Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Un estudio sobre la basura revela costumbres inesperadas

Se realizó de manera simultánea en barrios con diferentes características socioeconómicas.
Un estudio sobre la basura revela costumbres inesperadas. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   Si Bahía Blanca aprovechara los pañales tirados a la basura podría generar hasta el 5% de la energía que produce la Central Termoeléctrica. En tiempos de escasez energética, cortes de luz y demás trastornos, el dato suena interesante. ¿Es una locura?

   “Hacer una planta para este tipo de tratamientos no sería lo difícil, de hecho es lo que se usa en muchas partes del mundo, lo complejo es crear conciencia en la gente”, afirma la doctora en Ingeniería Química, Silvia Barbosa, coordinadora general del Análisis Estadístico de los Residuos Sólidos Domiciliarios de Bahía Blanca.

   “Crear conciencia” significa: convencer a la población de la importancia de clasificar y tratar los residuos de una manera sustentable.

   “Los pañales tienen una valorización energética altísima y el volumen en una ciudad como la nuestra es muy importante. Niños de hasta 2 años y medio, y adultos mayores, utilizan 5-6 por día”, explica Barbosa, investigadora principal del Conicet y docente de la UNS.

   El Análisis Estadístico se realizó de manera simultánea en barrios con diferentes características socioeconómicas. En total, se eligieron 5 lugares. El objetivo principal era elaborar un plan para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU). Pero los resultados también reflejan aquello que la basura dice de nosotros.

   “Siguiendo con los pañales, era previsible que no hubiera muchos en la zona de Palihue, porque tiene una población mayoritaria de gente de edad mediana, con pocos niños pequeños y ancianos. En cambio, no era previsible la gran cantidad de bandejitas de comida hecha, así como cajas de pizza y empanadas, en los barrios de relativo menor poder adquisitivo. Al principio pensábamos que había un error, pero el dato se mantuvo durante todo el estudio. Al relacionarlo con los datos demográficos, la conclusión fue que en esas zonas vivía mayoritariamente gente joven, sobre todo de 25 a 40 años, un segmento con menos costumbre de cocinar en casa”.

   El estudio de campo se hizo en septiembre y octubre de 2012. Se realizó a partir de un consorcio convocado por la empresa Dow, que incluyó a la Municipalidad, la UNS, la UTN y la entonces prestadora del servicio de recolección Covelia SA, entre otras instituciones.

   Además de diseñar el GIRSU, otras metas eran evaluar la Ecoplanta de General Cerri (trabajo que realizó la UTN), desarrollar una campaña de concientización ciudadana y promover la separación de residuos en origen.

   No obstante, poco después de concluido el análisis, la comuna se desvinculó del consorcio, el cual fue perdiendo fuerza hasta que el trabajo se discontinuó.

   Recién hoy “La Nueva.” expone las principales conclusiones de aquel informe. Sus ideas centrales siguen reflejando las conductas de los bahienses.

Un extraño caso con una posible explicación

   En el equipo de investigación participaron de manera directa 30 personas y colaboraron otras 20. Un grupo de la Municipalidad se ocupó de la recolección en los lugares testigo y otro de la Ecoplanta hizo la separación y clasificación. En Plapiqui (UNS-CONICET) se analizaron todos los datos y se llevó a cabo el análisis.

   “Un dato que nos llamó mucho la atención fue encontrar cosas de calidad. Por ejemplo, rollers o ropa y zapatos en buen estado, aunque todo mezclado con otros desechos, lo cual dificultaba su recuperación”, contó Barbosa.

   Lo más raro, agregó, fue una zona donde se repetían los excrementos humanos en bolsas.

   --¿Alguien con una desviación?

   --Tal vez no. Era en un sector donde había muchas casas tomadas, cerca del Mercado Victoria, sin servicios sanitarios apropiados.

