Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Hace 17 años, La Nueva. visitaba el submarino ARA San Juan

Hace 4 días que la Armada Argentina no tiene noticias de la nave.
Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

   La Nueva. publicó hace 17 años la visita de uno de sus periodistas al submarino ARA "San Juan" cuando estaba anclado en la Base Naval Puerto Belgrano, en Punta Alta.

   Desde hace 4 días, la nave está desaparecida y su último registro fue cuando realizaba ejercicios de vigilancia por la zona de Puerto Madryn.

   Desde ese entonces, la Armada Argentina dejó de tener comunicación con la embarcación y sus 44 tripulantes a bordo

   Junto al gobierno se desplegó un operativo de búsqueda y rastrillaje, pero por ahora no hay nigún tipo de noticia.

La nota completa 

Augusto Meyer / "La Nueva Provincia"

   Está claro que no cualquiera es capaz de pasarse varios días dentro de un "recipiente" metálico que navega por las profundidades marinas.

   Pero para los efectivos de la Armada Argentina que se han capacitado para desenvolverse en esas circunstancias, el submarino es un medio de navegación útil y seguro como pocos.

   Para los neófitos en la materia, sin embargo, la muerte de más de cien marinos rusos atrapados en el sumergible atómico "Kursk", deja no pocas dudas.

   El "San Juan", uno de los tres submarinos que tiene la Flota de Mar argentina, permanecerá hasta diciembre próximo en el dique seco de la Base Naval Puerto Belgrano, para un reacondicionamiento programado.

   "Parece un bebé grande en una pileta gigante", dijo un empleado que trabaja en el lugar, en un paréntesis de su labor.

   El capitán de fragata Guillermo Barrionuevo (44), comandante del "San Juan", acompanó a este cronista en una recorrida por la embarcación, ahora fuera del agua, ocasión que resultó propicia para "sentir" la experiencia de estar completamente encerrado dentro de un navío acorazado, aunque más no sea por algunas horas. 

Es como volar de noche

   "Navegar en un submarino es como volar de noche. Uno no ve nada hacia el exterior y el buque se comporta en el agua como el avión en el aire", dijo Barrionuevo.

   El marino recalcó la importancia que tiene una buena convivencia de toda la tripulación, que está compuesta de hombres entrenados, entre otros aspectos, para cumplir con la misión de controlar el mar territorial argentino.

   "Llevarse bien es el principal factor. El personal es estudiado para que no tenga problemas psicológicos", senaló, para agregar: "Hay gente que entra al submarino y quiere salir corriendo, porque siente claustrofobia".

   "Somos 38 hombres que mantenemos una relación permanente, por lo que se necesita armar un equipo de trabajo muy bien aceitado, que pueda suplir las falencias de uno con las ventajas del otro", destacó.

   Con total naturalidad, el capitán y su tripulación coincidieron en senalar que "nos gusta estar sumergidos".

   "El submarino, abajo, se comporta muy bien; arriba, se mueve mucho", ilustró Barrionuevo.

Convencional o nuclear

   Existen en el mundo dos clases de submarinos: convencionales (como los que posee nuestra Armada) y nucleares, como el "Kursk" ruso, cuya propulsión se basa en una planta de energía atómica.

   Para ambos, el sonar y el periscopio resultan fundamentales en los desplazamientos y en caso de ser necesario un ataque con torpedos.

   El "San Juan", aclaró Barrionuevo, no ha intervenido en ningún conflicto bélico, a diferencia del "Salta", que participó de la Guerra de las Islas Malvinas.

   "El sonar es una gran oreja bajo el agua que procesa el sonido y, según la cantidad de sonido que emite, se puede determinar la cercanía del objeto, mientras que el radar sirve sólo para el ingreso a puerto", senaló.

   "El uso del periscopio es posible a 18 metros de profundidad, disponiéndose de seis segundos para mirar", explicó el capitán.

El fantasma ruso

   El 14 de agosto pasado, el submarino nuclear "Kursk" --de 150 metros de eslora, 18,3 de manga y 18.000 toneladas de desplazamiento-- navegaba en el mar de Barents, en el Artico, cuando por causas que se mantienen en el misterio, se estrelló a 107 metros de profundidad.

   Con capacidad para llevar 24 misiles atómicos, fue puesto en servicio en 1995 y llevaba 118 tripulantes.

   Todo esfuerzo por salvar las vidas de los marinos fueron inútiles y ahora, buceadores rusos que el jueves finalizaron sus entrenamientos en una base naval, viajaron a la zona del naufragio para recuperar los cadáveres.

