Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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¿El sudoeste bonaerense puede ser una marca registrada?

Referentes consultados coinciden en los beneficios de una caracterización. Pero también en que debe existir un colectivo que la sostenga (una de las aparentes debilidades) y que hay que definir, con claridad, un territorio de referencia.

Inicio de año en el balneario de Monte Hermoso, una plaza icónica en el SOB. / Foto: Fabio Latorre

Guillermo D. Rueda
grueda@lanueva.com

    “La marca te permite ser reconocido a partir de las diferencias”. Para Silvio Rauschenberger, director ejecutivo de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares, Confiterías y Afines de Bahía y Región Sudoeste, los destinos hoy toman conciencia de la importancia de ser identificados de manera nítida a través de una marca, en razón de la demanda de un mundo globalizado y extendido en una comunicación sin fronteras.

   “Es algo que, en términos turísticos, ya se ha planteado y debería profundizarse”, agregó.

   “En este sentido, tomo una frase de Peter Drucker: ‘Pensar en lo global y actuar en lo local’. Podemos adaptar buenas ideas. Creo que el sudoeste bonaerense puede pensarse en esos términos y  ser reconocido desde la diversidad, como pocos sitios del país”, indicó.

Silvio Rauschenberger. / Foto: Pablo Presti-La Nueva.

   “Solo por citar un ejemplo, tenemos diferentes costas en Monte Hermoso, Pehuen Co, Claromecó y Patagones”, detalló Rauschenberger.

   El SOB está integrado por los distritos de Bahía Blanca, Villarino, Patagones, Coronel Rosales, Puan, Tornquist, Saavedra, Coronel Dorrego, Adolfo Alsina y la mayoría de las circunscripciones de Coronel Pringles, Coronel Suárez y Guaminí.

   A ellos se ha sumado el partido de Monte Hermoso, ad referendum de una inminente aprobación legislativa.

   La región ocupa el 11% del territorio provincial y es habitada por el 5% de su población, con casi 560.000 habitantes (Censo Indec 2010).

   “Una marca podría ser una estrategia en la medida de que haya un colectivo que la sostenga”, sostuvo —por su parte— Marcelo Champredonde, investigador del INTA Bordenave, con sede en Pigüé, y referente nacional en valorización de productos locales. 

Marcelo Champredonde. / Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

  “Lo difícil, hoy, es armar ese colectivo sostenible, donde se hable el mismo idioma y se tengan objetivos comunes”, agregó.

   “En principio se puede pensar por producto y que a la marca la movilice un grupo de productores de la región agrupados en alguna cámara”, comentó.

   “Otra posibilidad sería que se la gestione desde la Ley de Desarrollo del Sudoeste Bonaerense. Es un tema que podría comenzar a plantearse”, dijo.

   Champredonde señaló que, en realidad, sería un buen indicador de que hay un colectivo regional que se organiza para identificar y valorizar recursos territoriales.

   “La marca registrada es una herramienta, o una de las posibles herramientas, para un mayor desarrollo de esta zona”, aseveró.

   “Nuestra región tiene una impronta cultural, paisajística y productiva particular. O lo podemos decir al revés: hay particularidades de nuestra región que pueden ser valorizadas”, indicó Champredonde.

   “El concepto de valorización lo trabajamos como el proceso de resaltar y comunicar los atributos positivos de recursos territoriales que, por ejemplo, pueden ser estilos de vida”, afirmó.

   Hernán Vigier, rector de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO), cree que se puede generar una marca denominada sudoeste bonaerense, pero, al mismo tiempo, que se debería definir claramente el territorio de referencia.

Hernán Vigier. / Foto: Pablo Presti-La Nueva.

   “En la actualidad no hay una definición inequívoca del sudoeste bonaerense”, sostuvo.

   “La ley del Plan de Desarrollo (del Sudoeste Bonaerense) incluye a 12 municipios de la región, y en algunos casos, solo algunos de los cuarteles de dichos distritos”, agregó.

   “Otra definición la asimila la Sexta Sección Electoral, muy cercana a la región definida en la ley de creación de la UPSO. Entiendo que, sin un consenso sobre la definición territorial, es imposible avanzar en la generación y el posicionamiento de una marca”, aseguró.

   Vigier dijo que, a partir de entonces, se deberían identificar las principales actividades, recursos y características del SOB, que lo diferencien de otras regiones a nivel provincial y nacional.
“Un ejemplo de nuestra región ha sido el lanzamiento de la marca Ventania”, comentó.

   También dijo Vigier que la creación de una marca registrada le permitiría a cada distrito potenciar sus recursos.

   “Se espera que la marca le agregue valor a producciones significativas de la región como el trigo y el turismo de mar, sierras y termas, entre otras alternativas”, ejemplificó.

