Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Estacionar, esa difícil cuestión

Mientras el municipio avanza, a través de su sociedad Bahía Transporte Sapem, con la ampliación del radio de estacionamiento vehicular pago y medido, los comerciantes insisten en señalar que esa medida afecta de manera severa sus ventas, por lo cual plantean la posibilidad de dejar el auto en el microcentro, en determinados horarios de la tarde, sin pagar.

La realidad es que nadie puede afirmar que la baja en las ventas tenga que ver de manera exclusiva con esa situación, ya que el fenómeno se registra en todos el país como resultado de un momento económico realmente complicado, donde la inflación sigue haciendo estragos en los sueldos y los índices de desempleo crecen cada día, por lo que una desaceleración de la actividad económica parece no solo probable sino obligada.

El municipio ha propuesto un plan de movilidad sustentable, buscando generar mayor agilidad al tránsito vehicular y que, de esa manera, disminuyan los porcentajes de accidentes.

Las primeras evaluaciones parecen señalar que se está en el camino correcto, más allá de las críticas que puede haber recibido esta propuesta, que tiene la aprobación del Concejo Deliberante.

Pero, además, no puede dejar de tenerse en cuenta que, en la búsqueda de mejorar la calidad del transporte público de pasajeros, y de generar recursos que permitan subsidiar el valor del pasaje, el estacionamiento medido y pago es una herramienta clave, por la cual aquellos que utilizan la vía pública para dejar sus autos permiten mantener en equilibrio al sistema.

La idea es, también, favorecer la rotación vehicular, desalentar a los conductores que ocupan por demasiadas horas los boxes y, al decir de los autores del nuevo esquema, generar un cambio de conducta general, que gradualmente impulse a la gente a caminar unas cuadras si prefiere no pagar por el estacionamiento.

Es común que las decisiones que se toman en distintas materias urbanas no favorezcan a todos los sectores, sino que, por el contrario, se afecte a unos más que a otros. De allí la importancia de que, antes de ponerse en efecto estas intervenciones, se debata la cuestión entre los distintos actores, de modo de considerar cómo mitigar los posibles efectos negativos de todo cambio.

La decisión final debe, sin embargo, apuntar siempre a lo que se considera el bien común o general, clave una ciudad que, por su complejidad, exige siempre que haya cambios y adecuaciones.