Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Tom Cruise es el dueño absoluto de la pantalla

El cotizado actor estadounidense recobra el protagonismo absoluto en Misión imposible: Nación secreta.
Foto: Reuters

Por Fabio Luayza / fluayza@lanueva.com

¿Será descabellado afirmar o siquiera pensar que Tom Cruise, a esta altura de su carrera, está totalmente desquiciado? ¿Será justo sospechar que su afinidad extrema con la Cientología lo ha hecho enloquecer hasta límites extremos? ¿Será que está obsesionado por mantener a cualquier precio esa fama ganada en tantos años de carrera en la meca de la industria cinematográfica?

Todos estos interrogantes surgen a partir del estreno de Misión imposible: Nación secreta, la quinta de la saga, una franquicia que no ha decaído nunca.

Es Tom Cruise el que está agarrado de la manija de una puerta externa sobre el ala de un avión lanzado a 300 kilómetros de velocidad, tanto en el carreteo, despegue y en pleno vuelo. No es un doble. Es Tom Cruise.

Es el bueno de Tom el que anima las peleas más sangrientas y espectaculares, el que protagoniza interminables persecuciones de autos y motos. Y todo con 53 años encima.

Aquí vuelve a ser el espía Ethan Hunt, ése que en esta entrega no tiene tanto apoyo de su equipo de amigos que son Benji, Brandt y Luther, pero que debe lidiar con la enigmática espía británica infiltrada Ilse Faust, para descubrir la trama secreta de El Sindicato, una organización terrorista que atenta contra los países aliados de Occidente.

Hay acción y vueltas de tuerca al por mayor. ¿Buscaban entretenimiento? Imposible no pasarla bien.