El arbolado de Parchappe
Los pinos le dieron una singular fisonomía a la avenida.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 85 años, en marzo de 1939, se destacaba la buena respuesta de los mil eucaliptus plantados en la Avenida Parchappe por el intendente Martín Dithurbide.
Cuatro meses había pasado desde que se había encarado esa forestación en los 1.500 metros de extensión de la calle, distribuidos de manera de formar dos avenidas.
Para su colocación se utilizó la mano de obra de 40 vecinos que estaban desocupados, pagándoles 80 centavos por cada hoyo realizado, labor que completaron en apenas una semana. Los arbolitos eran de apenas 20 centímetros y en extremo frágiles. Por eso gratificaba que al poco tiempo alcanzaran el metro y medio, lo cual, se dijo, “corrobora su aclimatación rápida y el cuidado que se le ha dispensado por parte de la comuna”.
“De seguir en tal grado de crecimiento, en dos o tres años, con su follaje extendido, presentarán un aspecto similar a los que bordean a la avenida Arias”, agregó este diario.
Por la disposición elegida, la calle tendría como elemento a favor que quedarían constituidas dos avenidas –con una isleta al medio-- y no sólo proporcionarían sombra y evitarían los vientos, sino que cambiarían en absoluto el panorama de Parchappe.
La situación sirvió para reflexionar sobre la importancia de plantar árboles. “Si esto se hubiese iniciado hace 30 años, otro sería el clima y aspecto que ofrecería Bahía Blanca, ya que con miles de estos ejemplares experimentaríamos la sensación de contar con hermosos paseos”.
Los celebrados eucaliptus crecieron y realmente modificaron el aspecto de la calle, pero por una supuesta afectación de sus raíces a distintos servicios fueron talados en 1976 y reemplazados por otros árboles que no prosperaron. A mediados de los 90 se colocaron plátanos, que con desigual suerte todavía subsisten.