Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

"El tipo que mató a mi padre está prófugo; por eso estamos ofuscados"

En marzo de 1995, el exjuez federal Jorge Horacio Peri fue asaltado y ultimado de un disparo. Por el asesinato fue condenado Julio Enríquez, quien cumplió la pena, pero siguió delinquiendo y es buscado por la justicia.
Foto: Archivo LN.

   Hace algo más de dos décadas la ciudad se conmovió por el asesinato del exjuez federal Jorge Horacio Peri.

   El 17 de marzo de 1995 fue asaltado cuando llegaba a su estudio y recibió un disparo en la cabeza, sufriendo lesiones que causaron su fallecimiento cinco días después.

   El homicida resultó ser Julio Omar Enríquez (37 años, al momento del hecho), quien el 6 de septiembre de 2000 fue sentenciado a 20 años de prisión.

   Daniel Peri, hijo de la víctima, sostuvo indignado que el individuo, beneficiado por una cuestión legal, cumplió menos de la mitad de la condena en prisión.

   Como si esto fuera poco, a partir de un informe publicado por “La Nueva.” en agosto del año pasado, entre las fotografías de 12 personas que se encontraban prófugas con sentencias firmes descubrió el rostro del asesino de su padre.

   “Él se pasó toda la vida luchando por la Justicia y este tipo (por Enríquez) creo que, de manera efectiva, cumplió ocho años. Cuando salió, volvió a cometer otro hecho por el cual fue encarcelado, pero salió de nuevo. Luego cometió otro delito y lo beneficiaron con salidas transitorias no retornando más, estando actualmente prófugo”, comentó.

   Agregó que “esto es lo tremendo de nuestra Justicia, y por eso estamos ofuscados. En Bahía Blanca ni siquiera hay una unidad fiscal de Ejecución Penal. En la Justicia, nadie se preocupa demasiado por los prófugos. Ha hecho más la prensa a través de esa publicación con las caras de los prófugos. Y fue ahí que advertí que el tipo que mató a mi padre está en esa condición”.

   Enríquez estaba cumpliendo una pena de 6 años y 10 meses de cárcel por robo doblemente agravado cuando incumplió el beneficio que le habían otorgado.

   El trágico episodio se registró minutos después de las 12, en el entrepiso del edificio de Belgrano 83, donde padre e hijo compartían el estudio jurídico.

   Poco antes, Peri había concurrido a la sucursal del Banco Nación ubicada frente a la Plaza Rivadavia para cobrar los 6.835 pesos de su jubilación.

   El terrible hecho había sido consumado.

   Daniel recordó que inmediatamente ocurrido el ataque “me llama la empleada de la oficina y me dice que mi padre había sufrido una caída y estaba tirado en el baño, en un charco de sangre. Yo estaba en una clínica, en la que asesoraba legalmente, y con el médico de guardia fuimos al lugar. Cuando llegamos ya lo había hecho una empresa de emergencias médicas y a mi padre lo habían subido a una silla para sacarlo, porque era difícil pasar la camilla”.

   Explicó que “mi madre inmediatamente me dice 'papá fue a cobrar la jubilación. Andá a fijarte si fue a la Cámara (Federal, en Mitre 62) a retirar el cheque, seguro que le robaron'. Recuerdo que en ese momento le dije 'mamá, no me importa si le robaron o no. Voy al hospital a ver cómo está'. Y cuando vuelvo al estudio ya estaba la policía y había encontrado un cargador con balas tirado en el piso”.

   Esforzándose para no quebrarse, el hombre comentó que se presentó en el juicio por el crimen de su padre como particular damnificado.

   “Yo tenía casi cuarenta años y tenía el placer de trabajar con él. Entonces no me especializaba en lo penal, pero me puse a estudiar porque se lo debía”, finalizó.

El esclarecimiento

   Prueba. “Aparecían llamados de personas con problemas mentales que decían que sabían quién había sido, hasta que en un momento determinado, cuando le sacaron la bala de la cabeza, se dan cuenta qué tipo de arma era y no era una común”, comentó Daniel refiriéndose a la pistola 3.80, Bersa, utilizada para asesinar a su padre.

   Coincidencia. La vinculación de Enríquez con el hecho se dio cuando una pericia balística indicó que el arma que se le había secuestrado al momento de ser aprehendido en relación al asalto perpetrado el 13 de mayo siguiente en una vivienda de Haitì al 4.500, en Grünbein, era la misma que había sido utilizada en el robo sufrido por el exjuez.

   Contundente. “Todas las balas que estaban dentro del cargador caído en el piso tenían una marquita: un toquecito cerca del fusible, en el borde. La policía encuentra esa arma y uno de los oficiales recordó que en la causa de Peri se había usado una similar. El resultado de la pericia fue positivo”.

   Hábito. “Enríquez tenía la costumbre de manipular la pistola para que vayan saliendo las balas del cargador y al hacer eso se producía esa marca. Era un hábito; lo hacía para hacerse el canchero. También se revisaron las filmaciones del banco y apareció una con su imagen cerca de las cajas de seguridad, cosa que ayudó para condenarlo”.

   Escuchas. “Pedí la intervención de los teléfonos del banco y no me lo otorgaron, pero en una escucha de otra causa que tramitaba en la justicia federal una mujer menciona que le pongan abogado porque sino Enríquez iba a hablar. Y un tal Llambay, luego asesinado por un empleado en su campo de Patagones, puso la plata para que lo defiendan tres abogados. Es probable que en el robo haya intervenido otra persona, pero la inteligencia previa la hizo alguien más”, consideró.