Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

El trágico punto final

¿Escribo o no escribo? ¿Puntos suspensivos o punto final? ¿Mito o realidad? Mis queridos lectores luego de librar un interno debate kafkiano, mezcla de angustia y absurdo, decido abordar un tema del cual poco se habla y que debe ser “puesto en palabras”.

David Phillips, sociólogo, explicó el denominado efecto Werther a partir de lo ocurrido en el siglo XVIII entre quienes habían leído la novela de Goethe Las penas del joven Werther; efectos similares se produjeron luego de la muerte Marilyn Monroe y otros personajes públicos, evitándose así el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación.

Según la Organización Mundial de la Salud es una de las principales causas de muerte no natural; silenciarla genera que pululen mitos y se sostengan en el tiempo cientos de tabúes, a sabiendas que aquello de lo que no se habla obstaculiza su solución, la cuestión o el debate reside en cómo debería ser tratado y no en enmudecer la problemática.

Se habla de ansiedades, miedos, fobia, pánico, obsesiones, pero es casi nulo hablar de suicidio, de sus causas y sus consecuencias, como también son casi nulas las estadísticas y los registros, sin embargo asisten a las consultas personas cada vez más jóvenes, adolescentes lastimados intentando decir, intentando expresar dolor, angustia, ansiedad, acechados por el temor de cometer un acto suicida.

Estudios científicos revelan que el hecho se consuma mayormente entre el sexo masculino aunque las mujeres protagonizan mayor cantidad de intentos, pero lo cierto es que historias personales, individuales e íntimas desbordan de dolor y el deseo está dirigido en terminar con esa situación dolorosa, acuciante, quedando superadas las interpretaciones coyunturales o sociológicas.

Dolor y más dolor, también para el círculo que rodea a quien no encontró otra salida a tanto dolor; preguntas sin respuestas, culpas eternas repartidas, cambio de vida obligado para los familiares sobrevivientes del suicidio que atraviesan la angustia, el miedo y hasta la vergüenza.

Como todo problema mental se funda en un funcionamiento inadecuado que conduce a enfrentar situaciones vitales y cotidianas de un modo poco adaptativo, pero que con ayuda terapéutica se aprende a visualizar formas más apropiadas de revolver los conflictos, dejando atrás la desesperanza que en la generalidad de los casos es la que antecede a una decisión tan trágica como es la de quitarse la propia vida.

Tal vez sea el momento de dejar a un lado el argumento del efecto copia y hablar con rigor y fundamento para desmitificar y terminar con falsas creencias… Tal vez sea momento de dejar a un lado “el como si” y abordarlo con un deseo genuino y no de forma superficial… Tal vez sea el momento de que se habiliten espacios de formación para detectar, prevenir, tratar y no meras derivaciones a los servicios de salud mental… Tal vez sea momento que los verdaderos olvidados, los familiares de quien ya no está encuentren un espacio para tramitar esta traumática experiencia que deja marcas de por vida…

Las conductas autolíticas no funcionan como las enfermedades físicas, no es un virus que se contagia, no es una tendencia que se copia, sino que tienen relación con una situación de sufrimiento prolongado, no vista, no escuchada…

Tiene que ver con alguien que no pretende dañar a otros con su comportamiento… Con alguien entre angustia y absurdo que da indicios y se pronuncia de forma casi imperceptible, con puntos suspensivos que nadie decodifica… pero que un día pone un punto final.