Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Paseo de las Esculturas: dos artistas sumaron críticas a la intervención en el lugar

La medida de seguridad, en tres de los diez trabajos, generó cuestionamientos de Claudia Aranovich y Raúl “Pájaro” Gómez.
La obra Huellas, de Claudia Aranovich, es una de las intervenida por la comuna. Los artistas consideran que debió ejecutarse un plan de mantenimiento.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Claudia Aranovich y Raúl “Pájaro” Gómez son dos de los diez artistas que participaron, en 1993, del Primer Simposio de Escultura Monumental organizado en nuestra ciudad por el Museo de Arte Contemporáneo, que diera lugar a los obras colocadas, un año después, en el paseo diseñado sobre el entubado del arroyo Napostá, entre Casanova y Sarmiento.

Hoy sus trabajos fueron cercados, junto al de Marina Schapiro, por supuestas situaciones de inestabilidad estructural. Ambos manifestaron ayer a "La Nueva." su desencanto con esa intervención del Instituto Cultural de cerrar, mediante un cerco de hierro y hormigón, estos trabajos realizados con hierro proveniente de rezago ferroviario.

“Es lamentable que en vez de ocuparse de desarrollar un plan de mantenimiento se decida anular las obras, porque cercarlas es eso: anularlas”, señaló ayer Aranovich desde su estudio en Buenos Aires.

La artista –que tiene obras en distintos paseos del continente y es autora de la existente frente al nuevo edificio de la AMIA- señaló la necesidad de mantener este tipo de esculturas como a cualquier estructura de hierro que esté al aire libre.

“Es claro que con el tiempo se deterioran. Por eso es necesario que reciban un tratamiento básico, de antióxido. No son obras perpetuas, como las realizadas en mármol o acero inoxidable”, apuntó.

Recordó además que cuando emplazó su trabajo –Huellas-, el municipio construyó “un cimiento importante”, calculado para soportar la inclinación de la barra de hierro con huecos a partir de las pisadas de alumnos del colegio La Piedad.

Su cercado fue sugerido por ingenieros de la Universidad Tecnológica Nacional, al “no poder evaluar” a simple vista el estado de los anclajes que sostienen la pieza.

Por último, Aranovich lamentó no haber sido consultada sobre la intervención, manifestando su disponibilidad para aportar sugerencias y que la escultura no pierda su espíritu original. “Creo que es sano consultar con los autores y consensuar un plan de mantenimiento y ajuste de cada obra”, finalizó.

Gómez, también desde Buenos Aires, se sorprendió que el municipio demorara 21 años para concluir que su obra –Arco y Flecha- se podía caer.

“Sin ser ingeniero, la experiencia me dicta que la posibilidad de que se vuelque se debe a que su base, construida en 1994, no haya sido bien calculada. En ese caso basta con ampliarla. La otra causa es que se produzca una ruptura en los soportes laterales o la falla de alguna soldadura, simples de corregir”, dijo.

Mencionó también que la idea de cercarlas "no es la más eficiente, ni económica”, sugiriendo que ese dinero se podría destinar a ampliar el patrimonio artístico.