Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Un tembladeral de internas y empellones en el propio gobierno

La inesperada salida de un funcionario. Sorpresa por los elogios de Echegaray. Los movimientos políticos detrás de las candidaturas. La Cámpora impulsa a Kicillof como vice. Las dudas sobre la boleta del Parlasur.

Por Eugenio Paillet / [email protected]

Si se cumple lo que vaticinan algunos cristinistas recalcitrantes, y conociendo cómo las gasta la doctora con quienes hablan con los medios sin antes pedirle autorización a ella, Ricardo Echegaray no debería ser más el titular de la AFIP en unos pocos días. Debería seguir el camino de Rafael Follonier, uno de los amigos entrañables que supo cultivar Néstor Kirchner y que lo acercó en sus comienzos como presidente a Fidel Castro, Evo Morales, Hugo Chávez y Rafael Correa.

El ahora extitular de la Unidad Presidencial fue despedido sin decoro por haber gestionado las entrevistas que Daniel Scioli mantuvo días atrás con Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet. También por haber blanqueado algunas opiniones suyas favorables a la candidatura presidencial del gobernador, para el que ahora, desocupado, va a trabajar ya sin tanto secreto.

“¿¡Cómo le consigue una entrevista con Tabaré antes de que yo misma lo haya visto!? Echalo ahora mismo...” . Inmejorables fuentes de la Casa Rosada dicen que esa fue, textual, la orden de Cristina a Oscar Parrilli, que ipso facto llamó a Follonier para pedirle la renuncia.

Horas después de ese incidente, los encargados de la comunicación presidencial se consultaban entre ellos y llamaban a algunos colegas periodistas para preguntarse y preguntarles lo mismo: si Echegaray había dicho que Sergio Massa “tiene un potencial fenomenal” como una feroz ironía o en un acto de sinceridad. La misma pregunta corrió para los dichos elogiosos y esperanzadores de cara al futuro sobre Daniel Scioli. El puntaltense jefe de la AFIP hablaba en serio, coincidieron todos en esa ronda de febriles consultas. Luego de reflexionar sobre el cruel destino de Cristina, a quien decían que nadie se hubiese animado ni al diez por ciento de esas exaltaciones a dos enemigos de la casa allá por octubre de 2011, cuando ella amontonaba votos a las puertas de su despacho, se coincidió en que si se cumple con el manual, no sería de extrañar que tamaña osadía de Echegaray termine por costarle la cabeza. Amén, claro está, que la doctora pero también Axel Kicillof ya empiezan a pasarle algunas facturas por el pelotazo en contra que significó difundir las listas de las personas y empresas que tienen cuentas en Suiza. Un clásico del relato: andan diciendo por los pasillos que no fue un error de la jefa, que Echegaray “se mandó por las suyas, sin consultar”.

De improviso, mientras anda preocupado en las múltiples batallas que reclama la doctora a sus aliados e incondicionales para disimular la realidad de la economía y de paso mostrar que ella es la que manda, que su autoridad y su poder están intacto, y que otra vez pretende ser eterno, el gobierno ha caído en un tembladeral de internas y empellones. De chicanas y hasta algún que otro carpetazo que antes se planeaba iban a ser para la oposición, y ahora se revolean en la propia granja. Será, vale el agregado, que como la oposición sigue de dulce siesta, la necesidad de pegarle todos los días a un enemigo distinto, de crearse cada mañana un golpista que los aceche, el cristinismo decidió emprenderla hacia sus enemigos internos.

Hay una guerra declarada entre quienes quieren que el candidato para 2015 sea Daniel Scioli. Pero que lleve de acompañante en la fórmula a Axel Kicillof. Planean otra vez para el gobernador “la gran Mariotto”, y dicen que Máximo Kirchner, con La Cámpora a la cabeza, es el principal impulsor de esa movida.

El resto del gabinete y del gobierno, no todos pero una buena porción, creen que el candidato puede ser Scioli, o Florencio Randazzo (que muy en la intimidad considera que “Travolta”, como lo llama a su colega de Economía, es piantavotos), pero con un vice de raigambre peronista. Dejaron trascender el nombre de Coqui Capitanich. Y sostienen que de ese modo es posible “contener más a la tropa” en el resto del armado de las listas. El eterno “Chueco” Mazzón, más gobernadores y legisladores con los que cena una vez por semana, se adjudican la autoría de esta segunda variante.

Ni siquiera coinciden todos por igual en la estrategia ideada por el diputado Jorge Landau, de hacer votar en 2015 los legisladores para el Parlasur, lista que por supuesto encabezaría Cristina. Su foto al lado de la de Scioli o Randazzo en las boletas del FpV de todo el país, porque se vota por distrito único, serviría además de para obtener fueros, para la parte tramposa de la idea: confundir a cierto electorado que agarra la boleta sólo porque tiene la foto de ella. Uno de los dos principales postulantes a la sucesión, y algún otro que se resiste a bajarse también, puso dudas en las últimas horas. “¿Y si pierde, o resulta electa pero sale segunda de otro, como ya le pasó a Néstor con el Colorado (De Narváez)?”. La presidenta tiene picos del 40 por ciento de aceptación. Es decir que el 60 por ciento, o más, la repudia y jamás la votaría. “En la mesa de arena todo se ve muy lindo, pero después la que vota es la gente”, se redondeó en ese núcleo crítico.

La presidenta se encoleriza frente a tantos enjuagues y manda a Parrilli a que instale que la oposición quiere proscribirla. Ya venía de otros dos ataques: comprobar que los jueces, lejos de retroceder ante sus amenazas, siguen avanzando. Y que tuvo que torcer el brazo cuando comprobó que el mundo sindical en bloque se le venía encima por el tema Ganancias. No es tonta, como ella misma se rotuló alguna vez: acelera y embiste, pero sabe frenar al borde del precipicio. Al menos por ahora.