Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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Con los pies sobre la arena política bonaerense cuentan las monedas ante el ruido nacional

La columna semanal de nuestro corresponsal en la capital de la Provincia. 

Foto: archivo La Nueva.

Practicando equilibrio ante al nuevo escenario planteado por el presidente libertario Javier Milei, el gobernador Axel Kicillof busca estabilizar la gestión bonaerense con los recursos económicos que reclama desde antes de ser reelecto en la provincia de Buenos Aires.

La caída en la actividad turística abrió un escenario de “incertidumbre” ante el “impacto negativo” que estaría provocando la receta de ajuste económico del Gobierno nacional.

“Con la inflación por las nubes y con salarios congelados, el panorama es muy incierto de cara al futuro”, coincidían funcionarios y sindicalistas docentes y estatales en la reapertura de la mesa paritaria con el objetivo de rediscutir una actualización salarial en épocas de vacas flacas.

 Ante toda la malaria de anuncios económicos del Gobierno nacional, en la Provincia entienden que no podrán seguirle el ritmo a la inflación y las negociaciones pueden girar en torno a un régimen de “compensaciones”  como una reducción horaria de la jornada laboral para docentes y estatales y así compensar las primeras paritarias del año en medio de la actual coyuntura económica nacional provocada por la escalada inflacionaria de los últimos tiempos.

Esta no sería la única compensación en evaluación. Como ocurrió hace un tiempo atrás, la posibilidad de emitir una “moneda bonaerense” --habitualmente llamadas cuasimonedas -- para afrontar los desafíos económicos pendientes, volvió a aparecer en la agenda política como “una bocanda de aire fresco" ante el recorte de fondos del plan motosierra de Milei a la Provincia. La vida es una moneda.

A todo esto, el ministro de Economía, Pablo López, viene reasignando partidas  presupuestarias en un contexto económico que se anticipa muy difícil en materia de recursos para el territorio bonaerense, sin que esa medida afecte la gestión política gubernamental.

La Gobernación de calle 6 no recibe “definiciones” de la Casa Rosada que le permitan a Kicillof planificar económica y financieramente este año. Eso puede significar desidia, falta de ejercicio político, o simplemente indiferencia presidencial.

“Primero, que nos presenten un programa macroeconómico; segundo, que definan cuáles van a ser los recursos de la Provincia, sabiendo que generamos el 40 % de los recursos coparticipables y, tercero, qué va a pasar con la obra pública con financiamiento nacional que está siendo ejecutada y que hoy no tenemos ninguna certeza de cómo va a continuar”, le dijo el ministro de Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, a La Nueva durante una recorrida por Bahía Blanca, Punta Alta y los distritos de Villarino y Patagones.

La PBA decidió contraponer el modelo de gestión bonaerense al de Milei, quien decidió prescindir de las inversiones en materia de infraestructura porque "no hay plata" y condicionó su ejecución a inversiones del ámbito privado (modelo a la chilena).

Los “tarifazos” en los servicios públicos, la ola de aumentos en distintos rubros alimenticios,  combustibles, las desregulaciones asimétricas en sectores muy sensibles a la vida cotidiana de los trabajadores, como la pesca, el aumento de las retenciones al campo y el estancamiento de los salarios, estimula la irritabilidad social.

Discretamente, muchos de los votantes libertarios están viendo que no es lo que pensaron a la hora de votar nuevo presidente, pero todavía le dan crédito por el poco tiempo que Milei lleva en la gestión.
Todavía resta por saber en qué momento la sociedad se encolumne finalmente detrás del proyecto libertario, o “lo haga saltar por los aires”, según el vaticinio político que sobrevuela sobre las diagonales.

De antemano, el aparato comunicacional de Kicillof mandó a la cancha al ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis, para fijar postura política cuando salió a calificar de "abusivos" los eventuales  aumentos en las facturas de gas, ya que si se aplica el cuadro tarifario que plantean las empresas y el Gobierno nacional, sumado a la posibilidad de incrementos mensuales, terminará golpeando el bolsillo de la mayoría de los consumidores y en particular, al sector de la población más vulnerable.

En términos domésticos, la derrota de la alianza opositora Juntos por el Cambio dejó marcada una huella en la Legislatura bonaerense,  revelando tensiones y cambios significativos en la dinámica política.

La debacle electoral, evidenciada en las PASO y confirmada en las elecciones generales de octubre, llevó a una reconfiguración de fuerzas y estrategias.

Ahora los bloques de la Unión Cívica Radical (UCR), el PRO y la Coalición Cívica actúan como un interbloque, imitando la modalidad que Juntos llevó adelante en la Nación, y que nunca se había dado en la Provincia.

Aquella discusión durante la votación del Endeudamiento y la Impositiva Fiscal empiojó aún más la dinámica interna. En la relación de la oposición con el Ejecutivo provincial, en algún momento no pudieron unificar personería los representantes legislativos del radicalismo y del macrismo.

En el caso puntual del PRO la situación no es muy diferente, y la dinámica interna gira en torno al apoyo al gobierno de Milei, y los reacomodamientos de los nuevos liderazgos a futuro, con un ala dura representada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que hoy parecen ocupar todo el tablero amarillo, y el repliegue de los moderados, encabezados por un Horacio Rodríguez Larreta en cuarteles de inverno. 

Pero desde el PRO saben también que existe la posibilidad de un alejamiento de los radicales y otros aliados en caso de un mayor acercamiento a Milei, lo que podría desencadenar una crisis definitiva del espacio político, ya fragilizado por acuerdos inestables.