Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El contable de Auschwitz admitió "complicidad moral" en crímenes nazis

Lo procesan por los asesinatos del campo de exterminio, donde murieron 300.000 judíos.
Foto: Reuters

   El juicio contra el llamado "contable de Auschwitz", Oskar Gröning, arrancó hoy con la confesión del procesado, quien 70 años después del fin del nazismo se reconoció "cómplice moral" de los asesinatos del campo de exterminio nazi, donde murieron 300.000 judíos.

   "Para mí está fuera de toda duda que soy moralmente cómplice", afirmó Gröning, quien se personó ante la Audiencia de Lüneburg (centro) auxiliado a sus 93 años por un andador, pero con la cabeza lúcida y la memoria viva, también en lo que respecta a la brutalidad con que operó la maquinaria de la muerte nazi.

   Lejos de pretender haber "desconocido" lo que ocurría en ese campo o de argumentar que cumplió órdenes, el procesado pidió perdón al grupo de supervivientes o familiares de las víctimas presentes en la corte, en representación de las acusaciones particulares, para declararse luego a disposición de la Justicia.

   Fue una declaración que no obvió los detalles sobre el funcionamiento y objetivos de Auschwitz y que se prolongó durante algo menos de una hora, en un proceso que se considera exponente de la justicia tardía, como habían lamentado los representantes de las víctimas en la víspera de su apertura.

   La Fiscalía le imputa complicidad penal en el asesinato de los alrededor de 300.000 judíos que fueron gaseados en Auschwitz y que pertenecían al grupo de 425.000 deportados que llegaron al campo de exterminio en la llamada "operación Hungría", en 1944.

   Gröning no tuvo relación directa con la selección de esos presos entre los aptos para el trabajo, que se convertían en esclavos para la industria amiga del nazismo, y los no aptos, a los que se asesinaba de inmediato.

   El procesado, quien ingresó en las Waffen SS hitlerianas con 20 años, en 1941, supo desde su llegada al campo de Auschwitz de la existencia de las cámaras de gas y que estaban destinadas a asesinar a los judíos cuyo equipaje él clasificaba, según su declaración.

   Fue testigo no sólo de esas operaciones, cuyo objetivo era el exterminio masivo de los judíos, sino también de actos aislados de extrema brutalidad, como la ejecución con gas en una granja vecina de unos presos que habían tratado de huir y cuyos gritos escuchó hasta que lentamente murieron. (NA)