La fruticultura rionegrina se encuentra al borde del abismo

Redacción de La Nueva.

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Se sigue profundizando la crisis del sector frutícola de la provincia rionegrina y la región, en especial este año por efecto del tremendo impacto climático que redujo a un promedio del 30% el volumen de fruta en general y, a la vez, por el déficit notorio en el esquema de comercialización que viene arrastrando el sector.

Ya en septiembre último, cuando empezaba la época de riesgo, una sucesión de fuertes heladas tardías diezmó la producción de fruta de carozo, sostén importante para varios productores.

Según datos aportados desde la Cámara de Productores local, sobre diciembre, pasadas las heladas, se contabilizó una pérdida de un 70% del carozo, pero como las bajas temperaturas se repitieron aún en la temporada de cuaje de las variedades de pepita, también se registró una merma de un 40% en peras y en manzanas.

Como si fuera poco, ya con los frutos en las plantas, se fueron sucediendo violentas tormentas que, en varias oportunidades, dejó caer granizo y afectó la mitad de lo que quedaba en pie, lo cual constituía la esperanza de los chacareros, cuestión que tampoco permite ingresar fruta al frío ya que no se sabe bien el daño provocado.

La rigurosidad de las tormentas trajeron fuertes vientos que provocaron caída de mucha fruta y, además, lo que en la jerga se conoce como rameado; es decir, marcas en los frutos que no permiten una correcta comercialización.

Para más males, el régimen de lluvias que, de manera inusual, superó las marcas de los últimos diez años en los primeros meses y que favoreció notoriamente al sector ganadero, también provoca daños económicos y, a futuro, importantes perjuicios en el ámbito de la fruticultura desde el punto de vista del control sanitario.

Muchos productores no pudieron financieramente hacer todas las aplicaciones y verán afectadas sus plantaciones de cara a la próxima temporada.