Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El girasol siempre responde en el sudoeste bonaerense

Las lluvias tuvieron un doble efecto en la última campaña: elevaron los rindes y aparecieron respuestas productivas. Se comprobó que hay tecnología disponible para atenuar los efectos de los suelos con limitaciones.
Respecto de la rotación, Ducós explicó que, tradicionalmente, se sembraba año por medio trigo, intercalando con girasol o con soja, de acuerdo con el suelo.

“En términos productivos fue de las mejores campañas de girasol de la zona, con rendimientos medios que rondaron los 2.000 kilos por hectárea, frente a los 1.800 que promediaron los últimos años”.

La frase corresponde a Eugenio Ducós, del criadero El Cencerro de Coronel Suárez, sobre el ciclo 2014/15.

La última campaña estuvo caracterizada por altos rendimientos que, si bien respondieron a las muy buenas condiciones de humedad de los campos de la región, volvió a quedar demostrado que, con un adecuado manejo, la oleaginosa sigue ofreciendo respuestas. En el caso del sudoeste bonaerense, la participación del cultivo en las rotaciones es clave.

Los resultados toman mayor relevancia cuando se comparan con los magros resultados productivos obtenidos en la cosecha anterior, que dejaron un promedio de entre 1.600 a 1.700 kilos por hectárea.

El dato se vuelve aún más destacado cuando se analizan los picos productivos que, en la cosecha reciente, llegaron a los 4.000 kilos por hectárea, con muchos lotes que estuvieron entre 2.500 y 3.500 kilos.

“Esas diferencias de rendimientos responden, en buena medida, a la marcada variabilidad de suelos de la región, en la que tenemos suelos profundos con muy buena aptitud para el cultivo de girasol y otros con limitaciones provocadas por la presencia de tosca entre 50 y 60 centímetros de profundidad”, explicó Ducós.

Es que los niveles de disponibilidad hídricos de los cultivos no dependen solo de las lluvias ocurridas durante su ciclo de desarrollo, sino de las decisiones de manejo y la elección del lote.

En la zona de Suárez, el manejo de los lotes está, en gran medida, supeditado a la presencia o no de tosca en el perfil del suelo. Lo que resulta alentador para el cultivo de esta oleaginosa es que, adoptando las medidas adecuadas, existen posibilidades productivas para las distintas situaciones edáficas.

En el caso de El Cencerro, empresa de la que Ducós es socio y director técnico, las 800 hectáreas sembradas con girasol con destino a industria en la última campaña tuvieron un rendimiento promedio de 2.440 kilos por hectárea.

Respecto del manejo, en gran medida, la gran diversidad de rendimientos responde al manejo que recibe el cultivo. Ducós destacó la importancia del barbecho para acumular agua en el perfil del suelo.

“La siembra directa es una gran aliada del girasol en nuestra zona, porque al mantener al suelo cubierto se puede tener humedad suficiente desde mediados de octubre hasta fines de noviembre. Esto nos permite decidir el momento de la siembra”, explicó Ducós.

Ducós sostuvo que, en los suelos profundos, los productores del SOB tienen más libertad para decidir en qué momento sembrar, ya que será menor el impacto de la sequía estival y de las altas temperaturas de febrero.

“Pero cuando se trata de suelos no tan profundos, hay que trabajarlos en directa, con cobertura, para poder tomar la decisión de sembrar en la segunda quincena de noviembre y que la floración ocurra a fines de enero o principios de febrero. De esta forma logramos elevar y estabilizar los rendimientos”, argumentó.