Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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Monte Hermoso: la vida después del temporal

Algunas familias lo perdieron todo y tuvieron que buscar casa.  Otras, sacaron el agua a baldazos y pudieron volver. Las copiosas lluvias del miércoles también destruyeron calles y vehículos.
Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Anahí González / agonzalez@lanueva.com

   La primera noche después de la tormenta Jonatan Mariano Villanueva no pegó un ojo. Ya le habían prestado una casa, estaba en un colchón seco, bajo un techo seguro, con su mujer al lado y las nenas a salvo, pero seguía escuchando el ruido del agua contra las paredes y las palabras de su hija Zaira, de ocho años: “Me ahogo, papi, me ahogo”.

   La madrugada previa había sido fatal. Estaba en su casa –en Avenida San Martín 1317- cuando, sobre las 6.40 su hija más chiquita, Bianca, de cuatro años, se despertó por la tormenta y se pasó a la habitación matrimonial. Como Zaira se había quedado sola, Jonatan fue con ella.

   “Afuera llovía, pero era un charquito normal”, contó.

   Unos mintuos después se desató la pesadilla.

   “Primero se escuchó un ruido a piedra, como algo que se estaba rompiendo y en 30 segundos tenía el agua en la cintura”, contó.

   Se había derrumbado la medianera -pegada a la pared de pinotea del cuarto de las nenas- que actuaba como contención en los días de lluvia y el agua entraba a raudales por debajo de la pared e inundaba toda la casa que está ubicada a varios metros bajo del nivel de la calle.

   “Corté la luz y traté de sacar a mi hija mayor por la puerta del frente pero no pude abrirla por el agua. No sé cómo, pero la arranqué”, recordó.

   Mientras rescataba a su familia, pisó los vidrios de la puerta rota y se cortó el pie por lo que terminó en el hospital con ocho puntos de sutura. Le decía al médico: “Coseme, quiero ver a mis hijas”. Afuera seguía lloviendo a cántaros. Las nenas y su mujer se habían refugiado en lo de Ramírez, el vecino de la esquina, empapadas, en shock.

   La corriente arrastró muebles, electrodomésticos y todo lo que encontró a su paso. Hasta revolcó contra el barro la mochilas de la nenas con todos los útiles nuevos para empezar las clases y destrozó las tablets que les habían regalado hacía unos meses.

   "Ellas preguntaban por las tablets. Uno hace tanto sacrificio para comprarle las cosas", se lamentó Jonatan.

   La mercadería, la ropa, los utensilios de cocina, juguetes y hasta los documentos quedaron hechos un amasijo de hierros, tablas, telas, latas y papeles mojados.

   “Tuvimos la suerte de que la abuela de mi señora tiene una casa, que es donde estamos ahora”, dijo apoyado en las muletas, con el pie vendado y la mirada en los escombros.

   Aún conmocionado agradeció a quienes le dieron una mano: su jefe del corralón Fernández, vecinos, amigos, familiares les acercaron ropa seca, zapatillas y los ayudaron.

   Jonatan es de Villa Maza, La Pampa, y llegó hace 10 años. A los dos días conoció a su mujer, Cecilia Martínez, a los dos meses se pusieron de novio y a los cuatro quedó embarazada y se mudaron a esta casa a la que ahora, con dolor, le dicen adiós.

   La abuela María

   En el Barrio Esperanza el temporal tampoco pasó inadvertido. Aquí las casas son precarias, en general con techos de chapa y rodeadas de calles de tierra.

   María Ceballes tiene más de 80 años y la pasó muy mal.

   Estaba recostada cuando la puerta de su casa se abrió de golpe por la corriente. Quiso bajar de la cama para ver quién estaba entrando y se mojó los pies. Ahí se dio cuenta de que su casa se estaba inundando.

   “Fui a buscar las chancletas y nos las encontraba porque el agua se había llevado todo. Me llevaron para lo de mi hijo ¿Cómo salía? Casi nadando", contó.

   Su hijo, Ceferino, que vive en el mismo terreno, en la casa de adelante -a la que también entró agua- la encontró con el agua hasta las rodillas.

   Tuvieron que desagotar la vivienda a baldazos durante 12 horas.

   María perdió a su marido hace un año y hace pocos meses fue operada de la cadera. Todavía está triste. Las marcas del agua en las paredes y muebles no la dejan olvidar.

   Llovieron 130 milímetros en menos de 24 horas

   Precipitaciones. En la madrugada del miércoles pasado las precipitaciones superaron los 100 milímetros y por la noche siguió lloviendo. Según los Bomberos las casas más afectadas fueron las del barrio Esperanza y un sector de Avenida San Martín. Tmbién se produjeron zanjaz y se rompió el asfalto en la costanera y otros sectores.

   “Queremos soluciones”

   Nilda González y su familia fueron otros de los damnificados. Tuvieron que autoevacuarse. Su casa también está en la Avenida San Martín a pocos metros de la vivienda de Jonatan Villanueva y Cecilia Martínez.

   El agua entró por el comedor y las habitaciones mientras sus hijos trataban de armar un cordón de contención con la pala. “Vivo acá desde los 80 y desde entonces tenemos este problema ¿Hasta cuándo va pasar esto? ¿Hasta que haya una víctima?", remató.

   Irrefrenable

   Desde que ocurrió el temporal, el albañil montehermoseño Luis Schulmeister está durmiendo en casa de una de sus hijas porque a la suya no puede volver. Y no sabe cuándo va a poder. Su casa -donde vive hace 45 años- está a unos metros de la de Nilda González, aunque más hundida en relación al nivel de la calle. Se inunda siempre, pero nunca tanto. El agua entró en todos los ambientes. Sus hijos -cuatro varones y tres mujeres- trabajaron duro para reacondicionar el lugar. “La heladera, la cama, todos los muebles flotaban en el agua. Ahora hay que seguir luchando”, dijo.

   Cáritas.Se siguen recibiendo donaciones en Cáritas Parroquial (Fossaty 241) Se entregaron colchones y ropa de cama en el Barrio Esperanza y demás sectores necesitados.