El "inventor" del Obelisco inauguró nuestra universidad
Atilio Dell'Oro Maini, quien, a sus 61 años de edad, formaba parte de lo más granado de la intelectualidad argentina, representó al presidente de la República en el acto de apertura de la UNS.
El 11 de enero de 1956 resultó una jornada de fiesta y orgullo para los habitantes de Bahía Blanca.
Fue el día en que quedó formalmente inaugurada la Universidad Nacional del Sur, creada apenas cinco días antes por el gobierno del general Pedro Eugenio Aramburu.
Para participar de aquel acto, en representación del presidente de la República, llegó a nuestra ciudad el ministro de Cultura de la Nación, Atilio Dell'Oro Maini, quien, a sus 61 años de edad, formaba parte de lo más granado de la intelectualidad argentina.
Pocos sabían, entonces, que ese hombre había sido el ideólogo del obelisco porteño.
Aquella rotonda sin destino.
En 1936, el intendente de Buenos Aires, el abogado Mariano de Vedia y Mitre, buscaba resolver un tema que apasionaba a todos los porteños: qué monumento colocar en la rotonda de cruce de las ampliadas avenidas Corrientes y 9 de Julio.
Dos aspirantes fueron propuestos para tener su homenaje en ese sitio: Carlos Gardel (fallecido trágicamente el año anterior) e Hipólito Yrigoyen (muerto en 1933).
Pero estas alternativas no entusiasmaron al intendente, quien sí escuchó la sugerencia del abogado Atilio Dell'Oro Maini, por entonces secretario de Hacienda y Administración.
Dell'Oro Maini dirigía la revista "Criterio", desde donde difundía y defendía el movimiento artístico moderno, incluida la arquitectura.
El 6 de febrero de 1936, Dell'Oro Maini escribió una carta al arquitecto Alberto Prebisch, también adherente a esa corriente y muy allegado a De Vedia y Mitre, sugiriéndole la construcción de un obelisco en el mencionado punto.
Prebisch adhirió de inmediato a la idea y la elevó al intendente porteño.
"Cada día me convenzo más de que nuestro obelisco no sólo será hermoso, sino que será una obra moralizadora desde el punto de vista estético, al introducir la geometría y la medida y pureza en este caos", aseguró Prebisch.
La realidad es que la propuesta generó una fuerte polémica entre los habitantes y artistas de la ciudad, al punto que el propio Dell'Oro Maini creyó que su idea sería irrealizable.
"Indudablemente, no será posible construir un monolito al estilo oriental, pero no deseo por ello abandonar mi proyecto, que me parece realmente bueno", comentó a Prebisch.
Lo cierto es que, finalmente, Mariano de Vedia y Mitre tomó el toro por las astas y, por decreto del 3 de febrero de 1936, encargó a Prebisch el proyecto y la construcción del obelisco.
La obra se inició de inmediato y se inauguró el 21 de mayo de ese año, soportando con dignidad los debates sobre su existencia hasta convertirse en un símbolo de nuestro país.
Dell'Oro Maini había hecho realidad su sueño.
De la gloria al ocaso, en apenas cuatro meses
Docente y consejero de la Universidad Nacional de La Plata, Dell'Oro Maini volvió a la función pública 20 años después de este hecho, en septiembre de 1956, al ser designado ministro de Educación por el flamante presidente defacto, Pedro Eugenio Aramburu.
Fue ocupando ese cargo que llegó a nuestra ciudad, el 11 de enero de 1956, para presidir los actos inaugurales de la Universidad Nacional del Sur (UNS).
"Hoy, esta ceremonia de instalación es un broche magnífico de una iniciativa local que es testimonio de amor y de la inclinación de sus hijos a los nobles afanes del espíritu", dijo, en su discurso, al tiempo de rescatar que la creación de esa casa era mérito de la ciudad, "con una energía que constituye el mejor ejemplo y la lección cabal de lo que puede ser prueba consciente de sus grandes destinos".
Aplaudido, vitoreado y muy bien recibido por la ciudadanía bahiense, Dell'Oro Maini vivió aquí un éxito que sería fugaz en ese cargo.
Apenas cuatro meses después, en mayo de 1956, los estudiantes agrupados en la Federación Universitaria del Sur ocupaban los edificios de la avenida Colón 80 y de Rondeau 29, adhiriendo a idéntica postura adoptada en otras universidades del país, solicitando la renuncia del ministro, acusado de realizar algunas prácticas indebidas que entorpecían el funcionamiento universitario.
El 17 de mayo Dell'Oro Maini presentó su renuncia.
Aramburu la aceptó y le dio las gracias "por los muy importantes y patrióticos servicios prestados".
A partir de entonces, volvió al ejercicio de la docencia, escribió libros y, en 1962, aceptó la propuesta de ser embajador de nuestro país en Brasil, primero, y en Roma, después.
En 1966, fue elegido presidente de la Unesco, cargo que ejerció con notable trascendencia.
Atilio Dell'Oro Maini falleció el 15 de julio de 1974. Fue despedido desde todos los círculos culturales, civiles y políticos del país como una persona honorable que había trabajado de buena manera en favor de su patria.
Mariano de Vedia y Mitre,
el intendente del Obelisco,
descansa en Bahía Blanca
Los restos del doctor Mariano de Vedia y Mitre, el intendente que cambió para siempre la fisonomía porteña con sus ampliaciones de las avenidas Corrientes y 9 de Julio y que decidió la ejecución del obelisco porteño, descansan en el cementerio de Bahía Blanca.
Sus cenizas llegaron en 1972, cuando la biblioteca Rivadavia concretó la repatriación de los restos de dos hijos dilectos de nuestra ciudad: Felipe y Luis C. Caronti, inhumados ambos en el cementerio de La Recoleta.
Fue entonces que una de las nietas de Felipe, Helena Caronti, pidió trasladar también a Bahía Blanca las cenizas de su esposo, que residían en la misma bóveda.
Su marido había sido, precisamente, Mariano de Vedia y Mitre, profesional que excedió largamente su actividad política, para ser un prestigioso hombre de letras, autor y traductor de varios libros.
Es así que quien visite la tumba de los Caronti en nuestro cementerio también estará visitando, aunque ninguna placa se lo indique, los restos de este hombre que, en 1936, hizo construir el obelisco de Buenos Aires.
Mario Minervino