Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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Una mamá científica y sus circunstancias

Protagonista. Tiene 50 años, dos hijos y varios premios. Sus días transcurren entre el hogar, las aulas de la UNS y el laboratorio. En 2014 fue reconocida por las Naciones Unidas, el Conicet y L'Oreal. Por Ricardo Aure.
Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

La presencia de la mujer en el plano científico es cada vez más activa. A fines de 2014, el 60 por ciento de las becas que entregó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) quedaron en manos de mujeres: 5.774 contra 3.827 de los hombres.

Una visión global del país indica que el 52 por ciento del total de los investigadores corresponde al sexo femenino, 4.403 a 4.108.

En lo que puntualmente respecta a Bahía Blanca, además de la cantidad, sobresale la calidad, tal como se evidencia en importantes y recientes distinciones dentro y fuera de nuestras fronteras.

Uno de los principales reconocimientos de 2014 fue para la doctora en Química María Luján Ferreira, quien en noviembre, por la combinación de nano y biotecnología en aplicaciones de materiales magnéticos como soportes o adsorbentes, en el Senado de la Nación recibió la Primera Mención Especial del Premio Nacional Por las Mujeres en la Ciencia, que por octavo año consecutivo entregaron la firma L'Oreal y el área de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Profesora adjunta de la Universidad Nacional del Sur, miembro de la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui) e investigadora del Conicet, esta bahiense procura lograr partículas de magnetita nanométricas capaces de inmovilizar enzimas, adsorber contaminantes de soluciones acuosas y, mediante la aplicación de un campo magnético, ayudar a dirigir fármacos como parte de sistemas sofisticados de dosaje de medicamentos.

Con dicho fin, lidera un equipo que trabaja en la nanoescala, es decir con partículas mil veces más chicas que el diámetro de un cabello humano. En ese tamaño, como las partículas tienden a agruparse, es preciso buscar su división y controlar su tamaño y forma.

A María Luján Ferreira la impulsa un sueño: que, en 10 o 20 años, lo que investiga cada día en el laboratorio sirva para la obtención de nuevos productos mediante enzimas, la eliminación de contaminantes derramados en aguas, la aplicación en medicamentos contra el cáncer, capturar metales pesados y en muchas otras cuestiones de la vida cotidiana.

--En 2004, tras recibir el premio Bernardo Houssay, afirmó que esperaba servir con su tarea a la humanidad. ¿Lo está logrando?

--Siento que sí. Todos los científicos aspiramos a que, desde el campo en el que nos desempeñemos, tratamos de servir. Me formé en un medio en donde siempre se insiste en enfatizar nuestro compromiso con la sociedad argentina. Esto implica asumir la realidad y participar de la forma adecuada frente a los problemas que podemos resolver, o alertar a quienes corresponda y de la forma correcta cuando advertimos situaciones que nos desbordan. Claro que, en general, hacer las cosas bien no es fácil ni rápido.

--¿La educación universitaria es un privilegio que sólo se dimensiona desde las habilidades?

--El privilegio de la educación superior da responsabilidades, no solo habilidades. En ese sentido me parece importante, como actitud, acercarse con humildad, respeto y reverencia a la naturaleza, saber que siempre es fascinante y compleja, y que solo con esfuerzo, reflexión y perseverancia, planteando desafíos, cuestionando y planeando con rigor el trabajo en el laboratorio, se podrán lograr innovaciones que en algún momento llegarán a la sociedad.

--¿El tiempo y sus urgencias le crean presiones?

--Trato de ser paciente. Quizás logremos resultados valiosos en 5 o en 10 años, quizás no sea yo sino alguien formado por mí o en formación.

--¿Y en qué lugar pone a su ego?

--Lo dejo en el lugar desde donde me ayude a enfrentar desafíos, para no perder de vista que debo ser una estudiante perpetua; a incentivar la participación y apoyar a los más jóvenes y de guiarlos a trabajar metódica, rigurosamente a pensar y a cuestionar independientemente. Saber desarrollarse en equipo es clave. Y en eso estoy, intentando contribuir en la formación de recursos humanos y de incrementar el conocimiento en temas de investigación.

--¿Qué advierte de la investigación en nuestro país?

--En los últimos años, desde becarios hasta investigadores, hay mayor inversión en proyectos y herramientas para equipamiento, infraestructura y recursos humanos. Noto un proceso de concientización de la importancia de patentar y de ver la transferencia de tecnología como oportunidades adicionales de desarrollo de empresas y de inversiones que reflejen a la ciencia en productos comerciales o en proyectos nacionales. Eso requiere de nuevos saberes y terminologías, al menos para mí, que desarrollé mi carrera en el laboratorio, sobre todo en lo experimental y a escalas muy chicas.

--¿Los científicos se están acercando más a la comunidad?

--Se habla más de ciencia, de su importancia, y existe un acercamiento de los científicos a la sociedad y viceversa, pero somos nosotros los que tenemos que saber comunicar lo que hacemos de una manera comprensible.

--¿Se dimensiona justamente la oportunidad que implica una educación pública con universidades de niveles reconocidos en todo el mundo?

--La valoración depende mucho de la persona, de su historia y de sus referentes. La universidad pública y mi familia me dieron la posibilidad de seguir una carrera sin tener que trabajar. Le estoy muy agradecida a nuestro país por esa oportunidad y me debo a los ciudadanos que pagaron mi educación superior.

--Idealista, transparente, hiperactiva, controladora, espontánea, leal y directa, obsesiva, muy insistente y demandante. ¿Cuántos de estos términos entran en su autodefinición?

--Menos el de controladora, todos... No he perdido la curiosidad y el entusiasmo por el análisis y la discusión de los resultados y por los hallazgos diarios en el laboratorio. La perseverancia es uno de los aspectos más marcados de mi personalidad, junto con una gran avidez por conocer sobre los temas que me interesan.

--¿El pensamiento científico perdura más allá del laboratorio?

--El trabajo científico prepara y otorga herramientas para encarar los problemas de la vida personal, sean grandes o chicos. Yo sigo pensando como científica fuera del laboratorio, pero estar entrenada en ciencia y en catálisis no prepara para el desafío de ser mamá, tener relaciones interpersonales productivas o inteligencia emocional en el trabajo y en casa.

--¿La investigación y la docencia le han restado horas a su rol de mamá?

--Ser mamá es uno los roles más importantes de mi vida y, por una serie de razones, me ha pedido y me pide mucho. Por eso he “pensado” con el corazón para darles prioridad a las indelegables responsabilidades familiares. También he contado con gran ayuda, sobre todo de mi mamá. En general, las mujeres de este siglo XXI que trabajamos más allá de la casa asumimos muchos roles en forma simultánea.

--¿Y está logrando equilibrarlos?

--No aspiro a ser perfecta en todos. Hago lo que puedo. Y espero estar haciéndolo bien. Ser mamá implica un infinito aprendizaje porque los hijos, las circunstancias y yo cambiamos. Por otra parte, a medida que pasa el tiempo, el trabajo también cambia. Por eso hay que crecer y desarrollar habilidades. Con entusiasmo, dedicación, vocación y respeto trato de ser una buena mamá, ama de casa y científica. En la búsqueda del equilibrio constante y en la diaria toma de decisiones voy construyendo la vida. No hay recetas.