Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Gestos, en medio de la necesaria construcción de poder

Macri viajará este martes al Foro Económico Mundial en la ciudad suiza de Davos.

Mauricio Macri recibirá hoy en Olivos a las hijas del fallecido fiscal Alberto Nisman. Hace 48 horas ordenó desclasificar todos los secretos oficiales que rodean la causa y que pudieran servir para aclarar definitivamente si al funcionario que se aprestaba a acusar a Cristina Fernández de traición a la patria lo asesinaron y luego buscaron plantar la escena de un suicidio.

Por esas horas el número dos del ministerio de Hacienda y Finanzas sentaba en Nueva York las primeras bases de un arreglo con los fondos buitre, pero sin concesiones ni presiones desdorosas para el país, aunque se deba pagar tres veces más que lo que se debía por la sola ceguera y tozudez falsamente militante de la doctora y Axel Kicillof, los dos máximos responsables de la debacle económica de la que trata de salir el gobierno que asumió el 10 de diciembre.

Hay más. El presidente del Banco Central anunció que desde junio habrá billetes de 200 y 500 pesos, y otro de mil pesos desde mediados del año que viene. Se cae a pedazos el falso relato anterior que negaba la medida con tal de tapar la inflación creciente que el INDEC de Guillermo Moreno se encargaba de dibujar con sus índices mentirosos.

Son apenas algunos de entre un montón de gestos que el gobierno ha ido plantando en el escenario destinados a demostrar que tiene el poder y que a ese poder hay que ejercerlo. Que, por caso, no le va a temblar la mano para tomar medidas antipáticas, otras decididamente reparadoras del desaguisado anterior que dejó, entre otras herencias, el déficit fiscal más elevado de los últimos 30 años. Y, con tropiezos y algún papelón del que ya nadie se acuerda, enderezar el accionar de las fuerzas policiales hacia formas democráticas y ajustadas estrictamente a su función específica, tarea ciclópea si las hay a poco que se repase el enorme aparato de protección y apoyo con que contaron los tres fugados del penal de máxima seguridad de General Alvear.

Macri, a la par, ha demostrado en estos días que, además de ratificar que no le tiembla el pulso para firmar decretos de necesidad y urgencia, avanza sin prisa pero sin pausa en la construcción de su propio poder. Que tiene, casi como una consecuencia lógica de alguien que llegó a la Casa Rosada con el voto de sólo una mitad de la sociedad, un capítulo central: hacerse del poder que tenía el gobierno que cesó el 10 de diciembre. Y más crucial todavía en esa estrategia planificada con su equipo de consulta, quebrar la resistencia de su principal opositor.

El dato puede sonar grandilocuente, pero en boca de un funcionario de alto rango del macrismo adquiere cierta relevancia y si bien se mira se compadece con lo que está ocurriendo en la política. Salta a la vista que Macri está logrando dividir al peronismo.

No se puede afirmar que lo está “quebrando” de manera elocuente. Pero al menos ya ha provocado un hecho palpable que es el aislamiento de Cristina y de su fuerza de choque, La Cámpora. Basta con mirar la escena: desde que ella ordenó una guerra sin cuartel apenas desembarcó en El Calafate, sus pibes se han convertido en una fuerza casi testimonial, vocingleros de plazas barriales obligados a escuchar las estrambóticas peroratas de Kicillof o de Moreno.

Macri va construyendo poder, paradójicamente, de la mano del otro peronismo. De la mano de Gioja, Urtubey, Massa, Bossio, Pichetto, De la Sota, la mayoría de los gobernadores y, hasta en una de esas, de la mismísima Alicia Kichner, que ahora protesta delante de Rogelio Frigerio que le dejaron una Santa Cruz “quebrada e incendiada”. ¿Mensaje para su cuñada, que junto a su esposo fueron los patrones de esa estancia durante el último cuarto de siglo? Alicia no lo dice en público, pero se hizo entender durante su diálogo con el ministro del Interior.

Hay una línea de acción que los convoca a todos esos peronistas no cristinistas que es lo que le está generando aquel beneficio al presidente. Ninguno de ellos quiere saber más nada con Cristina ni con La Cámpora. Los quieren hacer pasar a la historia sin más trámite. Son los que planean la nueva renovación, que en hechos concretos se traduce en el acompañamiento, critico pero acompañamiento al fin, que han resuelto hacer de la gestión del actual gobierno. Nadie promete un camino de rosas y ya aparecerán las primeras trifulcas cuando se ponga en marcha el Congreso el 1 de marzo.

Pero ahora mismo hay un gesto en esa dirección, que es el acompañamiento a María Eugenia Vidal para que tenga su presupuesto. Lo dijo el Chino Navarro: “No hay ruptura, pero estamos comprometidos con nuestra responsabilidad de garantizar la gobernabilidad”.

¿Que hay reparos? Claro que los hay. Un sector de Cambiemos refunfuña por la falta absoluta de consulta en las decisiones que se toman. Hubo chispazos y algún reto de Macri a Patricia Bullrich que la dejó al borde de la renuncia por el desaguisado en medio de la triple fuga. O alguna mirada distinta que generó un par de cruces entre Marcos Peña y Alfonso Prat Gay por el manejo de la economía. “Estamos trabajando, y seguro que en ese camino cometemos errores”, suele justificar el jefe de Gabinete. También aparecen algunos nubarrones en el horizonte como la impaciencia de Hugo Moyano porque Macri no lo recibe, y su amenaza de discutir paritarias a su manera. Con lo que se sabe que eso implica.

Algunos gobernadores ya han despotricado contra el decreto que anuló aquel otro de Cristina que les devolvía el 15% de la coparticipación. Y hay quienes reclaman que el gobierno explique con algo más que el argumento de que “son de La Cámpora” los miles de despidos que se producen en la administración.

Deberá haber más gestos, en ese camino lento pero seguro para construir poder y desactivar las bombas que le va sembrando el cristinismo en retirada.