Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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La Provincia, ante una nueva encerrona política

La columna semanal de nuestro corresponsal en la capital de la provincia.

El triunfo electoral del nuevo presidente Javier Milei, junto a su principal aliado, el exmandatario Mauricio Macri, no sólo modificó el escenario nacional, sino que afectó directamente la vida política bonaerense.

En lo inmediato se abre un escenario incierto, en virtud de cómo serán esos “seis meses muy duros", ya que se sentirá el impacto del ajuste fiscal, advirtió el flamante dueño de la banda presidencial cuando prometió “cambios drásticos, sin gradualismo”.

Además, volvió a confirmar que el Estado no seguirá financiando la obra pública –salvo con algún aporte público/privado similar al modelo chileno- que tiene su impacto en el empleo local vinculado a la construcción. 

Ahora son tiempos de análisis sobre las consecuencias que sufrirán los municipios bonaerenses por el efecto de la “motosierra” de Milei, recorte que la Nación haría también sobre otros subsidios que le tocan a la provincia de Buenos Aires.

Frente a los primeros anuncios, el gobernador Axel Kicillof se reunió con el ministro Sergio Massa, para  revisar el pago de fondos con el objetivo de  reforzar la “caja” de la Provincia antes de que asuma Milei. Más temprano que tarde, Kicillof deberá entablar negociaciones con el recién elegido presidente libertario, con quien no comparte ni partido político ni afinidades ideológicas.

En el entorno del mandatario provincial saben que necesitan construir un puente institucional con Milei porque debe representar los intereses del electorado que lo reeligió en territorio bonaerense.

Dentro de la Gobernación de calle 6 se descuenta que el libertario no se la hará nada fácil y que la tijera de fondos que planea podría complicarle la gestión ante una “serie de programas sociales y de infraestructura que deben continuar”.

Al margen de cualquier atmósfera cargada de incompatibilidades, la Provincia necesita financieramente, y desde hace varias décadas, de la asistencia del Estado nacional.

Claramente Milei ganó el balotaje presidencial por el malhumor social y la mala gestión económica de la denominada “casta” de los últimos gobiernos.

Sin dudas, el aporte electoral de Macri -ahora con una alta vocación por reprimir la protesta social-más los halcones del PRO, con dinero, fiscales y entusiasmo antiperonista fue elemental en la victoria de los libertarios.

No hay dudas que a Kicillof le esperan tiempos difíciles, aunque decida alambrar la Provincia  como refugio del universo K/PJ.

Un problema no menor para la Provincia es que, desde que le quitaron puntos de coparticipación allá por los '80, necesita de los aportes mensuales de Nación para poder llegar bien a fin de mes. Una trampa que le armaron para tenerla sometida al poder central, que hasta ahora nadie ha podido desarmar. ¿Será ésta la lucha que llevará adelante Kicillof?

Asimismo, la derrota de Massa trajo como consecuencia directa el reposicionamiento del Gobernador dentro del armado peronista, que ahora deberá buscar nuevos liderazgos, y en ese horizonte aparece la figura de Kicillof con las acciones en alza.

El mandamás bonaerense se destacó por su éxito en la reelección. Ante la debacle de la política habitual, sobrevivir ya fue una victoria, y Kicillof lo logró. Pero ahora deberá entablar una relación de convivencia con el nuevo Presidente, muy refractario a todo lo que tenga olor a kirchnerismo, espacio del que el propio gobernador se siente parte central a partir de su fidelidad a Cristina Fernández.

En ese contexto Kicillof deberá negociar con Milei la financiación y los recursos para la Provincia. Esta tarea seguramente tomará parte de las discusiones de fin de año, y pronostican un verano movido, ya que el envío del Presupuesto bonaerense 2024 se retrasó ante los resultados electorales, al igual que el rearmado de su gabinete.

Donde también pegó fuerte la victoria de Milei fue en la oposición de Juntos por el Cambio. Ya había sufrido el primer sacudón con el acuerdo entre el libertario y Macri. Ahora las incógnitas principales pasan por saber qué rol jugará el sector más duro del PRO, que está en plenas negociaciones por el armado del gabinete nacional.

Algunos creen que los amarillos más duros se irán definitivamente con el Gobierno, avanzando incluso en el armado de bloque propio junto a los libertarios, lo que precipitaría el final de JxC.  

Otros creen que sólo una parte del PRO se irá, pero que la institucionalidad quedará dentro de Juntos. Finalmente, los menos, especulan con que el flamante Presidente electo no cumpla con los pedidos del expresidente y su sector  tenga que volver a la oposición.

Dentro de ese esquema, quienes están moviéndose con mayor velocidad, con un ojo puesto en lo que hará el Pro, y otro en el gobierno de Kicillof, son los radicales bonaerenses. Hasta el momento están avanzando en la definición de bloques propios para ver luego si hay margen para un interbloque, o volver a bloques únicos, lo que dependerá más de la rosca nacional que de la provincial.

De la mano de Maximiliano Abad, la UCR bonaerense mantiene diálogo abierto tanto con Milei –vía Macri-, como con Kicillof, y quizá sea ésta la carta que jugará el centenario partido, una suerte de garante de gobernabilidad.

Tanto en el Senado como en Diputados los radicales estarían en condiciones de garantizarle al oficialismo el número necesario para el funcionamiento de la Legislatura en un año que se avizora complicado.