Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Rivadavia sacó chapa y ya se ve en el sillón del torneo Federal A

Le ganó a Tiro Federal en el mismísimo Pirrone por 1 a 0 y, ahora, con un empate, llegará a la tercera categoría del fútbol argentino. El aurivioleta necesitará casi un milagro futbolístico. Fabián O. Rodríguez / farodriguez@lanueva.com
De lo mejor. Gastón Ceccani, de aceptable labor, trata de ganarle la posición a Facundo Graziano. Como auxilio llega Esteban Castaño. Así marcó la visita.

Rivadavia de Lincoln ratificó anoche en el Onofre Pirrone todos los pergaminos que trajo a la primera final del Federal B. Con mucha autoridad, imponiendo su estilo de fútbol al ras del piso y con mucha intensidad, le ganó claramente a Tiro Federal 1 a 0 y quedó cerca de conseguir el pasaje a la tercera división.

El escueto triunfo en el marcador no reflejó la superioridad del elenco albirrojo, que encontró en las atajadas de Pablo Schmidt el único obstáculo para no festejar por adelantado el ascenso.

El aurivioleta deberá regenerarse si quiere conseguir una epopeya futbolística en una cancha de amplia dimensiones ante un adversario mucho más dinámico y ofensivo.

Si bien en el fútbol todo puede pasar, a Tiro le queda el consuelo que apenas perdió por un tanto, cuando en el desarrollo sufrió horrores a un conjunto guiado por la zurda de Rinaldi, quien marcó los ritmos.

Desde el pitazo inicial, el dueño de casa quedó en evidencia. Llegó como pudo ante un rival que llegó cuando quiso. Así se planteó el juego, en el que el anfitrión equiparó una gran diferencia técnica y estratégica con balones detenidos, el único lunar que evidenció la escuadra de Lincoln.

Cada ataque de Rivadavia tuvo cinco o seis elementos en vocación ofensiva, aunque abusó del chiche para romper el cero. Enfrente, la pelota parada significó casi la única vía de llegada.

La visita, que lució mejor, recién pudo cristalizar esa diferencia de jerarquía colectiva en el inicio del complemento. Lefinir, ya amonestado y perdonado por un foul anterior, no evitó un mínimo contacto con Visser y esta vez Mariano González no se apiadó del capitán.

Si a Tiro le quedaba lejísimos el arco de Starópoli, con uno menos quedó a merced de su oponente. Y el albirrojo lo aprovechó. Rinaldi desparramó magia y Laumann lo taló. Claro penal que el zurdo exquisito de Barboza canjeó por gol.

El aurivioleta comenzó a desdibujarse por completo con el tanto ajeno. Es cierto que le puso alma y vida a cada pelota dividida, pero siempre corrió de atrás.

Una y otra vez, Rivadavia puso a un jugador cara a cara con Schmidt. Y el 1 evitó una derrota categórica.

La visita dispuso de seis contras muy claras y, tal vez, pecó de falta de contundencia para quedar aún más cerca del objetivo.

Tiro fue y fue. Chocando, empujando y con el resto físico que le quedaba tras un gran esfuerzo con un hombre menos. Entre Brunelli y Laumann casi lo empatan de arremetida en un balón parado, pero hubiese sido tremendamente injusto porque Rivadavia tuvo el suficiente brillo como para llevarse la primera final con total tranquilidad.

El aurivioleta quedó contras las cuerdas y ahora deberá buscar casi un milagro.