Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Los inoculantes son los aliados de fierro para la soja

Para producir 1.000 kilos se necesitan 80 kilos de nitrógeno. Casi un 90% de la oleaginosa argentina se inocula. Pautas de manejo para lograr más beneficios. Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

“En los sistemas agrícolas argentinos, los aportes de fijación biológica de nitrógeno son variables de acuerdo con cada tipo de ambiente. En el caso de la soja, para producir 1.000 kilos de granos, son necesarios 80 kilos de nitrógeno, por eso es tan importante intensificar la fijación biológica de este nutriente”, dijo Alejandro Perticari, del INTA Castelar.

“Más que nitrógeno, lo que requerimos es aumentar los niveles de fijación que, en la Argentina, promedian el 60%. La soja presenta un elevado índice de cosecha de nutriente: de cada 100 kilos de nutriente que posee la planta, 75 kilos se van con el grano”, explicó.

Perticari dijo que la cepa de rizobio más usada para elaborar inoculantes (que se presentan en forma líquida y sólida) es la E 109, por su capacidad de formar nódulos y fijar nitrógeno.

“Además de la cepa, se han seleccionado las condiciones de elaboración, que incluyen las técnicas de producción y condiciones de almacenamiento, tanto a nivel comercial como en los usuarios”, manifestó el profesional, en el marco de las charlas técnicas online del programa Agricultura Consciente de Nidera.

La fijación biológica del nitrógeno es un proceso resultante de la interacción entre bacterias del suelo, los rizobios y las plantas leguminosas. Para reforzar este proceso aparece el inoculante, un insumo biológico con un desarrollo que permite contener a los rizobios, de acuerdo con su capacidad de fijar nitrógeno en soja, en condición fisiológica activa hasta el uso. Por tratarse de organismos vivos, la inoculación debe realizarse a conciencia.

Además de la mejora en el desarrollo del producto, Perticari destacó que han evolucionado las estrategias de inoculación y que, para lograr una buena respuesta, la semilla debe contener, como mínimo, 80.000 rizobios.

“Esta cifra se logra con procesos eficientes de inoculación”, aseguró.

Los tratamientos de inoculación se pueden efectuar en el momento de la siembra, o previo a esta instancia. Esta última opción es conocida como pre inoculación que, además del producto, contiene aditivos, adhesivos y otros protectores que aumentan la sobrevida de la bacteria.

Así, los productores cuentan con el Tratamiento Profesional de Semilla (TPS), que proporciona la dosis exacta de cada producto y la semilla, además de estar protegida con fungicidas e insecticidas, cuenta con pre inoculado.

“Hoy, en el esquema productivo argentino está incorporado el tratamiento profesional de semillas”, comentó.

Perticari recomienda prácticas de manejo adecuadas para el producto. Es decir, seleccionar productos de calidad, sembrar con buena humedad, y respetar las recomendaciones de los fabricantes.