Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Las bombas que pudieron haber cambiado la Guerra de Malvinas

El capitán Luis Cervera explica cómo, con tan pocos recursos, los pilotos argentinos lograron hacer tanto durante el conflicto del Atlántico Sur. “Pensé que ninguno de nosotros iba a salir con vida”, reconoció.
"La Fuerza Aérea, en realidad, nunca tuvo como hipótesis de conflicto a Inglaterra y una lucha en el mar", asegura Luis "Tucu" Cervera.

Por Adrián Luciani / aluciani@lanueva.com

“Si todas las bombas que impactaron hubiesen explotado, se hubiesen vuelto a Inglaterra nadando”. La frase pertenece al capitán retirado, héroe de la Fuerza Aérea en Malvinas, Luis “Tucu” Cervera, quien junto al comodoro retirado Héctor Sánchez (que durante el conflicto del Atlántico Sur formaban parte del Grupo Cinco de Caza que utilizaba aviones Douglas A-4B) disertaron el viernes en la ciudad.

La actuación del Grupo Cinco permitió averiar a las fragatas “HMS Glasgow”, “HMS Ardent “ y “HMS Argonaut”, hundir a la “HMS Antelope” donde el 1º teniente Luciano Guadagnini falleció en combate, y en otra misión mandaron a pique a la fragata “HMS Coventry”.

--Cervera, hay un video muy conocido de la Guerra de Malvinas donde se ve a un avión argentino atacar a la flota inglesa en la bahía San Carlos (llamada "El corredor de las bombas"). ¿Es posible que ese piloto haya sido usted o Sánchez?

--Es posible. El 24 de mayo de 1982 estaba la flota desembarcando y nosotros éramos cinco aviones y regresamos los cinco.

--Lo que no es poco...

--Claro, el 12 de mayo nuestro escuadrón había tenido cuatro derribos y después vinieron días con clima muy malo que Inglaterra aprovechó para desembarcar el 21 y 22 de mayo. Nosotros recién entramos el 24.

--¿Qué sintió cuando salió de esa especie de cerro y vio enfrente la bahía llena de barcos ingleses?

--Que ninguno de nosotros iba a salir con vida, porque apenas empezamos el ingreso a la bahía luego de lamer la lomada que había para llegar al agua lo más bajo posible, la defensa de la flota empezó a tirar con misiles y cañones. Ahí la escuadrilla se desordenó porque fue tanta la sorpresa de ver la cantidad de buques que había, que cada uno eligió un buque logístico como objetivo para evitar el desembarco. Había barcos grandes como el “Lancelot”, "Galahad", “Belvedere” y “Tristan”. Cuando uno ve la película no distingue quiénes somos. Yo ataqué el “Lancelot”, de atrás. La bomba no explotó, pero tuvieron que evacuarlo y quedó inservible porque pensaban que tenía espoleta de retardo y estallaría en cualquier momento.

--Hay quienes dicen que si todas las bombas que cayeron en los barcos hubiesen explotado la Argentina ganaba la guerra.

--Todavía estarían nadando para ver si llegan a Inglaterra. Es así.

--¿A qué se debieron estas fallas? ¿Cuestiones técnicas, las bombas eran viejas...?

-–Tiene su explicación. Una es que la Fuerza Aérea nunca tuvo como hipótesis de conflicto a Inglaterra y una lucha en el mar. Partiendo de esa premisa, entramos en un combate aeronaval donde no teníamos ni el adiestramiento ni el armamento necesarios. Entonces, dada la necesidad porque el 1 de mayo la flota empieza a bombardear a las tropas argentinas en tierra, la Fuerza Aérea toma la decisión de intervenir. El 12 de mayo salen 8 aviones de nuestro escuadrón y vuelven 4. Nos pegaron un buen sopapo y nos costó carísimo reponernos y seguir saliendo a ver cómo era atacar a la flota.

--Encima con aviones de los años '50.

--Nosotros no teníamos ni radioaltímetros y electrónicamente estábamos en cero. En 1982 combatimos contra una flota de última generación, con buques recién hechos como el “Shefield” y el "Harrier" era un avión recién salido de fábrica. ¿Qué querían que hiciéramos con bombas que eran para objetivos terrestres? Las espoletas necesitaban 36 vueltas para que se activaran y la bomba explotara, yo les daba 30 vueltas para que ni bien salieran del avión se armaran y explotaran en los buques.

Nosotros hicimos un adiestramiento avanzado en Punta Loyola (Santa Cruz). Luego de volar rasante le tirábamos bombas de ejercicio a un buque encallado, el “Marjorie Glenn”. Volar rasante en tierra no es lo mismo que en el mar. No hay forma de saber si uno va alto o bajo. Los primeros días se nos pusieron blancos los parabrisas porque se nos pegaba la sal. Tuvimos que ir superando adversidades a cada paso: a los parabrisas les pusimos siliconas, a las bombas les cambiamos las espoletas, pero eso llevo días y ya teníamos muertos encima. Cerca del final de la guerra las bombas explotaban, se hundían los barcos y se desarrollaron misiones exitosas, pero nos llevó tiempo y vidas entender cómo era la guerra aeronaval.

--Su camarada Sánchez hizo una misión el 8 de junio con otros tres pilotos y regresó solo. ¿Qué se siente perder a un compañero?

--Un dolor enorme, es un camarada y un amigo, un compañero de promoción. Es perder a alguien muy cercano y muy querido, del que conocíamos a su mujer, a sus hijos, hermanos. Saber que hoy está sentado tomando mate con vos antes de salir y a las dos horas te dicen que murió te parte el alma y te da muchísima bronca, pero lo peor de todo es no poder llorar porque mañana tenés que salir a volar y no te podés permitir ablandarte un milímetro. De mi escuadrón, sobre 16 quedamos 9.