Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

¿Cómo se celebró el centenario de la Liverpool de Sudamérica?

Los festejos de 1928 estuvieron impregnados de la idea del progreso ilimitado de la mano del puerto y el ferrocarril. Se inauguraron monumentos, el Palacio de Tribunales y la actual Escuela Nº 2, y se presentó el himno de la ciudad.
 

La inauguración de la Fuente de los Ingleses, en un codiciado espacio de la plaza Rivadavia. Todo un símbolo del modelo de desarrollo que aspiraban a copiar los bahienses de aquel entonces. Fotos: Emmanuel Briane, Rocío Zabalza y Archivo La Nueva.

Juan Ignacio Schwerdt / jschwerdt@lanueva.com

   “Invasión estatuaria” fue el término que acuñaron diarios y publicaciones de la época para referirse a una de las particularidades más notables que tuvieron los festejos por el Centenario de Bahía Blanca, el 11 de abril de 1928.

   En otras palabras: la ciudad se llenó de monumentos y de "piedras fundacionales". En honor a Rivadavia (terminado e inaugurado varios años más tarde), a los Fundadores, a Caronti (listo recién en septiembre del '28) y a las colectividades británica, israelita, italiana y sirio libanesa.

   A esto se sumó el corte de cintas en edificios que hoy forman parte del valioso patrimonio arquitectónico de la ciudad, como el Palacio de Tribunales y la Escuela Nº 2, entre otros.

   Aquella fiebre por los monumentos que invadió a las principales instituciones locales y a la Comisión del Centenario no fue casual. 

   Además de los motivos obvios -visibilización ante la sociedad y demostración de poder económico-, cada obra inaugurada o iniciada aquel año fue gestada para perpetuar la potente idea colectiva de que Bahía Blanca, por su enorme potencial de desarrollo de la mano del puerto y el ferrocarril, estaba llamada a ser una de las principales ciudades de Sudamérica y, quizá, del mundo.

El monumento al barón Mauricio de Hirsch, con el cual la comunidad israelita homenajeó a Bahía Blanca por su centenario.

   “La construcción del nudo ferroportuario en 1884 marcó, sin dudas, un antes y un después en esta población que hasta ese momento había sido una pobre aldea junto a una fortaleza prioritariamente militar”, describió la doctora Diana Ribas en su trabajo “Saldos y retazos: algunas aproximaciones a la identidad durante el primer centenario local”.

   “La conexión con el territorio nacional y la inserción en el mercado internacional, a partir de su privilegiada situación estratégica sobre el Atlántico, desplazaron esas funciones (las militares) hacia lo económico, y la transformaron (a la ciudad) en una especie de imán al que migraron personas tanto desde el interior de Argentina como provenientes de otros países”, agregó.

   Los censos ratifican a la investigadora de la UNS: en 1881 la ciudad tenía apenas 3.201 habitantes, mientras que en 1914 esa cifra llegaba a 70.269. Fue el mayor crecimiento vegetativo en la historia de Bahía Blanca -2.200% en 33 años- y el fundamento  más sólido que tenían los propios bahienses para creer que nuestra ciudad estaba avanzando con rumbo firme hacia un inexorable destino de grandeza.

   Bahía era, sin lugar a dudas, una gran tierra de oportunidades en los inicios del siglo XX. A tal punto, que muchos la llamaban La Liverpool de Sudamérica, en obvia comparación con el puerto comercial más importante del mundo en aquella época.  

   Con este concepto de desarrollo irrefrenable arraigado en la mente de todos, los bahienses salieron a las calles a celebrar el centenario de su ciudad desde el 8 al 15 de abril de 1928.

   “Bahía Blanca está desconocida -publicó La Nueva Provincia por aquellos días-. No hay sitio, por apartado que esté de la ciudad, adonde no llegue ese ambiente de fiesta que se refleja en todos los rostros. Todos nos sentimos orgullosos de ser bahienses, satisfacción legítima si se tiene en cuenta que somos forjadores de esta grandeza que ahora exhibimos como el artista a su obra maestra en un gran certamen”.

   

El gobernador Valentín Vergara y el ministro de Marina, Manuel Domecq García, presidieron los actos oficiales junto a otras autoridades.

Una semana a pleno

   Los actos oficiales arrancaron el domingo 8 de abril de 1928. Las primeras actividades destacadas fueron el estreno de la película “Bahía Blanca: ayer, hoy, mañana”, de la Compañía Cinematográfica Valle, y la inauguración de la obra de arte “Panorama de la ciudad”, del artista Augusto Ferrari. 

