Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Natty Petrosino: “Tiendo una mano y alivio el dolor. Pero Dios se ocupa de todo”

Asegura que los premios sólo le han servido para ser más conocida y no deja de agradecer el milagro que la transformó, medio siglo atrás.

Foto: Rodrigo García-LN

Cecilia Corradetti
Ccorradetti@lanueva.com

   Natty Petrosino confiesa que “volvió” transformada y que desde entonces su vida cambió para siempre.

   “Volvió”, insiste, para graficar –como si nadie lo supiera-- aquella vivencia que a los 28 años, tras una muerte clínica en medio de una cirugía, la alejó de su vida acomodada y la llevó a servir a Dios junto a los más desposeídos.

   A sus flamantes 80, más radiante, más humilde y más lúcida que nunca, reconoce que poco recuerda de sus años de lujo, cuando nadie la imaginaba entregando su vida a una misión.

   --¿Cómo lo logró?

   --No tengo la respuesta. Fue una fuerza que me llegó del Señor y enseguida me puse a trabajar. Hoy miro hacia atrás y no puedo creer que, sin contar con un solo papel, un solo documento, haya podido alimentar a 7 mil personas por día, crear hogares, llenar camiones repletos y viajar a la selva formoseña... 

   --¿Qué recuerda de la etapa anterior a su transformación?

   --Todo lo que tuve lo sigo conservando. Mis hijos, ahora mis nietos, mi familia terrenal... Aquel milagro me llevó a tenderles la mano a los pobres, a aliviar su dolor. Pero es Dios quien se ocupa de todo.

   --¿En qué la han modificado sus múltiples premios, incluso su nominación al Nobel de la Paz?

   --En nada, salvo en ser reconocida mundialmente y, por consiguiente, lograr más ayuda.

   --Pasan los años, las décadas, los gobiernos y la desigualdad nunca se termina ¿Cuál es su reflexión?

 

 

   --Es cierto, pasaron gobiernos militares, democráticos, radicales, peronistas... y esto sigue. En el mundo entero se sucedieron monarquías, comunismo, socialismo, federalismo, democracias... Y sigue. Es kármico. 

   --¿Hasta cuándo piensa continuar con sus misiones en Formosa, conduciendo su camioneta, dirigiendo a sus voluntarios y atendiendo partos?

   --Ahora me encuentro en un impás por razones de salud, pero seguiré hasta donde pueda. Soy una bendecida. 

   --¿La felicidad se renueva frente a cada campaña?

   --¡Claro! siento lo mismo que el primer día, cuando el Señor me llamó hace muchos años. Hoy me acompañan Susan y Tom Berna, que viven en los alpes suizos. También Gabriela Arias Uriburu suele hacerlo y es una alegría inmensa. Nunca estoy sola.

   --¿Cómo podemos ayudar a cambiar el mundo? 

   --Siempre lo repito: con amor y servicio. La sonrisa y el amor que podemos brindar todos los días no tiene precio. Es gratis y puede ayudar de manera impensada.   

Una suiza incondicional  

   En forma casual, Susan Berna, una suiza bonita, pura energía, con residencia en Saint Moritz, oyó una de las tantas historias de Natty.

   Parecía lejano, imposible. Pero un día la encontró frente a frente. Era 1997. Desde entonces Susan y su esposo Tom, un asesor financiero ya jubilado, forman parte una vez al año de las misiones formoseñas.

   “¡Qué privilegio!”, reflexiona ella, sonriente, mientras evoca la felicidad que le provoca colocar cada ladrillo, alimentar a cada niño hambriento, cargar cada bolsa de mercadería...

“Con ella todo es posible”

   “Ingresamos al Impenetrable, el mismo lunes violento en Buenos Aires. Como cada año, Natty estaba llevándoles la Navidad a los wichis”, relata Gabriela Arias Uriburu, madre que conoce el dolor y que se unió a la causa de Natty, también en los 90' .

   “Para Dios no hay imposibles y Natty lo hace posible. Aprendí estos días a no detenerme en en lo que parece un horror, o en la queja. Estos días, trabajando sin parar, nos entrenan a dejar el ego y ponernos al servicio. Todo argentino en cualquier lugar que se encuentre sufrió o sufre por algo en su vida. Tenemos la enorme oportunidad cada instante de elegir la vida, de decirle Sí. Todo es esfímero, somos mortales, la muerte nos lo dice junto a la vida”, posteó en su cuenta de Twitter. 

 

 

   “La vida está esperando que le digas Sí, asumiendo tu responsabilidad. Nadie nos hace las cosas, las situaciones vienen para que despertemos, para que crezcamos. Pedimos y no decimos gracias, gracias por la vida. Aquí, una vez más, junto a los wichis. Y con Natty puedo decir a cada instante ¡Gracias!”. 

Toda una vida junto al prójimo

   Natty ha venido cumpliendo su labor en auxilio de los más necesitados desde sus 28 años, cuando era modelo. Hasta entonces vivía cómodamente en Palihue. Un día “descubrió a Dios” y su vida cambió para siempre.

   Desde entonces se dedicó a los más desvalidos, los sin hogar, sin familia, sin empleo, pobres, marginados, enfermos y discapacitados. En 1978 fundó el Hogar Peregrino San Francisco de Asís. En 1990 dejó el hogar en manos de la Curia para comenzar a recorrer la Argentina a lo largo y ancho de su territorio llegando donde más la necesitan. 

   Ha recibido una gran cantidad de premios y reconocimientos por su labor. "No recibo nada del Estado. Los alimentos y el dinero para movilizarme en auxilio de los pobres llegan solos, la gente me los acerca espontáneamente y sucede en el momento justo”, dijo.