   Otra sorpresa para los investigadores fue que en los barrios con menor nivel de ingresos encontraron gran cantidad de leche en cartón, que es más cara que en sachet. Al analizar los residuos se verificó que era la leche que proveían los planes sociales.

   “En el rubro tetrabrick, no nos sorprendió que hubiera más envases de jugo en barrios como Palihue y, de vino, en las zonas de menores recursos”, agregó.

   El estudio también describe que en el término de 7 años (2005-2012) un habitante de Bahía Blanca pasó de generar 550 gramos de residuos por día a 715.

   --¿Qué quiere decir?

   --En ese período hubo un aumento general del consumo. Los primeros años son los más cercanos a la crisis de 2001 y 2002, y luego la tendencia económica se modificó.

   --¿En un año como 2016 la curva debería ser inversa?

   --Teóricamente, sí. Pero no tengo datos al respecto para asegurarlo.

   --¿Cómo se eligieron los sectores?

   --En principio, nos propusimos utilizar la división que hacía la empresa Covelia. Allí nos enteramos que no había una razón fundamental por la que se diseñaron los recorridos, habían sido heredados de gestión en gestión. Nadie hizo un estudio para optimizarlos, que era lo que nos proponíamos investigar luego de este informe. Pero el programa se interrumpió. Volviendo a la pregunta, ¿cómo seleccionamos los sectores? A partir de un Indice de Calidad de Vida (ICV) diseñado para este estudio y que reflejase la realidad de la gente. No utilizamos el del Indec porque es general y se alejaba de la realidad de nuestra ciudad. Un ICV es una suma de factores, cada uno con una incidencia distinta. Las cloacas y el asfalto, por ejemplo, tienen mucho peso. Entonces, para el Indec, Sánchez Elía daba mucho mejor ICV que Patagonia, lo cual no necesariamente reflejaba la realidad de las familias que vivían en cada barrio. El índice diseñado fue testeado estadísticamente y en función de él seleccionamos 5 sectores de características diferentes que permitiesen reflejar a la ciudad.

La cerveza y el perfume

   --Doctora Barbosa, ¿tras la expiración de aquel consorcio inicial se abandonó el análisis de los residuos sólidos urbanos?

   --Nuestro trabajo continuó con financiamiento del gobierno nacional. En los siguientes estudios se evidenció que reciclar es solo una parte de la solución. La clave es minimizar la producción de residuos. Un ejemplo es lo que hoy ocurre con muchas botellas de plástico, que utilizan la menor cantidad de material posible.

   --¿Cuál es la importancia del reuso de los materiales?

   --Muy alta. La bebida alcohólica más consumida en nuestro país es la cerveza, pero el vidrio que menos se encuentra en la basura es el marrón. ¿Cuál es la causa? Una política concreta: las botellas son retornables. Si la sociedad y el gobierno, que es una consecuencia de la sociedad, se convencen de la importancia de estas iniciativas, nos daremos cuenta de que lo que se reusa no se tira y, por ende, reduciremos los residuos.

   --¿De qué otras maneras se puede contribuir?

   --Si queremos reciclar, por ejemplo, tratemos de hacer todo de un mismo material. O minimizar los envoltorios. Pensemos en el perfume. Un señor le quiere regalar uno a su mujer. ¿Qué compra? Unos 50 mililitros del perfume, dentro de un frasco normalmente de vidrio con alguna inserción de metal, más una etiqueta abajo y otra al costado. A su vez, todo va envuelto en una caja que adentro tiene un cartón corrugado para contener al frasco. Y, para que no se viole la caja, alrededor le ponen un film de algún plástico no identificado. Luego, a la caja la ponen en una bolsa, con un moño muy grande y, además, le agregan un papel de adorno muy bonito, que excede el límite de la bolsa. Pero lo que el señor quiso comprar fueron 50 mililitros de perfume, una cantidad de líquido que ocupa la mitad de un vaso. ¿Tiene sentido lo que estamos haciendo? Es bonito, sí. ¡Pero no es para nada sostenible! Me interesa remarcar esto: no hablo de prohibir conductas porque no tiene sentido. Se trata de tomar conciencia y ser coherentes.

