Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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"El Estado nos dejó en banda a todos"

A 25 años del desembarco, Cristina Naury, la esposa del primer héroe de Malvinas, asume que la herida no cicatriza. Intentó suicidarse dos veces y dice: "Ahora quiero saber".

Maximiliano Palou / "La Nueva Provincia"

     --¿Se pasó el dolor?
     --Te queda una llaga que nunca cierra. Nunca podés cicatrizar esa herida, siempre está latente y más cuando te encontrás con gente que te dice: "Usted es fulana...". Eso me devuelve a aquel momento... Me casé y tuve dos hijas con amor. Pedro era un hombre maravilloso: demasiado perfecto para este mundo.

* * *



     No hay fotos del capitán de fragata Pedro Giachino en el living del departamento del noveno piso de la calle Brown de Mar del Plata.
     "Tengo una en mi mesa de luz", dice Cristina Naury, mientras se sienta inclinada hacia adelante sobre el sillón de tres cuerpos. Adoptará varias posturas durante los 96 minutos de charla. Una charla cortada varias veces por las lágrimas de una mujer que no olvida.
     --¿Fue al psicólogo?
     --Sí, por consejo de todo el mundo. Pero nunca tuve esperanzas de que me ayudara. No me acuerdo de lo que hablé. Tuve dos intentos de suicidio. A esta altura de mi vida ya no me agarran bajones, pero antes me encerraba, ponía la música muy alta y leía las cartas de Pedro. Creo que está todo en uno y en decir: "No me voy caer". En esos momentos de bajones fui egoísta porque no pensé en mis hijas.
     --¿Se enojó con Dios?
     --Lo insulté. Pero después me di cuenta de que tiene elegidos. Y Pedro fue un elegido. Ahora no rezo, hablo. Voy a la iglesia cuando me pide algo de muy adentro.
     --¿Cómo lo vivieron sus hijas?
     --La mayor (Vanesa), que está en España, tiene un carácter divino y va para adelante. Me recosté mucho en ella. Era la que hablaba con el periodismo, la abanderada de los ex combatientes... Ella agarró las riendas y yo me quedé un poco. La otra (Karina) es más parecida a mí, por eso nunca quiso hablar con la prensa.


     --¿Cómo fue educarlas sin el papá?
     --Tuve que hacer de mamá y de papá. Y tuve que ser dura en algunas oportunidades: con las salidas, con los novios, con el estudio. A veces las discusiones eran duras y hasta me llegaron a decir: "¿Por qué en vez de morirse papá, no te moriste vos?". Pero eso es un poco lógico porque las nenas son del papá, como dicen. Pedro siempre les hacía juegos. A la noche les daba 10 besos antes de que se durmieran. Les hacía el payaso, el avioncito, todo...
     --¿Tiene contactos con ex combatientes?
     --Recién desde el año pasado. Ahora quiero saber. Tengo mucho apoyo de los ex combatientes y por eso estoy en el grupo de Mar del Plata.
     --¿Cómo se portó el Estado en estos 25 años?
     --El Estado nos dejó en banda a todos. Todos los días se mata un ex combatiente y no reciben respuestas. Es difícil porque no tienen casa, porque tienen hijos enfermos y les cuesta atenderlos. Otros se emborrachan por la depresión que les causó la guerra, le pegan a la mujer... Y a esa gente no les dan una mano con trabajo, ayuda psicológica o con subsidios.
     "Mi hija más grande tuvo cinco operaciones y yo hipotequé mi casa para poder atenderla. ¿Dónde está el gobierno? ¿Dónde está la gran familia naval? Todo es una farsa, una hipocresía..."
     --¿Qué le gustaría que pasara el 2 de abril?
     --Que reconocieran a los ex combatientes que fueron a dar la vida por la Patria. Incluso te digo: para mi marido era su carrera, pero a esos chicos que arrancaron de sus casas... ¿Por qué?

