Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Emotivo recorrido por la vida de Natty Petrosino

"Sabía lo que todo el mundo sabe, que había sido modelo, alguien del ambiente, de la alta sociedad, que alguna vez había encarnado los ideales de belleza, juventud y glamour que la misma sociedad propone. Hasta que tuvo un radical cambio de vida tras haber permanecido clínicamente muerta. ¿Qué le había pasado exactamente?".




 "Sabía lo que todo el mundo sabe, que había sido modelo, alguien del ambiente, de la alta sociedad, que alguna vez había encarnado los ideales de belleza, juventud y glamour que la misma sociedad propone. Hasta que tuvo un radical cambio de vida tras haber permanecido clínicamente muerta. ¿Qué le había pasado exactamente?".


 Así relata en su libro Por qué creo en Dios. El despertar de Natty Petrosino, el bahiense hoy radicado en Coronel Dorrego Juan Ignacio Gilligan, al bucear en las razones de una obra divina que trascendió la ciudad para afianzarse en Mendoza y, ahora, en Formosa.


 La obra ya había sido presentada en la Universidad Pública de Navarra, España, con motivo del premio pro defensa de los Derechos Humanos Jaime Brunet que recibió Natty por su labor en favor de los más necesitados.


 El libro tiene 106 páginas con testimonios y fotos inéditas. Fue dividido en tres capítulos principales, uno a cargo del autor, otro con el testimonio de Eva Castrore, colaboradora de la misionera, y de su mano derecha, Zulema Governatori.


 Luego la obra contiene algunas reflexiones de Natty, un poema de Governatori e informaciones adicionales sobre la fundadora del Hogar del Peregrino, a fines de la década del '70.


 "Ella misma (por Natty) insiste a menudo en no quedarse con la anécdota de lo que fue capaz de hacer, como alimentar a miles de personas diariamente o armar barrios, escuelas o salas médicas. Lo verdaderamente importante, aclara, es apreciar la presencia de Dios obrando a través de ella, marcando los lugares y los tiempos, facilitando siempre los recursos", puntualizó Gilligan.


 Sobre los inicios de la vocación misionera de Natty, el autor alude a los segundos en que estuvo clínicamente muerta, durante una operación.


 "Natty se había muerto, pero la muerte no había sido un proceso desagradable como la mayoría de nosotros supone, sino que había sido como un nuevo despertar. Un despertar que sucedió ahí mismo, en la sala donde la habían internado por una dolencia en un oído. En algún momento salió de su cuerpo y, liviana como el aire, se dio cuenta primero del apremio de los médicos y, después, de que una de las paredes del cuarto se abría frente a ella para invitarla a pasar a un nuevo ámbito, donde se iba a encontrar con Jesús. El mismo que conocemos por foto, pero que a ella se le presentaba como lo que en verdad era: un maestro real y precioso, que la miraba con la ternura de mil madres.


 "Junto a él --agrega el autor del libro--, había otros maestros. Uno de ellos le preguntó si sabía qué le había pasado y ella sonrió. Sí, estaba muerta y al mismo tiempo más viva que nunca. Sólo que aquel comité divino tenía un asunto que arreglar con ella y que en definitiva consistía en saber cuál era su deseo: si quedarse en ese estado de plena gracia o regresar a su anterior vida.


 "Ella se quería quedar, pero los maestros le pidieron que viera algo antes de decidirse. Entonces, pudo ver el sufrimiento que su muerte había suscitado en sus hijos, en su familia, en aquellos que amaba y que la amaban y se dio cuenta que no podía irse y dejarlos con ese dolor. No al menos antes de decirles que la muerte no existe, que tal como la entendemos es una proyección de nuestra propia mente. Y volvió, pero con una misión, `la de pasar el plato', tal como se lo había anunciado Jesús (...).


 "Así empezó todo. Su esposo e hijos tuvieron que aceptar sus palabras: `Mi familia terrena tiene de todo, pero mi familia celeste está en la calle. Yo me voy con mi familia celeste a la calle'. A pesar de sus lágrimas, ellos entendieron su llamado y se volvieron sus más cercanos benefactores".


Participaciones





 En el acto de hoy, que será conducido por Andrea Guerras, se leerá también el poema Busco para nombrarte, a cargo del locutor y actor Oscar Pasquaré. Asimismo, se proyectará un documental que reseña parte de la obra de Natty desde sus comienzos hasta la entrega del Premio Jaime Brunet, en España. Luego se interpretarán dos canciones, San Francisco el Trovador, por Elque y Fabián Petrosino; y Madre y vida, por Pachi y su grupo. Al cierre, Natty dialogará con el público.



