Bahía Blanca | Lunes, 13 de mayo

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Dormir bien también mejora las defensas

Las especies animales que duermen más tiempo no sufren tanto de parásitos y tienen una mayor concentración de células inmunitarias en la sangre, de acuerdo con un estudio publicado recientemente en el journal BMC Evolutionary Biology. La pregunta sobre por qué dormimos ha intrigado durante mucho tiempo a los científicos. Brian Preston, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania), condujo un equipo internacional de investigadores que puso a prueba la teoría de que el sueño mejora la función inmunitaria.

 Las especies animales que duermen más tiempo no sufren tanto de parásitos y tienen una mayor concentración de células inmunitarias en la sangre, de acuerdo con un estudio publicado recientemente en el journal BMC Evolutionary Biology.


 La pregunta sobre por qué dormimos ha intrigado durante mucho tiempo a los científicos. Brian Preston, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania), condujo un equipo internacional de investigadores que puso a prueba la teoría de que el sueño mejora la función inmunitaria.


 El sueño es, sin duda, uno de los grandes enigmas biológicos. A pesar de que ocupa una buena parte de la vida de todos los animales y de que ha sido analizado en numerosos estudios experimentales, no existe todavía entre los científicos un consenso sobre su función.


 Del mismo modo, nadie ha explicado aún por qué las especies han evolucionado con tan marcadas variaciones en sus requerimientos de sueño. Estos varían entre 3 a 20 horas diarias en los mamíferos.


 El valor adaptativo del sueño es un aspecto que permanece oscuro. Desde la perspectiva evolutiva, el tiempo "gastado" en dormir, un estado que se caracteriza por una menor atención puesta sobre el medio ambiente y quietud en los comportamientos, tiene un costo en términos del riesgo (por ejemplo, ser devorado por otros predadores, menos tiempo de competencia por los recursos y menores oportunidades reproductivas).


 Por eso, los científicos consideran que para compensar estos costos dormir debe tener algunos beneficios sustanciales.


 Se ha propuesto una variada gama de hipótesis para explicar por qué se ha desarrollado el sueño, este estado aparentemente vulnerable e improductivo.


 Algunas de estas ideas son que el sueño conserva la energía, que es útil para consolidar los recuerdos y el aprendizaje, y que cumple una función en el desarrollo y la reparación del cerebro.


 Sin embargo, el significado evolutivo del sueño en los mamíferos continúa siendo un misterio.


 La investigación de Preston y su equipo brinda nuevas evidencias de que el sueño juega un rol importante en la protección de los animales contra las infecciones por parásitos.


 Es decir, que mejora el funcionamiento del sistema inmunitario.


 Los autores del trabajo compararon información que reunieron sobre el sueño de los mamíferos, los parámetros del sistema inmune y las infecciones por parásitos.


 De este modo, pudieron mostrar que el aumento producido por la evolución en el tiempo que duermen los mamíferos está fuertemente asociado con la cantidad de células inmunitarias que circulan por la sangre.


 Esta relación general entre la cantidad de células inmunitarias en sangre y el tiempo de sueño pudieron detectarla independientemente en cuatro de los cinco tipos de células inmunitarias durante las fases principales del sueño.


 Por otra parte, los científicos comprobaron que las especies de mamíferos que duermen por períodos más largos también tienen una reducción importante en los niveles de infecciones por parásitos.


 Estas relaciones indican que la resistencia a los parásitos ha jugado un rol importante en la evolución del sueño de los mamíferos.


 Las especies que desarrollaron duraciones de sueño más largas parecen haber podido incrementar su inversión energética en el sistema inmune y de ese modo lograron estar mejor protegidas contra los parásitos.


 Estos resultados no se explican por la teorías convencionales sobre la evolución del sueño y sugieren que éste cumple un papel mucho más importante en la resistencia a la enfermedad que el que corrientemente se le atribuye.


 Según Preston, el sueño alimenta al sistema inmunitario. Mientras están despiertos, los animales deben estar listos para afrontar múltiples demandas con un abastecimiento de energía limitado.


 Esto incluye la necesidad de buscar alimentos, conseguir pareja y brindar cuidado a las crías. Mientras duermen, en cambio, los animales pueden evitar estas actividades que les demandan energía y de ese modo dirigir esos recursos a las defensas naturales del organismo.


 En el caso del hombre, por ejemplo, la energía que se ahorra con ocho horas de sueño es la que se gastaría en una hora de caminata, aproximadamente 63 kilocalorías.


 La investigación tiene repercusiones para la salud humana. Preston advierte que considerando la declinación que se ha visto en el ser humano en el tiempo destinado al sueño en las últimas décadas, hay una clara necesidad de clarificar la importancia del sueño en el sistema inmune.


 Asimismo, destaca la necesidad de descubrir los mecanismos fisiológicos que expliquen cómo el sueño influye en el sistema inmune y de examinar cómo factores ecológicos como el ruido, la intranquilidad o el estrés pueden influir en la disminución del tiempo de sueño.


 Finalmente, señala que es importante investigar si el déficit de sueño incrementa la susceptibilidad a la enfermedad.