Ese pájaro de mal agüero


     La lechuza estaba ahí. Justo en el frente de su casa de Puerto Belgrano, sobre el palo que decía: "Capitán de corbeta Pedro Giachino". Cristina no la había visto. Una amiga se la señaló:
     --Qué cretino ese bicho de miércoles que trae tanta mala suerte.
     Cristina no le hizo caso. Siguió su marcha y se metió en la casa. La amiga, criada en el campo, insistió:
     --Dale, traé unas zapatillas y ponelas en cruz. A esto lo veo feo.
     En la infancia y la adolescencia porteñas nadie le había enseñado a Cristina a creer en esas cosas.
     Las zapatillas quedaron donde estaban. El perro de los Giachino lloró toda la noche.

* * *

     Unos años antes...

     El mediodía de verano agobiaba a Mar del Plata. Cristina se tomó un respiro en el estudio del abogado para el que trabajaba durante sus vacaciones en casa de la abuela. Se fue hasta el balcón del primer piso para ver si el aire era más fresco.
     Abajo, en la calle, pasaban tres cadetes de la Escuela Naval con sus impecables uniformes. Dos eran mejicanos; el otro era Pedro Giachino.
     Uno de los mejicanos la vio y empezó a cantarle: Cristina como súbita Julieta. Ella se rió y volvió adentro.
     --Ya está Cristina, podés irte --le dijo el abogado.
     Salió del edificio sola. Enseguida tuvo compañía: los cadetes la siguieron hasta el negocio donde la mamá vendía pulóveres. Cristina volvió rápido a lo de la abuela.
     Tarde. Pedro ya le había echado el ojo. Averiguó la dirección y fue a tocar timbre.
     --Señora --le dijo a la abuela de Cristina--, la invito a una fiesta de la Escuela Naval.
     Fueron las dos. Pero la chica bailó toda la noche con un mejicano y la abuela aprovechó para charlar con Pedro.
     Cristina olvidó los guantes en el salón. Pedro se los llevó al día siguiente y lo invitaron a cenar. Después llegó el té para dos en la confitería del Jockey Club.
     Hasta que Pedro empezó a viajar por estudio y sólo quedaron las cartas.
     Buenos Aires lo hizo todo más fácil. Pedro estaba cerca, en el astillero Río Santiago, y en una licencia la llevó a la disco Elefante Blanco y al fin se dieron el primer beso.
     A Cristina le encantaba el acento mendocino de Pedro, su simpatía, el porte, la calidez. Desde sus dulces 16, lo veía demasiado perfecto para este mundo.
     Cinco años después pasó a ser la señora de.


* * *

     La última noche juntos jugaron un rato con el perro.
     Las nenas (Vanesa, de nueve años, y Karina, de ocho) dormían cuando llegaron los misteriosos cajones.
     --¿Qué es todo eso? --preguntó Cristina.
     --Vamos a hacer un ejercicio --dijo Pedro--. ¿Me hacés unas plantillas para los borceguíes?
     Lo fueron a buscar temprano. Vanesa y Karina ya se iban a la escuela y él las abrazó y las besó muchísimo más de lo normal.
     --Quédense así --les dijo papá-- que quiero guardarme esa imagen.
     Después se subió al jeep . Y les hizo las morisquetas tontas que tanto las divertía, para llevarse también sus sonrisas.

