Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Salarios para pasar las elecciones

Finalmente el Gobierno consiguió imponer su criterio, al menos con muchos sindicatos que están dentro de la CGT oficialista. Atrás quedaron las advertencias de Antonio Caló, que varias veces estuvo a punto de iniciar una huelga de metalúrgicos.

Tanto la UOM como la Construcción, mercantiles y estatales acordaron un 27%.

En la vereda de enfrente, los bancarios harán una huelga de 48 horas y el transporte ya fijó el 9 de junio como fecha de su medida de fuerza, que volverá a parecerse a un paro general ante la imposibilidad de asistir al trabajo.

Axel Kicillof consiguió imponer, al menos en los casos mencionados, su criterio de aumentos salariales más bien moderados para este año.

Contra todo pronóstico previo, el ministro de Economía fue el más conservador de todos a la hora de establecer la pauta de incrementos, sobre todo tratándose de un año electoral.

Claramente un aumento del 27 por ciento está por debajo de la inflación cercana al 35% registrada el año pasado, lo que significa una importante pérdida de poder adquisitivo.

Pero, por otra parte, después de tantos años de inflación acumulada también el público tiene claro el fenómeno de “ilusión monetaria”: conseguir aumentos que pueden resultar exagerados para la situación que viven las empresas sólo genera más inflación, por lo que los incrementos nominales tienen escaso impacto en el poder de compra.

Pero aún teniendo en cuenta estos factores, sigue sin estar del todo claro por qué el Gobierno, en pleno año electoral, decidió ponerse más duro que nunca a la hora de establecer la pauta salarial.

No son pocos los que creen que el ministro ya está pensando en su continuidad en el cargo en el 2016. Si esto fuera así, es fundamental evitar que la inflación se desboque y llegar mejor parados a fin de año.

Según este criterio, como la “herencia” la recibirá el propio Gobierno, es mejor que la misma resulte lo más manejable posible.

Así, quedaría desactivado el “Plan Bomba” al que hizo referencia la UIA en uno de sus informes reservados.

Menos influencia

Otra posibilidad es que se haya tenido en cuenta que el sector asalariado formal representa una porción cada vez más chica de la torta de quienes reciben un ingreso en la Argentina. Esto significa que tiene poco peso electoral.

El 35% que trabaja en negro, por ejemplo, queda afuera de las paritarias. Los que cobran un plan social dependen de los aumentos que otorgue el Gobierno.

Por otra parte, vale recordar que las jubilaciones suben de acuerdo a la marcha de la recaudación de la seguridad social.

Además, el trabajador registrado es el único de esta lista que está habilitado para la compra de dólar ahorro, que muchos utilizan como un aumento salarial encubierto.

Por último, tampoco le desagrada a la Casa Rosada tirar de la cuerda en la disputa con Hugo Moyano o Luis Barrionuevo, dos sindicalistas con histórica mala imagen. Tenerlos en la vereda de enfrente también puede tener un rédito para la presidenta.

Como corolario de esta situación, el consumo viene planchado, pero podría tener un repunte en los próximos meses entre la combinación de aumentos salariales y los planes de cuotas y descuentos lanzados por la mayoría de los comercios para que no se caiga más la demanda.

De hecho, la confianza de los consumidores creció en mayo 4,1% respecto a abril, según un informe de la Universidad Torcuato Di Tella (UDTD), que destacó además el hecho de que el indicador se ubica en el nivel más alto desde febrero de 2012.

Así las cosas, y pese a que la suba en el consumo tiene gusto a poco, el efecto positivo perduraría al menos cuatro o cinco meses, lo necesario hasta pasar las elecciones.