   La UPSO tiene un amplio campo de acción educativo en la región, con carreras desde Patagones a Pellegrini y desde Puan a Benito Juárez, por citar distritos extremos. 

   Martín Goslino, economista y docente de la UNS, de la UTN y de las Escuelas Medias, dijo que lo primero que hay que tener en cuenta, cuando se trabaja en algo semejante a una marca regional, es precisar qué la hace diferente.

   “Hay que saber cuál es la característica distintiva de la zona. Es decir, qué tenemos de diferentes nosotros respecto de otros”, agregó.

Martín Goslino. / Foto: Rodrigo García-La Nueva.

   “En tal sentido, podemos identificarnos como una zona, o como una región, libre de la presencia de agroquímicos, por ejemplo, ya que la mayoría de las producciones que aquí se desarrollan tiene más que ver con la ganadería a pasto, los olivares y demás, que con la siembra directa que utiliza el glifosato para producir”, mencionó.

   “Si esta es una zona agroecológica más sana que otras, entonces la carne tendrá esas características. Otro tanto puede suceder con la miel, con la olivicultura y otros”, explicó.

   “Es como un paragua para quienes se consideren incluidos”, afirmó Goslino, quien recientemente presentó su tesis de magister en Economía Agraria y Administración Rural, en la UNS, sobre eficiencia y sustentabilidad en esquemas de comercialización de la apicultura en el sudoeste bonaerense.

   Goslino sostuvo que con algunos productos ya se ha trabajado respecto de una marca regional, pero siempre de forma individual.

   “Pero acá existe el Plan de Desarrollo del Sudoeste Bonaerense y, en ese marco, entiendo que se podría hacer algo en conjunto. En realidad es el formato ideal, aunque esto no excluye que primero se debe trabajar muchísimo en cada una de las cadenas”, aclaró.

Las estrategias de diferenciación

   Para Champredonde, existen otras estrategias complementarias a la diferenciación para el sudoeste bonaerense.

   “Pero son las más difíciles de encarar en nuestra región y, quizás, las menos adaptadas. Lo que normalmente la prudencia llama es a asegurar que la que estrategia contribuya a mejorar lo que existe, y a potenciarlo”, dijo.

   “Muchos proyectos tuvieron efectos negativos sobre determinados procesos por pensarlos desde una virtualidad y porque serían interesantes de desarrollar, más que generar procesos que desemboquen en (sic)”, ejemplificó.

   Champredonde también sostuvo que, dentro de los recursos territoriales, algunas diferenciaciones se prestan mejor que otras. “Uno de estos casos es el aceite de oliva”, citó.

Cosecha de olivos en Coronel Dorrego.

   “Es una actividad reciente, con una organización industrial moderna y con características positivas en cuanto a la calidad comercial. La demanda regional lo va recepcionando y lo va conociendo, y se resaltan los atributos de lo bueno que es el aceite de oliva en la región”, agregó.

   “Se lo hace visible y se lo entiende como región, ya que allí están Cabildo, Puan, Médanos, Coronel Dorrego, Punta Alta y Monte Hermoso”, afirmó.

   Champredonde señaló que entender esta emergencia de una actividad que se instala como cultivo, como producto y en el consumidor mismo, más las políticas públicas o las acciones colectivas que tiendan a hacerlo conocer de manera específica, son formas de valorarlo y de posicionarlo.

   Para el caso del aceite de oliva en particular, pero para cualquier otra especie en general, el referente de valorización sostuvo que se debe armar un colectivo de productores.

   “Me imagino un nombre como Olivos del Sudoeste Bonaerense”, dijo.

   “Para que exista, tiene que haber un colectivo de productores del sudoeste bonaerense que manifieste su identidad y sus particularidades”, contó.

   Champredonde también señaló que habría que consolidar la cámara de productores con una representatividad regional.

   “También rehacer los objetivos de la Cámara que los aglutina para que sea convocante, con la idea prioritaria de superar prejuicios. Todo esto es claramente posible”, comentó.

   “El objetivo debería ser informar lo que ellos producen, en este caso el aceite de oliva, y hacer más actividades de difusión, de comunicación y de educación al consumidor en las escuelas, porque ayudarían a proyectar mejor al sector”, señaló Champredonde.

   “También para generar bases sólidas para así proyectarse en el exterior”, comentó.

   “Si uno vende todo lo que produce entra en crisis, muy fácilmente, con temas cambiarios y situaciones adversas y las producciones sufren conflictos profundos. Con un pie fuerte, uno puede proyectar hacia afuera. La producción de olivos se está instalando y estaría bueno ponderarla en el imaginario del consumidor del sudoeste bonaerense”, explicó.

La teoría de todos en la misma página

   “En función de las bondades de una marca registrada, vale decir que en nuestra región los esfuerzos están un poco dispersos, en especial en materia de promoción”, manifestó Rauschenberger.

