haga, para peor, en la Ciudad de Buenos Aires y por afuera de las listas del oficialismo.

   Tras recodar que en el distrito porteño no existe el colectivo Cambiemos que gobierna a nivel nacional, aquel funcionario no pudo dejar escapar una reflexión: "Hay que evitar que Alfonso se vea tentado de cobrarse alguna y competir por afuera en la Ciudad, donde tiene una buena imagen positiva".

   Se entendería sólo por ese dato los paños fríos que Macri y Peña decidieron poner en el texto del decreto, demasiados para un funcionario al que ellos mismos responsabilizaron por su falta de compromiso con el trabajo en equipo, que es uno de los caballitos de batalla del presidente y de su brazo derecho desde el arranque de la campaña electoral de 2015.

   Por todas esas mismas razones, o temores según se mire, se explica también ahora aquella rápida reacción del presidente cuando apenas consumado el despido en boca de Peña, invitó a Prat Gay a almorzar en el country de Villa La Angostura, que incluyó fotos oficiales en los que se los ve sonrientes, paseando por el parque de la residencia.

   Dicen los confidentes que el presidente buscó asegurarse de que Alfonso se iba del gobierno pero sin intenciones a futuro de patear el tablero. ¿Lo habrá conseguido? Valen dos datos para orejear el futuro: ahí mismo Prat Gay le rechazó dos ofrecimientos al presidente: ser embajador en Europa, o ser candidato en las listas de Cambiemos.