Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Van y vienen...y se la rebuscan durante el verano

Llegan desde distintos puntos del país y recorren la playa de punta a punta para que la temporada les rinda.
Leonardo, el ayudante de mecánico que vende choclos.

Anahí González

anahigonza@lanueva.com

Tiene el ojo entrenado. Apunta, enfoca y dispara. En un clic captura la sonrisa de un bebé en el agua, el abrazo de los enamorados con el atardecer de fondo o alguna escena familiar playera que de otro modo, probablemente, quedaría en el olvido o como un vago recuerdo. Cámara en mano, inmortaliza la fugacidad.

Se llama Diego Pitiot, es bahiense y es la segunda temporada que trabaja como fotógrafo de playa.

Su tarea consiste en tomar la instantánea con el compromiso de los protagonistas de que pasarán a verla por una oficina céntrica, sede de la empresa que lo contrató.

Allí el turista puede ver las imágenes en una computadora y elegir si quiere una o varias copias. Diego obtiene un porcentaje por cada foto que la gente imprime. De eso dependerá que la jornada sea más o menos productiva para su bolsillo.

"Cuando le estás sacando fotos a alguna nena o nene en un charquito, enseguida empiezan a acercarse otras familias, y otras, y cuando menos te das cuenta se te pasó la tarde", contó.

Antes, trabajó para Google y con el dinero recaudado viajó por Sudamérica, Asia y Europa por tres años y vivió seis meses en la India. Ahora, está a punto de ser papá. Y sigue buscando alternativas que le permitan sustentar a la familia.

Durante el año también se desempeña como fotógrafo particular en Bahía Blanca.

Cómo él decenas de vendedores se las rebuscan a los largo de 32 kilómetros de arena -mientras dura el buen tiempo- para sacarle el jugo al verano.

Leonardo es otro de ellos. Llegó desde Campana por recomendación de un amigo hotelero de Monte para vender choclos en la temporada.

Es la primera vez que lo hace. Y nunca antes trabajó en una playa.

El resto del año es ayudante de mecánico aunque tiene un look informal más parecido al de un rockero. Es muy amable y espontáneo. Y parece estar siempre de buen homor, lo que sin dudas le ayuda a ofrecer su producto.

"El primer día vendí 170 choclos. Fue en Año Nuevo. Ahora, en promedio vendo unos 130 o 140 por día", dijo.

"Empiezo al mediodía y no paro hasta las siete de la tarde o hasta que vendo todo", comentó.

Como los compra precocidos, todos los días, les da un golpecito de calor "en vivo" y los tiene listos para la venta. Con manteca y sal, salen a 35 pesos cada uno.

Joshua Orozco Chorni, es de Buenos aires, de Lomas de Zamora. Llegó a la ciudad por sugerencia de su mamá y de su tía, mochileras con amigos en el destino. Tiene un acento distinto: es hijo de un colombiano y una argentina.

"Terminé mi bachillerato en Ciencias Sociales. tiré currículums y no conseguí nada. Así que decidí venir para acá", comentó.

"El lugar es como lo imaginaba y me recibieron muy bien. Estoy contento", dijo.

Contó que es más la gente que se acerca a preguntar precios que a comprar pero que tarde o temprano, todos compran algo. Vende tobilleras ($40 o 50) pareos a ($150) collares, (de 50 a 130) pulseras y vinchas.