Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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Pobreza y polémica: ¿cómo se mide y cómo estamos en Argentina?

Cuando se desconoce la metodología básica de medición, es común incurrir en comparaciones erróneas y declaraciones poco felices. 

No es inusual que un gobierno cuestione las cifras oficiales de pobreza e indigencia, sobre todo, cuando no arrojan los resultados esperados. Tampoco lo son las comparaciones inadecuadas “tenemos menos pobres que en Alemania” o “hay más pobres que en Venezuela”, por citar apenas dos ejemplos extremos.

Sin embargo, no todo es lo mismo y antes de hacer comparaciones y declaraciones odiosas e inadecuadas, es fundamental conocer la metodología detrás de cada medición. En esta oportunidad, dialogamos con la especialista de la UNS María Emma Santos. La profesional es economista, investigadora y docente de esa Casa de Altos Estudios. A continuación, los tramos destacados.

1) ¿Cómo se mide la pobreza en Argentina? 

La pobreza en la Argentina se mide semestralmente por el método del ingreso conocido como el costo de las necesidades básicas. Se comparan los ingresos totales (de todas las fuentes de ingreso) que percibe un hogar (información que proviene Encuesta permanente de Hogares) con el Costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) para medir indigencia, y el Costo de la Canasta Básica Total (CBT) para cada hogar, para medir pobreza. Estas canastas constituyen lo que se conoce como línea de indigencia y línea de pobreza respectivamente.

La CBA se calcula a partir de los requerimientos nutricionales de lo que se llama el “adulto equivalente” (hombre de 30 a 60 años de edad, de actividad moderada). La CBT es la CBA multiplicada por un coeficiente que aumenta el valor de la canasta alimentaria para poder adquirir el mínimo de bienes y servicios no-alimentarios. El ingreso de cada hogar se compara con la línea de pobreza e indigencia multiplicada por la cantidad de adultos equivalentes que hay en ese hogar.

La composición de las líneas de pobreza e indigencia (cuya pieza fundamental es la CBA) es constante en el tiempo, para garantizar -precisamente- la comparabilidad. Lo que se actualiza es su valorización, de acuerdo con el incremento de los precios. Vale aclarar que las canastas pueden revisarse de tanto en tanto, porque los patrones de consumo de la población van cambiando en el tiempo, pero esas revisiones entran en tensión con la comparabilidad.

En Argentina, después de haber estado intervenido el INDEC por 9 años, y después de no reportarse pobreza e indigencia entre 2013 y 2015, en 2016 hubo una revisión de la CBA, junto con otras revisiones de la metodología de medición de pobreza.

2) ¿Se pueden comparar las líneas oficiales con las de otros países? ¿cuáles?

No. Las líneas de pobreza oficiales de cada país no son comparables con las de otros países. En otras palabras, no podemos comparar la tasa de pobreza oficial de Colombia con la de Argentina, o con la de Estados Unidos. Eso se debe a que cada país establece su propio estándar, y es absolutamente válido, porque la medición debe ser relevante primero y antes que nada, para el propio país.

Pero esto no significa que no se puedan hacer estimaciones comparables de pobreza entre países. Para eso existen las líneas de pobreza internacionales, que permiten realizar esas comparaciones. El Banco Mundial produce y utiliza estas líneas, una de ellas es la de 1,90 dólares por día en paridad de poder adquisitivo (que es un tipo de cambio que garantiza que un dólar en Argentina compra lo mismo que un dólar -por ejemplo- en la India). También la CEPAL produce estimaciones de pobreza con líneas de pobreza comparables para nuestra región.

3) ¿Qué pasa con aquellas personas que están apenas unas pocas unidades monetarias por encima de la CBT? ¿qué criterio usan para "corregir"/"ajustar" esta situación?

Eso no se corrige. La línea de pobreza es un umbral. Todo umbral tiene algún grado de arbitrariedad. La línea de pobreza no deja de ser una convención. Pero es una convención socialmente aceptada y con una metodología transparente y debidamente justificada. Claramente el hogar que está un peso por encima del umbral no es muy distinto del que está un peso por debajo. Lo que sí se suele hacer son ejercicios de sensibilidad o robustez a la utilización de distintas líneas de pobreza dentro de algún grado razonable de variabilidad. Si aumentar o disminuir un poco la línea de pobreza alterara muy significativamente la estadística de pobreza, la estadística no sería confiable, pero si las variaciones no son estadísticamente significativas, entonces no hay problema.

4) ¿Qué diferencias existen entre los informes de la UCA y los oficiales? 

La diferencia fundamental proviene de la fuente de datos: la UCA recolecta su propia encuesta, que es distinta de la Encuesta Permanente de Hogares con la que el INDEC mide de manera oficial, se recaba en momento diferente y el cuestionario sobre ingresos también tiene diferencias con el de la EPH.

Las líneas de pobreza que utiliza la UCA, sin embargo, son las del INDEC. Ambas fuentes de datos son confiables, y la prueba de ello es que la diferencia en puntos porcentuales entre las estimaciones de la UCA y las oficiales no es tan grande y, más importante aún, las tendencias que recorren las estimaciones son muy similares.

Las mediciones de la UCA cumplieron un rol especialmente valioso cuando el INDEC dejó de reportar la pobreza (entre 2013 y 2015). Y lo siguen cumpliendo. Pero de ninguna manera pueden sustituir a la estadística oficial, la cual debe estar. Por otra parte, las estimaciones de la UCA no se presentan a nivel desagregado por aglomerado, como sí lo hacen las del INDEC, y esto naturalmente se debe a que se trata de una encuesta que no tiene representatividad estadística a nivel desagregado.

5) ¿Pueden convivir niveles de pobreza tan elevados con niveles de desempleo bajos? ¿por qué?

Sí. El motivo principal por el que eso está ocurriendo en la Argentina es la altísima informalidad laboral (aproximadamente del 50%), lo cual significa empleos de mala calidad: sin aportes jubilatorios ni cobertura médica; se trata además de empleos con bajos salarios o cuentapropismo de bajos ingresos. Se evidencia así el fenómeno del “trabajador pobre”.