Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Un hombre perdió un brazo luego de que lo atacara un perro que compró en Bahía

Emilio Muñoz decidió sacrificar al rottweiler. El director del hospital, Adrián Lammel, detalló que "al ingresar estaba en estado de shock por la pérdida de sangre".
Imagen canal 9Video: canal 9

   Un hombre que vive en Neuquén perdió su brazo izquierdo luego de que lo atacara su perro rottweiler, que había comprado en un criadero de Bahía Blanca.

   La víctima del ataque, Emilio Muñoz de 43 años, dijo que en primera instancia el animal le mordió un muslo y después “me atacó el brazo y me tuvo así durante 10-12 minutos”.

   El hombre, que fue atendido en el hospital neuquino Castro Rendón, contó que había comprado a “Otto” luego de ser asaltado 7 veces en 4 años.

   Asegura que no hubo alarma, ni reja ni nada que frenara a los delincuentes que tenían su vivienda como blanco favorito.

   La solución la encontró en el perro, aquel rottweiler temible que inspiraba respeto y al que con el tiempo acompañó con otra perra de la misma raza. Ambos no vacilaban en atacar hasta matar a quien cruzara los límites de su propiedad.

   En uno de esos intentos de robo que sufrió Emilio, los dos perros demostraron el grado de ferocidad que podían alcanzar. “En mi casa murieron dos personas”, relata, casi con un hilo de voz.

   “Lamento la gente que murió ahí adentro, pero eran ladrones. Uno fue adentro de mi dormitorio y el otro fue en el patio”, recuerda. Otros dos sufrieron heridas de gravedad y se recuperaron con el tiempo.

   Por esos episodios, Emilio reconoce que tiene “algunos problemas judiciales”. “Los ataques ocurrieron porque ellos se metieron adentro de mi casa”, sostiene.

   Otto y su compañera eran una dupla letal y sanguinaria, pero nunca mordieron a nadie que no fuese un intruso que se metía en la propiedad privada. Menos pensado era que pudieran atacar a su propio dueño. “No sé qué pasó”, reconoce con la mirada en ningún lado.

   El sábado, Emilio regresó a su casa del barrio Huiliches como lo hacía todos los días. Esa tarde entró el auto, cerró el portón y fue a saludar a sus dos perros.

   El ataque fue fulminante y rápido. Otto lo mordió en la rodilla y lo tiró al suelo. La perra se fue a su cucha, como asustada.

   “¡Otto: soy yo! ¡¿Qué me hacés?!”, gritaba Emilio. Pero el perro seguía ciego, a las dentelladas, con su pierna.

   En un momento dado, logró zafar del ataque y liberó su extremidad, pero el perro se abalanzó nuevamente y lo tomó por el brazo izquierdo. “No pude zafarme… creo que me mordió hasta que se cansó”, asegura.

   Los gritos y llantos de Emilio alertaron los vecinos, que llegaron inmediatamente. Algunos intentaron meterse, pero cuando vieron al enorme perro devorándole el brazo a su dueño se quedaron tras las rejas.

   Luis, un vecino que en más de una oportunidad se había quedado de cuidador en la casa de Emilio, intervino casi al mismo tiempo que llegaba la Policía.

   Como sabía dónde estaban las pertenencias de los perros, ingresó a la casa, tomó un collar de ahorque y decidió tratar de neutralizar a Otto, que seguía gruñendo furioso con la boca ensangrentada.

   Luis se acercó decidido y logró enlazar la cabeza del perro hasta que lo dominó. Emilio, en tanto, le gritaba a los policías que maten al animal. “Ya no me importaba nada”, reconoce.

   Retorcido de dolor y con el brazo prácticamente destrozado, Emilio logró incorporarse y, por última vez, vio a su perro con vida.

   El director del hospital, Adrián Lammel, detalló que "al ingresar estaba en estado de shock por la pérdida de sangre". (La Mañana)