* * *

     La madrugada del 2 de abril de 1982 la residencia del gobernador de las Islas Malvinas, Rex Hunt, parecía tranquila pero no. Cuando se acercó el grupo de comandos y buzos tácticos que lideraba el capitán de corbeta Pedro Giachino, la casa escupió una multitud de balazos.
     Pedro sintió el fuego en una pierna, primero.
     "Pidió el auxilio del enfermero, que era yo --cuenta Ernesto Urbina--, pero no pude atenderlo. A mí también me habían dado."
     El hombre que nunca levantaba la voz gritaba mucho.
     --"Tito", apurate que no llego...
     La hemorragia de la arteria femoral lo calló.
     "Con una herida así es difícil que alguien pueda sobrevivir si no se lo atiende enseguida. Es cuestión de minutos", dice el actual director del Hospital Naval de Puerto Belgrano, capitán de navío cirujano Jorge Rosas, quien en Puerto Argentino atendió a los heridos del desembarco.
     Pedro ya estaba inconsciente cuando lo subieron a un jeep para trasladarlo al hospital. Era tarde.
     Pedro Giachino se convirtió en el primer muerto de la Guerra de Malvinas.

* * *

     Cristina escuchó por Radio Colonia que un comando de militares argentinos había recuperado las islas.
     Estaba contenta. Dejó a las nenas en la escuela y se fue al centro de Punta Alta a comprar cintas celestes y blancas, para que los chicos las colocaran en los autos a la entrada de la Base Naval.
     "¿Por qué hay tanta gente en casa?", pensó. "Ah, claro... Me vienen a felicitar porque tomamos las Malvinas."
     Quiso encender el televisor, pero sus amigas no la dejaron. Enseguida un auto oscuro estacionó en la puerta. Unos hombres que no conocía entraron mientras los demás salían.
     --Cristina, sentate por favor --escuchó. La lechuza, la lechuza... --Tuvimos una baja.

* * *



      Cuando se recuperó del desmayo estaba en la cama del Hospital Naval. Se le acercaban desconocidos, le ponían inyecciones, le decían que tenía que ser el ejemplo de fortaleza para las demás madres y esposas.
     --¡Mis hijas! Quiero ver a mis hijas --dijo Cristina.
     Las hicieron entrar.
     --Mamá, ¿qué pasa con papá? --preguntó Vanesa--. Lo vemos en la tele pero cuando queremos escuchar la apagan.
     Cristina aguantó las lágrimas y recordó el cuento que había preparado con Pedro si pasaba lo que pasó.
     --¿Se acuerdan del pollito que se murió y que enterramos con papá? Bueno... a papá le pasó lo mismo: no lo vamos a ver más.

* * *

     Llovía mucho cuando Cristina fue a buscar el cuerpo de Pedro. Ahí en el ataúd, ella lo vio tan hermoso como siempre. Y con cara de paz. Imaginó que había muerto tranquilo por la misión cumplida, porque había visto flamear la bandera argentina en Malvinas: "Sí, Pedro era demasiado perfecto para estar en este mundo".


* * *

     A los seis meses le pidieron la casa con el cartel que decía: "Capitán de corbeta Pedro Giachino". Cristina se enojó con la Armada.
     Pensó en irse a Mendoza, donde vivían los suegros. Pero no: no quería ser eternamente "la señora de".
     Decidió volver a Mar del Plata, donde todo había empezado. Porque había que empezar de nuevo, como sea.
     Con el seguro de vida de Pedro compró un departamento.
     Vanesa y Karina debían entender que ahora mamá también intentaría ser el papá que no iban a ver más.
     Cristina entendió que debía intentarlo.



La carrera del héroe

     El capitán Pedro Giachino nació en Mendoza el 28 de mayo de 1947.
     Según su esposa, "era un poco vago para la escuela".
     Giachino ingresó en la Armada como cadete del curso preparatorio en febrero de 1964.
     Completó, entre otros, los cursos de Infantería de Marina (1968), de andinismo (1969), de reconocimiento anfibio (1970) y de paracaidismo (1976).
     El 31 de diciembre de 1981 fue nombrado capitán de corbeta, cargo que tenía al momento de su muerte. Luego fue ascendido a capitán de fragata.