   Durante tres días, una veintena de submarinistas se entrenó en la base de Severomorsk, en el Artico, con el sumergible "Oriol", gemelo del "Kursk", ambos de la clase "Antei" --en la clasificación rusa-- y "Oscar II", según códigos de la OTAN.

   Las autoridades declararon que la operación de rescate empezará probablemente el próximo día 18 y durará entre 20 y 25 días, hasta que la temporada de tormentas haga imposibles los trabajos subacuáticos en las turbulentas y gélidas aguas.

   Los buzos rusos se familiarizaron en Severomorsk con los nueve  compartimentos del submarino y se entrenaron con cámaras a alta presión, enturbiadas para semejar las condiciones del fondo marítimo, con fuertes corrientes y poca visibilidad bajo el agua.

   El plan prevé abrir varias "puertas" en el casco del sumergible, para penetrar en él y buscar los cadáveres, tarea que asumirán los buzos rusos, mientras que colaboradores extranjeros les ayudarán desde el exterior, según las condiciones de hermetismo impuestas por Moscú.

No es para cualquiera

   El capitán Guillermo Barrionuevo nació en Bahía Blanca, está casado y es padre de cuatro hijos.

   Con 25 anos de servicio, dice que su interés por los submarinos nació antes de su ingreso en la Armada.

   "Me casé antes de ser submarinista, pero mi senora ya sabía que yo iba a intentar serlo", aseguró.

   "Cada hombre a bordo tiene una capacidad que lo caracteriza, aunque en la Escuela de Submarinos aprendemos de todo. Yo fui jefe de Electricidad, de Máquinas y de Operaciones, segundo comandante y actualmente comandante", senaló Barrionuevo.

   "No cualquiera puede estar encerrado en un 'cano' de estas dimensiones durante tanto tiempo. Tiene que tener una aptitud particular. Me interesé en el área submarina porque creo que dentro de las armas de que dispone la Marina, es la más operativa", agregó.

   El "San Juan" es también buque-escuela, ya que en él se adiestran unos 20 hombres que, si bien no forman parte de la dotación, conviven con los tripulantes para conocer de cerca la actividad.

   El comandante negó, por otra parte, que el accidente del sumergible ruso los haya afectado en lo psicológico, al senalar que "trabajamos mucho en el aspecto seguridad. Somos muy profesionales en lo que hacemos. Por supuesto que hay probabilidades de que ocurran accidentes, pero se minimizan en la medida en que uno actúe previniendo las cosas".

   Seguidamente explicó que el submarino argentino, "como parte del poder marítimo, tiene como tarea la defensa de la Patria en el mar".

   "Dentro de la defensa, hay tareas principales y secundarias. La principal es la de estar adiestrado para cumplir con ese rol. Entre las tareas subsidiarias, es un arma prevista para el ataque", anadió.

   Destacó también la importancia de participar en operaciones de paz o de infiltración, reconocimiento o minado.

   "Tenemos, además, competencia en el control de recursos, en apoyo de embarcaciones de superficie de la Armada", afirmó.

Algunos datos

   Tanto el "San Juan" como el "San Luis" tienen 66 metros de eslora, 7,3 de manga y un casco de 33 milímetros de espesor.

   Cuentan con un calado de seis metros y pueden desarrollar una velocidad de 25 nudos.

   De fabricación alemana, disponen de una autonomía de dos meses, llevando 24 torpedos de 18 kilómetros de alcance guiado, además de sensores, sonares y radares para una óptima operatividad.

   Su movilidad es, principalmente, a base de baterías que se recargan con motores diesel, a medida que se van consumiendo.

Cómo es por dentro

   Visto desde el exterior, es imposible imaginar qué guarda en sus entranas un submarino.

   El "San Juan" tiene tres cubiertas --dos habitables--, sectores de navegación y control de inmersión.

   Según Barrionuevo, el buque se disena de manera que sean iguales el peso que el empuje, teniendo afuera cuatro tanques de reserva de flotabilidad, por cualquier avería en el sistema de desplazamiento.

   El sumergible posee en su interior canister de calsoda, una sustancia que absorbe dióxido de carbono, y candelas, un reactivo químico que libera oxígeno al medio ambiente.

   El "San Juan" dispone de camarotes para oficiales de cuatro plazas, y para la tripulación con capacidad para seis ocupantes, recintos que, por sus reducidas dimensiones, deben estar permanentemente ordenados.