Separación domiciliaria, una dura misión

   El Análisis de los Residuos concluyó también que en nuestro distrito solo se recupera un porcentaje mínimo de los desechos en condiciones de ser valorizados y reciclados.

   En repetidas ocasiones se habló en nuestra ciudad de implementar un sistema domiciliario de separación de basura orgánica e inorgánica. En 2011 se instrumentó un plan de divulgación y formación para los barrios Pacífico, Saladero, Villa Libre, Villa Soldati, Villa Loreto, Barrio Obrero y 26 de Septiembre. Pero la separación nunca se concretó.

   Los problemas son dos. Por un lado, lograr un cambio cultural para que cada ciudadano comprenda los beneficios medioambientales de reciclar la basura y los riesgos de no hacerlo. Por el otro, que el Estado disponga de los recursos para hacerse cargo de un tratamiento adecuado.

   En este momento, el único trabajo en esta materia se da en el circuito Puntos Limpios–Ecoplanta de General Cerri.

   En la ciudad hay seis sitios con campanas especiales para recibir cartón, papel, vidrio, plástico, metales y latas. Se encuentran en el Bahía Blanca Plaza Shopping; San Martín 3200 (Ingeniero White); Brigadier López 3600 (Barrio Paihuén); Láinez y Remedios de Escalada (Barrio Anchorena); Ñorquinco y Amancay (Barrio Patagonia); y en el Parque Noroeste (Blandengues y Malvinas).

   Lo recolectado se traslada a la Ecoplanta, donde se realiza el acondicionamiento para su posterior venta para reciclado. Actualmente, la planta trabaja al 30% de su capacidad.

   ¿Por qué no aumenta la producción? Escasez de recursos. En caso de que la comuna decida, por ejemplo, agregar nuevos Puntos Limpios, se necesitarían más camiones y más personal, tanto para el traslado como la recuperación.

   Hoy los residuos urbanos que producen las familias bahienses hacen este único viaje: los retira el camión de Bahía Ambiental Sapem y los traslada al relleno sanitario ubicado entre la ruta 3 y el camino viejo a Punta Alta.

   Allí se les da un tratamiento para su disposición final. En palabras simples, se los entierra.

Chatarra electrónica, un potencial buen negocio

(La doctora Silvia Barbosa y la ingeniera Yamila Vazquez).

   La ingeniera química Yamila Vazquez acaba de presentar una tesis doctoral en la UNS sobre el reciclado de plásticos provenientes de chatarra electrónica. Se trata de una corriente en sí misma dentro de los residuos sólidos urbanos, cada vez con mayor presencia.

   “El trabajo se basó en la compatibilización de distintos plásticos para reciclarlos mezclados. Todos los plásticos de las computadores, celulares, teléfonos fijos, etcétera, tienen materiales similares y separarlos es complicado, además de implicar altos costos”, explicó.

   La motivación de esta investigación, contó, fue generar valor agregado para exportar.

   “China tiene la obligación de vender carcasas a Estados Unidos y Europa con un mínimo del 25% de material de posconsumo (reciclado). A los chinos no les alcanza con su plástico para reciclar, por eso compran afuera. Y los recicladores argentinos exportan con un bajo nivel de calidad, por lo tanto, cobran menos”, señaló.

   Otro problema es la ausencia de un marco legal para tratar la basura electrónica.

   “Hoy la gente tira un celular en el mismo lugar que un papel de caramelo. En Estados Unidos te multan, te obligan a llevarlo a lugares específicos de tratamiento y reciclado”, comentó Vazquez.

   “También es importante destacar que en Argentina no hay, como en otros países, leyes de responsabilidad social empresaria para que el fabricante se haga cargo del producto al final de su uso. Ni tampoco una legislación nacional específica para esta corriente de residuos, que crece en forma exponencial”.