Bahía Blanca | Jueves, 21 de agosto

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Carlos Villarroel: perderse para crear más allá del tiempo

Tiene 25 años, es ilustrador y diseñador gráfico. Vive en el Cooperación II y sus obras ganan consideración en la ciudad y la zona. Sostiene que él es el peor crítico de sus trabajos.
Una pequeña muestra de sus trabajos, en su pieza-taller del Barrio Cooperación II.

Cuando pinta se olvida del tiempo y se pierde en las formas y los colores. Pueden pasar horas y él está ahí con los lápices y las acuarelas, dando toques y detalles, observando y experimentando.

No siempre el resultado es el que busca. Tanto que muchos trabajos no ven la luz y se frustra.

Carlos Villarroel es muy perfeccionista y es, por sobre todo, su peor crítico. “De hecho, no me gusta mucho exponerme. A todas mis acuarelas las tengo adentro de un sobre en un cajón y sólo las saco si me piden verlas o cuando las uso como material en mis clases. Creo que todavía no llego al ideal que espero de ellas y pienso que aún estoy en un proceso de búsqueda”, reflexiona este bahiense de 25 años, ilustrador y diseñador gráfico, cuyas creaciones empiezan a trascender la ciudad y la región.

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Hasta que llegó al Barrio Cooperación II, en 1997, se mudó varias veces porque sus viejos alquilaban. Por eso pasó por muchas escuelas, cree que 7 en total. Dice que fue un alumno muy aplicado y con los mejores promedios.

Siempre supo que el dibujo era lo suyo. Pésimo en los deportes según sus propias palabras (indica que el deportista de la familia es su hermano mayor Matías, exfutbolista de Tiro Federal y actual midgista), Carlos prefería sentarse a dibujar, leer un buen libro, historietas o mirar dibujos animados. Cosas que sigue haciendo.

Estaba en la Media Nº 2 cuando se decidió a ingresar a la Escuela de Artes Visuales. Muchos lo desalentaron, le decían que el “arte no te da futuro”. Llegó a discutir y a pelearse pero su convicción tuvo el constante respaldo de su mamá, María del Carmen.

Entre 2008 y 2013 cursó al mismo tiempo Diseño Gráfico e Ilustración. Le queda un par de finales para recibirse pero tiene ambos títulos intermedios, es decir las tecnicaturas.

Mientras estudiaba comenzó a trabajar como diseñador para una consultora cuyos principales clientes son, entre otros, Profertil, Dow y AIQ. También a dar clases con su amigo y colega Gonzalo Angueira, en el taller de dibujo e ilustración que comparten.

“Disfruto mucho dar clases. Me gusta creer que lo que sé y aprendí les sirve a las personas para su propio desempeño. Tal vez soy poco ortodoxo, pero eso lo hace más divertido”.

¿Y qué pretende en sus retratos? Que los personajes miren, que los ojos tengan vida.

“Aun tomándome libertades en cuanto al realismo, quiero que las personas que los vean se sientan reflejados en las miradas".

Carlos también trabaja en un libro ilustrado para niños, con textos de la bahiense Silvina Juárez, cuya publicación se espera para septiembre.

Participa, además, de un proyecto de ilustración con colegas y alumnos, y de la animación de Micro, un corto animado dirigido por Pablo Fortunato (joven director bahiense) del cual dice que gran parte del proceso “está cocinado”.

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Cuando está muy estresado con el trabajo de diseño, o estancado y falto de musas, larga todo, toma lápiz y papel, y se relaja. Después, otra vez manos a la obra para olvidarse en el tiempo y perderse en las formas y colores.