Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El guión frenético y estrambótico de una saga que acaba de comenzar

El gobierno buscará capitalizar al máximo la pelea contra los holdouts con una serie de golpes de efecto, como la posibilidad de una presentación ante la Corte de La Haya e, incluso, una candidatura presidencial de Kicillof.
La jefa del Estado quiere al ministro de Economía como referente K para después de 2015.

Por Eugenio Paillet / elpais@lanueva.com

En los principales despachos del gobierno ya anticipan lo que sería el siguiente capítulo de esta por momentos alocada y frenética saga en que se convirtió la pelea contra los fondos buitre. “Se viene la guerra santa”, pronosticaban cerca de Oscar Parrilli, en medio de la incontenible euforia que reinaba en la Casa Rosada el jueves tras el larguísimo discurso de la doctora por cadena nacional.

“Ahí está el futuro presidente de los argentinos”, se exaltaba el mismo confidente con la mirada clavada en Axel Kicillof. Se hablaba por esas horas, para completar el cuadro, de los “traidores de adentro y de afuera” contra los que presuntamente la presidenta tomará venganza apenas se disipen los humos de esta primara gran batalla.

Después, más calmos en la tranquilidad de sus despachos, algunos confidentes desgranaban el viernes las líneas generales del “parte de guerra” que escribieron Cristina y Axel en medio de uno de los peores despropósitos que se recuerden desde 2003 a la fecha, y de cuyas consecuencias políticas y económicas ni siquiera la sociedad tendría todavía una mínima idea, como tampoco de los pesares a que podría ser sometida, según los pronósticos de varios consultores que se escucharon tras esas horas de vértigo y fanatismo exacerbado. Veamos, con todo, lo que se desplegaba por esas horas sobre los escritorios de la Casa Rosada.

-Dicen que el gobierno buscará capitalizar en todos los frentes cierta simpatía social por su pelea contra los fondos buitre, que se venía reflejando en algunas encuestas. La última medición de la consultora de Julio Aurelio indicó que en las semanas previas la imagen de Cristina Fernández creció y logró emparejar la positiva con la negativa en 47-48%.

-El gobierno no negociará bajo ningún aspecto la idea de que no existe tal default ya que el gobierno depositó los fondos para pagar a los bonistas reestructurados. Buscará que se haga carne en la sociedad la idea de que todo es culpa del juez Thomas Griesa y del gobierno norteamericano.

-Se buscará algún otro golpe de efecto externo como sería concurrir en queja a la Corte Internacional de La Haya. Este paso, aseguran, lo analizan Cristina con Zannini, Kicillof y Capitanich. Para algunos hombres sensatos del poder esta jugada es altamente riesgosa, porque en el fondo lo que la Argentina está incumpliendo es la ley norteamericana, a la que se sometió Néstor Kirchner cuando inició el primer canje en 2003, y no las leyes argentinas, como pregona como principal impedimento la presidenta y su ministro estrella.

-Se buscará apoyo en todo el país, no solo de sectores afines al oficialismo sino desde la oposición e independientes, con una serie de actos a los que podría asistir la propia Cristina. La idea, o al menos es lo que plantea ese plan de acción que se pone en marcha, es llegar con fuerte apoyo a marzo de 2015 cuando arranque la campaña electoral para las PASO.

-En la Casa Rosada consideraban el jueves un hecho que más temprano o más tarde la presidenta va a lanzar la candidatura presidencial de Axel Kicillof, embanderado en su lucha antibuitres. Sabe la mandataria que el ministro no tiene chances, pero aunque no gane quedaría como el referente K para después de 2015 con ella como jefa de la oposición y una buena tropa de legisladores en el Congreso.

El plan persigue a la vez obligar a Scioli a sumarse a la causa o a obligarlo a ir por afuera, pensando que obviamente el gobernador no renunciará a su candidatura. El mismo destino les aguardaría a otros que creían tener su destino asegurado, como Florencio Randazzo y Sergio Urribarri. “Nuestro candidato es ‘Kichi’, no hay otro”, decía Luis D'Elía aquella noche.

Ese mismo jueves, en algunos despachos del gobierno daban por sentado que dos hombres como Juan Carlos Fábrega y Jorge Capitanich habrían quedado muy debilitados por ser considerados las cabezas visibles del fallido plan de los bancos privados. Del que también participó, hay que decirlo, el propio Zannini, y hasta Kicillof y la mismísima presidenta.

Pero así es el relato y no lo van a andar modificando ahora. Rodarán las cabezas de Fábrega y del chaqueño. Y todo porque ella le bajó el pulgar a la idea del salvataje de los bancos privados al comprobar, furiosa, que los medios de la oposición se estaban haciendo un picnic con publicaciones que recodaban que Jorge Brito es el mismo que había sido considerado poco menos que un traidor a la Patria en enero pasado y que ahora aparecía como el salvador del gobierno.

De aquellos tres, Zannini prefirió un prudente segundo plano mientras pase la tormenta y encontró un oportuno viaje de descanso en Córdoba. Capitanich se convirtió de improviso en ferviente antinorteamericano buscando salvar la ropa ante un despido inminente. Fábrega fue el único que un tanto cansado de manoseos, idas y venidas, presentó su renuncia ese mismo jueves por la noche. Dicen que la presidenta se la rechazó de plano y le ordenó permanecer en su puesto hasta nuevo aviso.

La “guerra santa” que se inicia deberá mostrar a la presidenta y al ministro de Economía como los únicos capaces de “matar o morir” por la causa. Y de ser ellos dos los sobrevivientes dispuestos a sostener las banderas del espacio y del modelo más allá de diciembre de 2015.

Aquí y ahora, mientras tanto, buscarán disimular que todos los otros males del país y de sus habitantes, como la inflación, el desempleo, los despidos y suspensiones y flagelos como la inseguridad queden a buen resguardo, barridos debajo de la alfombra.