Siempre yendo al frente

Por Ernesto Doria (*)

     Pedro llegó a Sportiva en 1977 y enseguida se engancharon él y su familia. Incluso lo recuerdo al borde de la pileta organizando asados.
     Como jugador de rugby era un fenómeno. Con su llegada y la del "Chato" Aruani pudimos armar una segunda línea interesante y que nunca habíamos tenido porque nuestro fuerte eran los backs.
     Además de ellos dos también estaba en el equipo Jorge Godoy (actual jefe del Estado Mayor General de la Armada). Los tres estuvieron en Malvinas.
     Me acuerdo de que una vez a Pedro se le cortó el tendón de Aquiles en un calentamiento antes de un partido importante. El dolor era fortísimo. Quería jugar igual, pero cuando lo vieron le dijeron que era imposible. Se quedó mirando el partido desde afuera y apoyando a sus compañeros. Después iba a los entrenamientos y a los partidos con el yeso y las muletas.
     La verdad es que Pedro murió como jugaba: yendo al frente.
     Así lo recordamos: solidario, comprometido y enfrentando a la adversidad.
     Un tipazo de aquellos.

(*) Compañero del equipo de rugby de primera división de Sociedad Sportiva.

La Bahía Blanca de 1982

* La dialéctica de Alfonsín

     El mismo 2 de abril, el por entonces dirigente del radicalismo Raúl Alfonsín estuvo en nuestra ciudad para dar la charla --suspendida a raíz del inicio de la guerra-- "La democracia es necesaria para terminar con la decadencia", auspiciada por el Ateneo Regional de Estudios Argentinos (AREA).


     Alfonsín dijo: "La ocupación de las Malvinas es una vieja aspiración de los argentinos que se efectúa de esta manera por la permanente negativa del Reino Unido de reconocer nuestros derechos".
     Quien más tarde sería presidente no dejó pasar la oportunidad: "Es un día muy especial en el que las Fuerzas Armadas deben recapacitar para poner en marcha un proceso para afianzar un Estado democrático en el que impere la justicia y en el que haya una mejor distribución de los ingresos".

* El apoyo de Ezequiel Crisol

     "Nosotros siempre hemos estado en defensa de la soberanía. Entendemos que lo actuado por las Fuerzas Armadas es el pensamiento de todos los trabajadores que no podíamos admitir la usurpación de un territorio nacional. Estamos identificados con esta actitud de haber terminado con 150 años de usurpación de las Malvinas", dijo Ezequiel Crisol, titular de la Asociación Empleados de Comercio.

* En el diario

     "La Nueva Provincia" eligió la declaración del representante de la Argentina ante la ONU, Eduardo Roca, para su título principal del diario del sábado 3 de abril: "La recuperación de las Malvinas es un hecho irreversible".
     El suplemento especial lo encabezó "Las Malvinas recuperadas" e incluyó la primicia fotográfica a nivel mundial.



* En la TV

     En Canal 9 daban las series Kung Fu y Blanco y negro, y la película La esposa del suicida , con Angie Dickinson. En el 7, el programa de tangos Grandes valores de hoy y de siempre , con la conducción de Silvio Soldán.

* En el cine

     El Plaza (Alsina 166) ofrecía El testaferro, de Woody Allen; el Ocean (Chiclana 250) daba El fierecillo domado, con Ornella Mutti y Adriano Celentano; el Rossini (Mitre 225), Los cazadores del arca perdida, con Harrison Ford, y el Victoria (Chiclana 227), Las turistas quieren guerra , con Jorge Porcel y Alberto Olmedo.

* En el teatro

     En el Municipal actuaban Mario Giusti y Carlos Muñoz en Los tres berretines , de Malfatti y De las Llanderas, dirigida por Constantino Juri.

* Fútbol local

     La selección de la Liga del Sur se preparaba para un partido con el combinado de Carhué por el 36º Campeonato Argentino de Fútbol. Dirigía Alfredo Maldonado y la integraban, entre otros, Abel Aletto, Oscar De la Canal, Oscar Maidana y Mario Rachi.