   “La fortaleza radicará en evitar esa dispersión y una de las acciones concretas es que esa marca posea otras de fuerte contenido simbólico. Esto es clave para el desarrollo”, sostuvo.

   El director ejecutivo de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares, Confiterías y Afines de Bahía y Región Sudoeste dijo que en la entidad —cuyo titular es Francisco Costa— se trabaja en función de un multidestino.

   “Nuestro presidente siempre alude a esos objetivos. La Asociación aspira a tener un multiproducto anclado en la diversidad del territorio, donde turísticamente se posee un gran potencial apoyado en elementos concretos, como sol y playa, sierras, estancias, lagunas y termas. En tal sentido, tener una marca sería muy importante”, aseguró.

   “Por eso promovemos los encuentros regionales turísticos, donde se encuentran los actores del sector público y privado, profesionales, estudiantes, desarrolladores inmobiliarios, empresarios, inversores, representantes de entidades bancarias, y público en general, en procura del desarrollo de políticas para el sector”, dijo. Estos encuentros —el venidero se prevé para fines de septiembre o principios de octubre— están orientados a coordinar paneles y exposiciones en torno a ejes temáticos tales como integración, conectividad, inversiones, formación de recursos humanos y la promoción, entre otros.

   En la provincia de Buenos Aires, el turismo representa el 10% de la ocupación —directa e indirecta— y el 8% del PBI provincial.

   Para el director de la UPSO, Hernán Vigier, una marca registrada permitiría implementar estrategias de desarrollo regional que le den crecimiento y sustentabilidad a nuestra región. “Desde el punto de vista demográfico crecemos a tasas inferiores al promedio provincial y se observa un envejecimiento poblacional marcado entre los últimos censos”, explicó Vigier.

La carne a pasto, ¿una identidad?

   Una de las alternativas identificatorias para la producción en el sudoeste bonaerense es la carne vacuna a pasto natural.

   En un proyecto de estas características está trabajando Marcelo Champredonde, quien también es profesor en la UPSO y en Agronomía de la Universidad Nacional del Sur.

   “La carne antes se producía a pasto, pero hoy la mayoría es con algún grado de suplementación. A veces el 100% y en otras el 50%; en algunas menos. Estamos reflexionando sobre el tema, pero ya arribamos a algunas conclusiones”, dijo.

   “La tendencia del mercado no ayuda a diferenciar, ya que el consumidor se acostumbra a una carne tierna y el feedlot aumenta esa posibilidad, porque posee más grasa interna y la resistencia al corte da una sensación de mayor terneza porque cuando uno mastica lubrica la grasa. Los sabores y los colores de la grasa pueden cambiar, y esa sería otra referencia, y lo cierto es que hubo carnicerías en Bahía Blanca que vendían carne a pasto que, al final, dejaron de hacerlo”, añadió.

   Champredonde aseguró que trabajó con encuestas en esas bocas y la gente no sabía que la carne que compraba era a pasto. “Además, creo que el consumidor no conoce el impacto de la carne de feedlot sobre la salud, ni sobre el medio ambiente”, afirmó.

   También dijo que, a nivel regional, “estaría muy bueno” diferenciar carnes de origen pastoril desde el punto de vista ambiental, de la salud pública y social, porque contribuyen a mantener una diversidad, a una articulación con la agricultura y a la preservación de la mano de obra en el medio rural.

   “A nivel de salud pública se trata de carnes con ácido graso menos saturados, como una suerte de aceite de oliva”, explicó.

   Champredonde admitió que es muy difícil diferenciar, por las estructuras de los sistemas comerciales y de la oferta al consumidor y, además, por la percepción del consumidor de la calidad.

   “¿Si la gente está dispuesta a pagar ese costo diferencial como lo hace por la cerveza artesanal? En realidad, si uno vende un pollo de campo o un pollo de criadero, la gente paga lo diferente. ¿Por qué? Porque lo ve, porque lo siente. La carne a pasto y la carne de feedlot tienen diferencias, pero muchas de ellas no se perciban a la degustación. ¡Es al revés! Una carne de feedlot es mejor percibida por su terneza. No es que sea más tierna, sino que tiene más posibilidades de ser más tierna”, explicó.

   Admitió, de todos modos, que también inciden el transporte, el trato del animal en el frigorífico y de la media res en el frío, y el que le da el carnicero en el corte final. No obvió tampoco la trazabilidad.

   “Todo esto es fundamental para asegurar terneza”, definió.

   Champredonde diferenció a las carnicerías respecto de las bocas de los supermercados. “El que mejor se adapta para una diferenciación por corte es el súper, pero es la articulación más difícil desde el punto de vista comercial”, añadió.