Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Femicidio vinculado: cuando el asesino pega donde más duele

"El agresor quiere demostrar el poder que tiene”, afirmó Ada Rico, de la asociación civil La Casa del Encuentro.
Fotos: Sebastián Cortés-LN.

Por Pablo Andrés Pascual/ppascual@lanueva.com

   Tomás Santillán tenía 9 años. El 15 de noviembre de 2011, en la ciudad bonaerense de Lincoln, fue interceptado cuando salía de la escuela por Adalberto Cuello, expareja y padre del segundo hijo de su mamá, quien lo convenció para que subiera a su auto.

   Dos días después fue hallado muerto en un predio rural, con tres golpes en la cabeza.

   Una prueba de ADN encontrada en el vehículo resultó determinante para que el hombre fuera condenado a fines de 2012 a prisión perpetua.

   También lo fueron testimonios que hablaban de una mala relación entre el asesino y Tomás, a quien responsabilizaba de su ruptura amorosa con la madre.

   Un tío del pequeño declaró que el nene “veía al padastro y veía al diablo, le tenía pánico”.

Foto: Archivo LN.

   El fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Junín menciona “un vínculo patológico” del criminal con la mujer. También señala que con su accionar “le pegó donde más le podía doler”.

   La muerte de Tomás es considerada el primer femicidio vincular de nuestro país, cuya figura se encuentra incluida en el artículo 80 del Código Penal.

   El inciso 12º establece una pena de prisión o reclusión perpetua “al que matare con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación”.

   La licenciada Ada Beatriz Rico, responsable de la asociación civil La Casa del Encuentro, sostiene que “cuando comenzamos a relevar los informes en 2008, vimos cómo eran asesinadas otras personas además de las mujeres. Podían ser los hijos o hijas, la nueva pareja o una persona que quiso intervenir en el accionar del femicida”.

   “Ahí decidimos denominarlo de alguna manera, porque ese asesinato no hubiera existido si no estuviera el deseo de poder del agresor, por eso está vinculado a la mujer”, sigue diciendo.

   De acuerdo a las estadísticas realizadas por la entidad, en 2016 se produjeron 55 hechos en el país. En 37 de esos casos las víctimas resultaron ser varones y niños, en los restantes mujeres y nenas.

   “Todos los años se van contabilizando más o menos la misma cifra. Los femicidios cuando son de varones, ya sean adultos o niños, los colocamos aparte para que se vea la magnitud del problema cuando decimos que la violencia de genero involucra a toda la sociedad”.

   Ada comenta que “costó mucho que desde la sociedad se entendiera, especialmente cuando se trataba de hombres adultos”.

   Señala que a partir del asesinato del chico “se comenzó a comprender un poco más de lo que hablábamos, porque estas personas, tanto varones como mujeres, adultos o menores, no serían asesinadas si no fuera con la intención de destruir psicológicamente”.

   “El objetivo en todos los casos es el mismo: quiero destruirte de alguna manera. Eso para nosotros es lo que denominamos femicidio vinculado”.

   La profesional menciona que “el agresor quiere demostrar el poder que tiene y pretende destruir hasta última instancia a su víctima, porque él ha tomado a la mujer de esa forma”.

   En una importante cantidad de hechos el asesino se suicida luego de matar. Para Rico esa es “la última demostración de ese poder. Destruye todo y luego se quita la vida”.

   También indica que muchas veces el individuo decide no asesinar a la pareja, lo que provoca un sentimiento de culpa en la mujer.

   “En una situación así hay que trabajar muchísimo, porque ella se puede cuestionar que si no se hubiera separado sus hijos u otra persona estarían vivos. Hay que lograr que no sienta culpa, porque seguramente él (por el agresor) hubiera buscado otra forma de destruirla psicológicamente”.

   Más adelante, advierte que la persona violenta no puede ser considerada enferma.

   “Si fueran así podrían ser internados y curados. Lamentablemente no lo son y no se curan. El año pasado hubo dos casos de femicidas dobles, que habían asesinado y en una visita íntima en el penal asesinaron a su nueva pareja. Es una conducta aprendida, no es una enfermedad y tampoco es una causa de alcohol o sustancias. Estas últimas, en todo caso, lo que hacen es sacar lo que hay en la persona”.

   Susana Santillán admitió que nunca imaginó que Cuello, a quien previamente había denunciado dos veces por violencia, pudiera hacer algo así.

   Su dolor no tiene fin, pero la condena le permitió atemperar la herida que el agresor le marcó a fuego en su corazón.

   “A mi hijo no me lo devuelve nadie, pero la bestia va a estar donde tiene que estar”, aseguró tras escuchar el fallo de los jueces.

Caso emblemático

   Desde el 4 de octubre de 2003, cuando Ada Rico fundó la Casa del Encuentro junto a Fabiana Tuñez y Marta Montesano, tuvieron contacto con muchas historias trágicas.

   Pero el caso de la jujeña Adriana Marisel Zambrano (28) las marcó de una manera especial, al punto que bautizaron con su nombre el Observatorio de Femicidios de la entidad.

   “Fue en 2008 y la familia de Adriana vino para que la incorporáramos en el informe, porque no había trascendido públicamente. Estaban cerca el juicio y querían ver si con esa herramienta podían presionar”.

   Ada recuerda que fue vano el intento de hallar datos del crimen en los medios de comunicación.

   “Lo incorporamos, le dimos difusión y al asesino de Adriana le dieron cinco años de cárcel, porque consideraron que la mató sin querer. En realidad murió golpeada con un nivel de albañilería. Su hijita tenía 9 meses y hoy aún la justicia obliga a esa niña que vea al agresor”.

   Agrega que el caso “engloba mujer, pobreza, pueblos originarios, una justicia que no existió, y que sigue sin existir”.

   “El caso está en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y estamos esperando que se expidan para lograr un antecedente de lo que sucedió con este caso emblemático para nosotras y que nos provocó mucha tristeza”.

   Finalmente, asegura que “tenemos unas hermanas y un papá que no entienden lo que pasó, una hija que no entiende porqué asesinaron a su madre y un femicida que cinco años después estuvo libre y paseándose por las calles de Jujuy”.

"Ley Brisa"

   Iniciativa. La Casa del Encuentro presentó el 20 de octubre del año pasado un proyecto en el Senado denominado “Ley Brisa”, que contempla una reparación económica para niños y niñas de hasta los 18 años que sean víctimas colaterales de un femicidio. También establece una cobertura integral de salud para el menor en caso de no tenerla.

   Objetivo. “Fue apoyado por los senadores Jaime Linares y Juan Manuel Abal Medina, entre otros legisladores. Apunta a que las familias que puedan tener a estos menores logren tenerlos a todos juntos y que no sean separados por cuestiones económicas”, explica Rico.

   Ayuda. La licenciada agrega que esta ley “viene a reparar a algo que nuestro Estado, que ha firmado convenios internacionales de protección hacia la niñez, tiene que llevar adelante. No es una erogación importante y va a ayudar a muchísimas familias que no saben cómo hacer para contener a estos niños. Tiene que salir pronto, porque cada día que pasa tal vez sea un niñito menos que la pueda percibir”.