Martín Bossi se presenta este fin de semana en el Teatro Don Bosco

Redacción de La Nueva.

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Concretar la llamada al celular representa, de por sí, una odisea. SMS, whatsapps... Nada resulta hasta dos días después de iniciados los intentos.

Entonces, cuando la conversación con Martín Bossi se da finalmente a través del viejo y querido teléfono fijo, la catarsis sobre las desgracias a las que nos tienen sometidos los tiempos de las redes y la telefonía móvil deviene invariable.

"¿Ves? Sobre esto es Big Bang Show", cuenta el creador de imitaciones memorables, desde la mismísima presidenta de nuestra Nación. "Es sobre la comunicación e incomunicación".

"Vivimos hiperconectados y estamos desconectados del otro. Yo ya no puedo hablar por celular ni desde mi casa, porque tengo que andar buscando la señal. Mando whatsapps, pero es una basofia...

"Me preguntás qué espero de este espectáculo que no me haya dado ya y te respondo que me está llevando, por ejemplo, a Bahía Blanca, una ciudad que no conozco y gente a quien llevarle mi forma de pensar", señala sobre la cita que repartirá en tres funciones, entre esta noche y la de mañana, en el Teatro Don Bosco.

"Big Bang no es un simple espectáculo: es mi forma de pensar puesta sobre un escenario. La excusa es decir `vengan que se van a reír, pero es un engaña pichanga, como decía mi abuela...".

Sin máscaras y para compartir

"Antes hacía shows para mí. Eran espectáculos para el ego. Me plantaba ante la gente como diciendo `vengan a ver lo bien que imito a Ricky Martin, a Axel Rose, a Michael Jackson, a quien sea...", confiesa Martín Bossi sin mucho preludio ni anestesia.

"Actuaba para que la gente me mirara y aplaudiera, pero no estaba yo. Y tampoco me costaba nada irme de mí para hacer esos personajes.

"¡No la careteaba, porque no necesitaba nada para hacerlo. No tomaba, no me drogaba, aunque es cierto que por ahí vivía otros infiernos, como puede ser una sucesión de amores perros. A veces es muy fácil quedarse solo. Pero lo cierto es que no ofrecía verdad en el escenario".

-- Lo tuyo es honestidad brutal. ¿Qué te tuvo que pasar para que hicieras un clic y cambiaras aquello por esto que traducís en "Big Bang"?

-- ¡Apa...! Me tuvieron que pasar los 40 (de edad). Me tuvo que pasar la vida.

-- Y parece que ahí hubo mucha terapia...

-- (Risas) Mucha... Mirá, en un momento era tal mi locura que mi mamá me miró y me dijo: "tenés que ir a un psicólogo". Me animé; escarbé, me enfrenté a mis infiernos y saqué todo esto.

-- ¿Y de qué te agarraste para encontrar la salida?

-- De la verdad. De mi verdad.

--¿Cómo se traduce esa verdad en el espectáculo?

-- En hacer lo que hago sin máscaras. Es muy fácil ficcionar a los íconos con máscaras. Con anteojitos redondos y una chaqueta militar cualquiera es John Lennon; si cambiamos por una amarilla, un bigote grande, el pelo engominado será Freddie Mercuri; y si le mandamos negro, brillo, un sombrero y anteojos oscuros es Michael Jackson. Eso lo puedo hacer yo, vos y el portero de mi edificio.

-- El asunto es que en "Big Bang" recreás un Tato Bores o un Alberto Olmedo, que son demasiado cercanos a la experiencia de tu público... Tenés a Carna haciendo a Javier Portales y a Adriana Brodsky como "La Bebota".Ahí no le podés errar...

-- Es un compromiso. El tema es entregar el corazón y que la gente sienta que estamos compartiendo algo que nos es común y que nos hace felices. Si el público me lo cuenta y comparte conmigo su propia verdad, significa que nos comunicamos. Y eso es lo valioso.

-- Un espectáculo como "Big Bang" debe llevar su tiempo... ¿Ya estás trabajando en lo próximo?

-- Desde que estrenamos Big Bang, estoy preparando el próximo espectáculo... Y lo pensamos estrenar en mayo. Sí, es mucho, muchísimo trabajo; sobre todo si querés llevarle a la gente la misma calidad en todas partes. En este caso, llevamos una banda de 15 músicos, a Manuel Wirtz en la dirección, además de Adriana y Carna. Y después de Bahía vamos para Córdoba, paramos un par de meses y retomamos en Mar del Plata. Pero me gusta, porque me gusta lo que está sucediendo.

--¿En qué pensás en este instante?

-- En este momento, en esta conversación, en qué voy a hacer dentro de un rato, cuando dejemos de hablar y me encuentre con tu ausencia.