   El martes 10 hubo varias propuestas, aunque la más convocante resultó la Marcha de Antorchas por las calles céntricas, que se inició en Alsina y O'Higgins. Según publicó “La Nueva Provincia” al día siguiente, “congregó a un gentío enorme, tal como pocas veces se ha visto en esta ciudad”. 

   El día del centenario llegaron a la estación del Ferrocarril Sud, entre otros, el gobernador y exintendente bahiense Valentín Vergara, el vicegobernador Victoriano de Ortúzar y el ministro de Marina, Manuel Domecq García, en representación del entonces presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Los esperaba el intendente Ramón Ayala Torales y la comisión de festejos.

   A poco de descender pudieron leer en este diario un magnífico editorial escrito nada menos que por Roberto J. Payró. “Perdido entre las tres inmensidades del mar, del cielo y de la pampa, vegetó en un principio para maravillar al fin de una centuria con su desenvolvimiento”, escribió el autor en su extenso “Elogio a la ciudad de Bahía Blanca”.

   Esa misma mañana, en el Parque de Mayo, se colocó la piedra fundamental del Monumento al Ramón Estomba y a los fundadores. Del acto tomó parte Irma Santurio Estomba, sobrina nieta del coronel. También se homenajeó al general San Martín y, tras el almuerzo, comenzó un gran desfile militar. 

   Más tarde la comunidad británica -encabezada por Arthur Coleman- inauguró ante una multitud la fuente que hoy se ubica a metros del cruce de Estomba y Colón. Luego se habilitó una exposición en el Hospital Policlínico, antigua denominación del Hospital Interzonal Dr. José Penna, puesto en marcha por aquellos días y formalmente inaugurado dos años más tarde.

   A las 21 se inició la Velada de Gala en el Teatro Municipal, en la que fue presentado el Himno a Bahía Blanca, con letra de Carlos Leumann y música de Pascual de Rogatis. Fue un éxito; el poeta había logrado captar magistralmente el sentimiento de los bahienses con versos que aludían “a infinita grandeza”, “progreso inmortal” y “gloria mundial”. 

   La jornada culminó con un gran baile en el Palacio Municipal y romerías populares en “los salones de calle Parchappe”.

   El jueves 12, en el Gran Banquete Oficial, el intendente Ayala Torales dijo durante su discurso que Bahía había logrado ubicarse en “un lugar preeminente” entre las ciudades que impulsaban “el adelanto nacional”. También habló del “poderío” de la centenaria población gracias al empuje de su puerto.

   La nota de color de la jornada fue el desfile de escolares. Las crónicas de la época hablan de más de 8 mil chicos en las calles, en lo que fue “una de las actividades más pintorescas y simpáticas de los festejos”.

La inauguración del Monumento a Giuseppe Garibaldi, el 12 de abril de 1928 (izq.). A la derecha, tal cual está hoy.
 

   Por la tarde se inauguraron otros dos monumentos: el de la colectividad italiana, que recuerda a Giuseppe Garibaldi (ubicado a metros del Teatro Municipal), y el pilar-reloj de la comunidad libanesa en el Parque de Mayo.

La Fuente de los Ingleses y el monumento-reloj de la comunidad libanesa, hoy.

   Cerró el cronograma de ese día otra función en el Teatro Municipal, pero esta vez a cargo del prestigioso cuerpo estable del Teatro Colón de Buenos Aires.

   El viernes 13, en la Plaza Rivadavia, se colocó la piedra fundamental del monumento que recuerda al prócer (que sería inaugurado recién en 1946), y la colectividad siria hizo lo propio con un pabellón en el Hospital Municipal. 

   Luego, en Vieytes y Rondeau, se cortaron las cintas de la Escuela Centenario (actual Escuela Nº 2), y pocos minutos después las del flamante Palacio de Tribunales. 

   El sábado 14, siempre en la misma línea, se colocó la piedra fundamental del Monumento a Luis Caronti (frente al palacio municipal). El domingo 15 los festejos concluyeron con otro banquete y, como no podía ser de otra forma, con la colocación de la piedra fundacional del Hospital Español, en el barrio La Falda, y el monumento evocativo de esa comunidad en avenida Alem, casi Casanova.

   Como nunca antes, Bahía se había llenado de monumentos.