Bahía Blanca | Lunes, 18 de marzo

Bahía Blanca | Lunes, 18 de marzo

Bahía Blanca | Lunes, 18 de marzo

Julián y Aníbal, con estilos distintos

Son distintos estilos. O cada uno hace lo que mejor le sale. Pero algo los hermana por estos días a Julián Domínguez y Aníbal Fernández en la batalla, a veces rodeada de trapitos sucios, que han encarado para ser el próximo gobernador de la provincia de Buenos Aires: los dos decidieron pegarse a la figura de Daniel Scioli.

También ellos fueron integrantes de la tropa que en su momento acusaba al gobernador de ser un candidato de los monopolios, según la bajada de línea que llegaba desde Olivos, y que hoy lo idolatra sin rubor. Que no es otra cosa que mostrarse con Daniel en cuanta oportunidad tengan, para probar que ambos encarnan la continuidad de la gestión, tal vez con algunos pocos retoques que se cuidan muy bien de disimular.

Ahora, además de buscar casi a diario la foto con el precandidato presidencial del FpV Julián y Aníbal se cruzan dardos filosos entre ellos, como para no perder la gimnasia de campaña. El jefe de Gabinete lo acusa al jefe de la Cámara de Diputados de mandar a los intendentes del conurbano a esconderle sus boletas el día de la elección. La bocha vuelve como un rayo: Julián le refresca como al pasar a Aníbal que él no tiene "nada sucio que esconder" de su pasado político, en indisimulable referencia a la anécdota del baúl en el que dicen que Fernández escapó una vez cuando era intendente de Quilmes y lo andaba rastreando la policía y un fiscal de turno.

Chicanas al margen, Domínguez y su compañero de fórmula, el poderoso cacique de La Matanza, Fernando Espinoza, encontraron la forma de subirse a cuanto palco llega Scioli. Se presentan como el más peronista de todos los binomios, una forma de diferenciarse de Aníbal F. y Martín Sabbatella, el malquerido por los jefes comunales del conurbano en particular y de los peronistas puros en general.

Aníbal, se sabe, tiene otro estilo. Busca matarlos con la gestión. De hecho la difusión de su actividad en el gabinete nacional es el centro de su muestrario como precandidato y no parece que la cosa vaya a cambiar. Es, dicen algunos que lo interpretan, más un "candidato de escritorio", es decir se muestra a través de la gestión, así como Florencio Randazzo, antes de que lo bajaran de un plumazo, sólo se fotografiaba rodeado de trenes. Igual hay registros de su paso por Ituzaingó y Lomas de Zamora este fin de semana.

Aunque el jefe de Gabinete dice cada mañana que ya recorrió "180 mil veces" la provincia, no se nota en los registros periodísticos. Su rival en la interna, en cambio, entrega casi con puntillosidad de contador una foto cada semana en distintos puntos del conurbano y de la provincia. Y últimamente, como queda dicho, en cada acto al que va Scioli.

Aníbal, en cambio, se ata al gobernador desde otro lugar. Habló maravillas de la reunión de trabajo que mantuvieron en la sede platense del Banco Provincia, donde analizaron los temas de la gestión. Y se mostró de un modo para nada casual casi como un "gobernador electo", como si ya hubiese ganado la interna y las elecciones de octubre. Siempre autorreferencial, sostuvo que "estos (seguridad, educación, plan rural, entre otros) son los temas que hablamos que después voy a desarrollar" como mandatario sucesor. Y recordó, como al paso que, cuando fue ministro del Interior de Néstor Kirchner, se fue de ese cargo "sin dejar un muerto ni un herido". Le bastan ese y otros encuentros que tendrá de aquí a las PASO para asegurar que sabe cómo se gobierna la provincia.

La dupla Domínguez-Espinoza sigue en lo suyo, que es posar para la foto con Daniel allí donde los invitan, sin dejar de enrostrarle ni una sola vez a su oponente que haya aceptado subir a la fórmula a un "enemigo del peronismo" como Sabbatella. "Más peronista que yo no hay nadie", retruca Aníbal. Olvidan que tuvieron cero autonomía para decidir sus destinos. Que todo bajó cerrado y firmado desde Olivos.