Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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La meta de Evo no se modifica

Escribe Emilio J. Cárdenas

El líder sindical y presidente boliviano Evo Morales convocó a su pueblo, hace escasas semanas, a un referendo especial para tratar de modificar la Constitución de Bolivia de modo de permitir la re-elección indefinida de sus presidentes. O sea, de él mismo. Pero perdió. Feo. Su pueblo le dijo en las urnas claramente que “no”.

Pero es cierto aquello de que “no hay peor sordo que el que no quiere oír” y Evo ahora vuelve a la carga, por otros caminos. Con sed de poder.

En efecto, a través de la Federación Departamental de Campesinos, que Evo domina, está creando un clima de “inevitabilidad” para su posible re-elección en el 2019. Así fue el ruido generado en la reciente reunión de esa organización, en Tarata. Sus amigos y correligionarios declararon estar a la búsqueda de “nuevas opciones”. Allí se decidió, increíblemente, que el adulado Evo Morales es nada menos que el “único líder nacional internacional y mundial”. No es poco, como exageración. Da realmente vergüenza ajena. Pero así fue, casi un acto de idolatría.

La idea aparentemente es la de modificar la Constitución. O sea la de insistir, hasta el cansancio. No tomar nunca los “no” como respuesta, hasta poder de pronto fabricar un “sí”. Responder al “clamor del pueblo”, por ellos mismos creado. A la peronista, entonces.

El camino sería necesariamente el de una modificación total de la Constitución política del Estado, porque en cada período presidencial sólo cabe una modificación parcial de la Carta Magna, y ésta ya se hizo, por cierto. Lo que es vinculante.

El camino es difícil, porque habría que llamar a una asamblea constituyente para ello. Y hasta ahora no hay realmente ambiente para hacerlo. Pero cuidado, Evo no ceja y en algún momento “habrá que crearlo”, entonces.

Hay que anticipar lo que se viene y estar particularmente alerta a las manipulaciones que hasta podrían incluir promover incidentes serios con la vecina Chile, con la excusa del río Silala o de la “salida al mar”. Sería vergonzoso. Para ensalzar a Evo y darle así el barniz de “imprescindible” que ahora procura.

Lo cierto es que la imagen de Evo Morales se ha deteriorado sustancialmente con motivo de las contrataciones de obras del Estado con la empresa china Cance, en las que intervino la ex novia del presidente boliviano, Gabriela Zapata, hoy detenida por tráfico de influencias.

Una comisión mixta de la Asamblea Legislativa acaba de suscribir un informe exculpando a Evo Morales de esos episodios. Curiosamente en la investigación previa no se convocó a declarar a Morales, ni a su ministro, Juan Ramón Quintana, ni a los directivos de la empresa china.

Con esa ligereza se absolvió estratégicamente al presidente. La sombra de lo sucedido sigue, sin embargo, flotando sobre él. La verdad histórica sobre los hechos aún no se ha aclarado. Tampoco la que tiene que ver con el presunto hijo generado por la relación del presidente con Gabriela Zapata. La transparencia no es una característica de la administración de Evo Morales.