Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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Despacio, el albertismo empieza a tejer para 2023

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

NA y Archivo La Nueva.

   “Ojo con comerse los amagues”, “Agenda y mucha gestión, no tanta tele”, “Construir en serio el albertismo”, “Que las internas no nos saquen del eje”. Son todas frases dichas en la última reunión del presidente Alberto Fernández con parte de su círculo más cerrado, que además sirven para pintar un escenario: el presidente y sus aliados están convencidos más que nunca de construir con la mira puesta en la reelección, vía una gran PASO de todos los sectores del peronismo en octubre de 2023, como reclamó en el acto en Plaza de Mayo por el Día de la Militancia.

   Dichas en absoluta reserva por un confidente del primer piso de la Casa Rosada, esas frases pertenecen a varios de quienes el lunes almorzaron con el presidente en el comedor privado de la Casa Rosada, aunque también en una reunión ampliada por la tarde con el resto de los colaboradores que ocupan cargos claves en el gabinete.

   Tal vez la más significativa es la de tener cuidado con “comerse los amagues”. Ocurre que para algunos albertistas de  la primera hora la última carta de Cristina Fernández en la que le recuerda al presidente una vez más que es él y no ella el dueño de la lapicera, de cara a la negociación con el Fondo Monetario Internacional para la firma de un nuevo acuerdo, “puede encerrar alguna trampa, una doble lectura”.

   Según esa construcción, la vicepresidenta lo que deja traslucir en esa segunda línea es que si el acuerdo resulta en un fracaso o es gravoso para los argentinos por la imposición de eventuales ajustes, la responsabilidad será toda de Alberto. No de Cristina. 

   Las demás frases tiradas en el almuerzo son entendibles, con un agregado en la que se refiere a construir “en serio” el albertismo. Para eso, dicen, primero habrá que convencer al propio Alberto que hasta ahora se ha negado a convalidar que su gestión como presidente pueda alumbrar una corriente interna con nombre propio. “No tenemos que tenerle miedo a decir que somos albertistas”, se envalentona un funcionario de la segunda línea al tanto de esos enjuagues.

   Oficialmente se informó que el presidente había mantenido ayer un almuerzo de trabajo para repasar los últimos acontecimientos políticos y económicos, como por caso la marcha de las negociaciones con el Fondo Monetario y los acuerdos que se necesitan trabajar en el Congreso con la oposición para aprobar el Plan Plurianual y otras leyes.

   A ese almuerzo, primera señal, no fue convocado ningún funcionario que responda estrictamente al cristinismo, como Wado De Pedro. La excusa fue que el ministro del Interior tenía a la misma hora un acto en Neuquén para asistir a un encuentro regular del llamado Parlamento Patagónico.

   A la mesa se sentaron albertistas o “cuasi albertistas” como lo definió el confidente: Juan Luis Manzur, Santiago Cafiero, Gabriel Katopodis, Juanchi Zabaleta y Jorge Ferraresi. A los postres, dicen algunos, se reforzó el scrum con la llegada del ultraalbertista Julio Vitobello, el jefe de Asesores Juan Manuel Olmos y el exvocero presidencial Juan Pablo Biondi, que sin cargo en el gabinete de todos modos se mantiene a diario junto a su jefe histórico y lo secunda en tareas de gobierno aunque desde afuera de la estructura.

   Ése, dicen los que conocen el paño, es el equipo con el que Alberto se dispone a jugar el partido tal vez más importante de su carrera política, como es el de ganar una interna presidencial en el Frente de Todos sin el tutelaje de nadie y por sus propios méritos.

   Al menos, aclaran las fuentes, es la mesa chica con la que se manejará Alberto de aquí en más, ya que no debe olvidarse que justamente una de las tareas encomendadas a Manzur es la de ampliar el espacio a gobernadores de todo el país e intendentes con peso propio, en especial en el conurbano bonaerense.

   Tarea que a muchos les resulta de incierto resultado y sobre la que queda muchísimo por remar, pero que ha animado al presidente y a todo el grupo que asistió a ese almuerzo con un dato que en la última semana reflejaron al menos tres consultoras, dos de las cuales no responden al oficialismo: el Presidente ha remontado en las encuestas de imagen, recuperando al menos cuatro puntos de los que había perdido durante la pandemia a partir del crecimiento de la economía por quinto mes consecutivo que registran esos análisis. 

   El Presidente despide a todos sus amigos y funcionarios con la misma idea: hay que trabajar como nunca para ser exitosos en los dos años de gestión que quedan por delante.