   La tripulación se alimenta en dos turnos. La comida es la misma para todos y se prepara a bordo, en base a una dieta que tiene en cuenta la imposibilidad de metabolizar determinados alimentos, al no haber contacto con los rayos solares.

Cómo es por dentro el submarino desaparecido

   Según el comandante, existen lugares y momentos reservados para fumar o tomar mate, debiendo ingerirse los alimentos únicamente en el comedor.

   "Tres meses acá adentro no es fácil. A medida que pasan los días se notan diferencias de carácter. En campanas de 50 o 60 días, vamos no solamente a convivir, sino a conocer los problemas que trae estar tanto tiempo respirando este ambiente y a no estar con mujeres, algo a lo que estamos acostumbrados", senaló con una sonrisa.

   No resulta nada fácil preparar el almuerzo o la cena para más de un centenar de personas.

   "Cocinar es medio pesado, ya que ni bien termina el almuerzo, debemos preparar la cena", senaló el cabo primero Marcelo Salas, ayudante de cocina del sumergible.

   Por otro lado, Barrionuevo aseguró que "la presión exterior acá adentro no se siente. Respiramos normalmente, podemos tomar café sin que se vuelque", aunque enseguida advirtió que "nuestros movimientos están muy limitados por el espacio físico, no hay grandes lugares, por lo que estamos trabajando o descansando".

   "Todos cubren guardias. Cada uno debe comer y hacer tareas de mantenimiento, o sea que dispone de poco tiempo libre", aclaró.

"Es como tener un auto"

   El suboficial de la Marina de Guerra Antonio Nicolás Gómez (49), el hombre con más anos de experiencia en el "San Juan", consultado sobre los peligros que entrana el submarinismo, reconoció que "es una actividad riesgosa, permanentemente, así no esté en una guerra".

   "Tengo la mejor dotación. Uno cree en la capacidad de su gente; si no fuera así, no podría ni dormir", anadió.

   Con 25 anos de trayectoria como submarinista, Gómez negó que la tragedia del "Kursk" los haya sacudido anímicamente, aunque admitió que se interesaron por lo que sucedía, día a día.

   "Nos nos afectó para nada; es como tener un auto, y yo confío en mi auto", aseguró el avezado marino.

El récord de sumersión

   Marinos norteamericanos lograron permanecer hasta tres meses en un submarino sumergido, estableciendo un récord para la vida de una tripulación en una cápsula de acero bajo el mar.

   "Es el máximo tiempo que una tripulación puede estar a bordo de un submarino sumergido en forma continua", dijo Barrionuevo.

   Además, el marino explicó que no siempre el submarino está en movimiento, ya que "nos asentamos en el fondo o en las napas, que son diferencias térmicas en el mar".

"El submarino tiene la capacidad de quedarse colgado en la napa, como si fuera un globo. Se queda quieto, puede apagarse la hélice y se deja llevar por la corriente marina", ilustró.

   Acerca de los motivos que determinaron el ingreso, a principios de este ano, del submarino a Puerto Belgrano, el comandante dijo que "cada 18 o 24 meses tiene que producirse el reacondicionamiento general del buque".

   "El submarino está pasando por un reacondicionamiento mayor, al irse degradando con el tiempo, a pesar de que se lo va manteniendo en forma constante. Los mecanismos tienen un período en que las fallas son escasas y hay que mantener el buque dentro de ese período de fallas", agregó.

En dique seco

   Para llegar al lugar donde es reparado, fue necesario armar una "cama" para el sumergible.

   "Se estudia la altura y se llega con movimientos propios, apoyado por remolcadores, hasta la puerta del dique (que debe estar lleno). Se toma con amarras y despacio; cobrando las amarras se va ingresando hasta el momento en que se fija con aparejos y se logra el punto justo. Se baja el agua del dique, se cierra la compuerta y se empieza a extraer el agua con bombas", explicó.

   Los submarinos tienen fijada la vida útil a través del casco, explicó el comandante del "San Juan".

   "El casco está previsto para unos 30 anos de vida útil y los equipos a bordo tienen generalmente el mismo tiempo de uso. Las actualizaciones en el mundo, sobre todo en el área de electrónica, hacen que algunos equipos sean obsoletos por falta de repuestos", senaló.

   Acerca del actual color rojizo que exhibe el casco, dijo que el submarino lleva diferentes pinturas superpuestas, que permiten saber cómo y cuándo se produce el degradamiento de la cobertura.