Un testimonio conmovedor








 Diferente, pero no por ello menos emotivo, es el enfoque de Eva Castrore, al llegar una mañana al Hogar del Peregrino San Francisco de Asís.


 "Entramos a una sala donde había muchos niños y adolescentes. Algunos no tenían brazos, otros no tenían piernas, eran deformes, con la cabeza agrandada, unos se movían rítmicamente, otros no se movían. Todo brillaba de limpio.


 "Esta es la hora de bañarlos --me aclaró--. Y temo que te impresiones al verlos desnudos. Te recomiendo ir con Zulema (Governatori) que en este momento está con los abuelos en esta misma tarea.


 "Miré a los niños y exclamé:


 --¡Pobrecitos!


 --¿Por qué? --me preguntó.


 --Como sufrirán, ¡qué gran obra cuidarlos!


 --Estás equivocada. Ellos son felices en su mundo. Son criaturas de Dios en estado puro. Yo no lo hago por lástima. Lo hago por amor. Alguien tiene que cuidarlos en su paso por la vida (...).


 "Yo estaba realmente conmovida y asustada de tanta fealdad por un lado y de tanto amor por el otro. Me fui casi huyendo a encontrarme con Zulema. Ella empezó contándome que siempre buscó a Dios en distintos sitios, pero le resultaba difícil hasta que llegó aquí y vio que se vive como se predica (...).


 "Me dijo que debía bañar a los abuelos. Confieso que aquí el panorama no era más alentador que en el Cottolengo. Había ancianos postrados, ciegos, rengos, algunos que se babeaban. El olor a viejo era realmente nauseabundo. Zulema naturalmente empezó a desvestirlos para el baño. Yo me dije: `Mientras aguante, me quedo'. Y para mis adentros murmuraba `Señor, ¿adónde me mandaste?'


 "Zulema me explicó: `Son todos seres abandonados, vagabundos, sin familia, sin documentos, encontrados en las calles, abandonados en los hospitales (...)'.


 "Algunos abuelos usaban pañales. Cuando le comenté a Zulema mi admiración por lo que ella hacía, sonriendo me respondió:


 --Esto no es nada. Aquí al lado de Natty aprendés sí o sí. Vieras cómo llegan algunos abuelos. Por ejemplo Luciano. Cuando lo fuimos a buscar con Natty en el auto del Hogar (así es como recogían a la mayoría de los seres despreciados que están en la calle) estaba tirado en una zanja. Hacía varios meses que su hijo, enfermo mental, lo había dejado allí. Algunos vecinos le daban un poco de alimento y agua, pero estaba en un estado calamitoso, hemipléjico, no retenía esfínteres, todo sucio de caca y orina, su pelo y su barba llenos de gusanos de la comida que le caía encima; y las moscas hacían el resto.


 "Lo trajimos y Natty lo bañó, le cortó el pelo, las uñas y lo desgusanan. Confieso que estoy acostumbrada, pero ese día sentí vértigo y náuseas. Natty parecía no darse cuenta, con toda dulzura y cariño lo iba bañando y curando. Cuando estuvo listo lo acostó en esta misma cama blanca y reluciente como la ves hoy. Y este es uno de los tantos casos que ella misma atiende".


 El libro también contiene otro relato de Zulema donde se refiere a otro anciano, cuya familia había muerto, y pese a su buen pasar la última mucama se había ido y esta persona era presa de la mugre y los gusanos.


 "Los vecinos llamaron a la ambulancia para llevarlo al hospital, pero se negaron totalmente a hacerlo diciendo que no era un caso agudo y que lo que más tenía era mugre. Los médicos que habían sido llamados lo miraban desde la puerta y nadie se arrimaba. Los vecinos le llevaban comida pero no se atrevían a moverlo o a bañarlo.


 "Aumentaba el horror. Dos perritos malteses que no querían abandonar a su amo defecaban también dentro de la casa. Una vecina se acordó de Natty y la llamó por teléfono y ella acudió en compañía de César y mía (...)


 "César protestaba diciendo: `Esto no puede ser. ¿Cómo nadie se ocupó hasta ahora?'


 "Y Natty le dijo:


 --Porque Jesús nos guardaba este regalo. ¿No ves que El se disfrazó de paralítico, abandonado y la verdad que lo hizo tan bien que nadie lo reconoció?".