Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Racing - River y una muy sospechosa final

Por Ricardo de Titto / Especial para "La Nueva."
El 13 de diciembre de 1908, Racing y River ( cuyo equipo aparece en la foto), disputaron una final por el ascenso a Primera. Hace poco más de un siglo se dirimía un pleito con los mismos clubes, protagonistas del clásico más antiguo del fútbol argentin

El Racing Foot Ball Club había nacido con la voluntad de ser grande. En una de las asambleas de fundación, Evaristo Paz había dicho: “Así no podemos seguir, dos clubes chicos no sirven, uno grande sí”. Y, en consecuencia, en una reunión realizada bajo cuatro ombúes, Colorados Unidos aportó sus 34 socios y 19,65 pesos, mientras que Barracas al Sud sumó sus 11 miembros y 16,35 pesos. Aquel 25 de marzo de 1903 se cumplió el sueño de Germán Vidaillac, único de los presentes que era socio de los dos “clubes” que se aunaron. Y fue él mismo el que propuso el nombre de la nueva institución que surgió por una circunstancia fortuita. Vidaillac era descendiente de franceses y el acuerdo de la asamblea era encontrar un nombre original, atractivo, distinto. “El francés” mostró a la concurrencia una revista parisina de automovilismo que en su tapa anunciaba una victoria: se lo consideró una buena señal y, tras una hora de cavilaciones, por unanimidad se adoptó el nombre de la publicación: Racing. Por un tiempo su “sede” fue el hall de la estación de trenes hasta que comenzó a funcionar en los fondos de una tienda ubicada en avenida Mitre al 500 aunque su primera sede oficial estuvo del otro lado del Riachuelo, en Montes de Oca 20, a metros de la Plaza Constitución. Su primer presidente, Arturo Artola, surgió de sacar un papel de los postulantes del sombrero que aportó el más “cabezón” de los presentes, Pedro Werner, uno de los fundadores y pioneros.

Eran tiempos en que en el país casi todo era inglés: cada nueva empresa tenía el sello británico. Y el foot-ball estaba dominado por instituciones de la comunidad inglesa residente en Buenos Aires, como Alumni, donde brillaban los hermanos Brown. De allí también que Racing Club –aunque no lo hiciera estatutario- tenía una marca de origen que lo distinguía: era el equipo “criollo” por excelencia de una barriada que tenía apenas una sola de sus calles empedrada –la avenida Mitre- y que mezclaba en su paisaje galpones, barracas y talleres, con terminales ferroviarias y casas humildes, carretas, caballos, algunos sembradíos, lotes baldíos, huertas hogareñas, gallineros y aire a pampa y a nieblas del Riachuelo.

Tanta influencia tenían los británicos en la Liga de Fútbol que, aún en 1905 las sesiones de la Argentina Football Association se realizaban en inglés. Racing, el primer club afiliado enteramente argentino debía remar contra la corriente sin el apoyo de institutos y comercios de la comunidad. En abril se consideró la posibilidad de sesionar en castellano, pero la moción fue rechazada. La fundación de Boca Juniors y la formación de la Liga Rosarina de Football replantearon el tema del idioma y el 6 de julio se discutió nuevamente la “castellanización” del deporte. Votaron a favor los representantes de Estudiantes de Buenos Aires, Alumni, San Isidro, el secretario de la segunda división (en la que militaba Racing) y el presidente y el representante de la Asociación Juniors, que no hablaban inglés. Por la negativa al uso del castellano, votaron otras ocho instituciones. El empate fue resuelto por el presidente de la Association y el inglés siguió como idioma “oficial” de las reuniones. Claro que la participación creciente de criollos empezaba a originar un “lunfardo” por vía de los jugadores y aficionados que repetían fonéticamente las palabras originales: orsay, fulbá, laisman, insáider, golquiper…

La primera cancha que suplió al potrero original se “marcó” en el mismo sitio donde ahora está el Cilindro (Colón y Alsina), predio que fue entregado en concesión tras penosas esperas y largos trámites en despachos oficiales. Estaba bien ubicada, a pocos metros de la avenida Pavón, cerca del Mercado de Concentración de Productos de Abasto. Al terreno se lo pagaría, con cuotas módicas, durante muchos años. Una tribuna cabecera, duchas precarias y apenas unos pocos metros útiles tras la línea de cal. Entonces sí, había llegado el momento de incorporar nuevos players para que el club se mantuviera: en un principio había días en que costaba reunir los 11 para presentarse. Eso sí, al inicio todos debían ser hombres de Avellaneda (o Barracas al Sud). Respecto de River Plate apuntemos que había sido fundado en 1901.

Ambos clubes, en 1908 estaban en Segunda división y aquel 13 de diciembre se enfrentaron para dirimir el campeón y el correspondiente ascenso en el field de Gimnasia y Esgrima, en Palermo, lo que favorecía la concurrencia de los hinchas de River, que ese año se identificó con una camiseta a bastones rojos y blancos. El clima fue muy tenso, los hinchas de River “coparon” las gradas e impidieron el ingreso de los que llegaban de Avellaneda que, al final, se acomodaron como pudieron en unos laterales. El público local hostigó todo el tiempo al referí hasta que logró intimidarlo y atacaba abiertamente a los jugadores racinguistas ante la creciente pasividad del árbitro. A pesar de eso, faltando dos minutos Racing ganaba 1 a 0 como la lógica indicaba de acuerdo con los antecedentes de los dos cuadros. Ante un resultado que se veía como definitivo, el marcador central de River, Chiappe, se retiró de la cancha y tomó camino de los vestuarios arrastrando a un compañero al grito de “¡Vámonos!”; pero, ante un rechazo defectuoso de un defensor de la Academia, reingresaron corriendo y convirtieron el empate. En tiempo suplementario River logró el 2 a 1. Pero el trámite del partido había sido tan irregular que Racing protestó y la Asociación resolvió anular el encuentro y programar otro que se jugó el día 20. En esta nueva final, River se impuso 7 a 0… pero las “arbitrariedades” fueron entonces al por mayor al punto que, aun cuando estaban empatados, ofuscado por las penalizaciones favorables siempre a River, el arquero de Racing, Alfredo Lamour, se retiró del campo. Como en esa época no había cambios, el equipo quedó con 10 jugadores… y con un arquero improvisado entre los hombres de campo. Aunque Lamour alegó haber actuado de acuerdo con su conciencia rechazando al partido por “inmoral”, la comisión directiva de Racing lo desafilió “por inconducta deportiva”.

Racing ascendió finalmente en 1910 derrotando a Boca por 2 a 1 y en esa década se convertiría en la Academia, identidad surgida de un fútbol que “daba cátedra” con “la nuestra”, en base a gambetas y juego por el piso en lugar de pelotazos y juego aéreo característico de los ingleses. Con el abierto apoyo del caudillo conservador de Avellaneda Alberto Barceló –en detrimento del “Rojo”- y ya su definitiva camiseta albiceleste, Racing, entre 1913 y 1919 se impuso en siete campeonatos consecutivos y estableció un récord nunca superado. Según los registros de 1909, la Acadé contaba solo con 251 socios. Cuando estas páginas salgan a la luz, más de 50.000 albicelestes se estarán preparando para festejar un nuevo campeonato en su gran estadio –ahí mismo, en Alsina y Colón- y varias centenas de miles seguirán la definición por televisión. Y River, el otro campeón posible, no tiene, en esta oportunidad, posibilidad de “arreglar” un resultado a su favor ni, tampoco --por esas extrañas situaciones que vive la Argentina del siglo XXI- presionar con su muy numerosa parcialidad.