Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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“¿Este es el mundo más justo y menos corrupto que querían construir?”

El hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure, torturado y asesinado por el ERP en 1975, tras más de un año de cautiverio, revela parte de la historia posterior, además de analizar y cuestionar el accionar de los terroristas.
El libro de Arturo C. Larrabure acerca de los sucesos que terminaron con la muerte de su padre, presentado en 2006.

Por María del Valle Alvarez Gelves

Arturo Cirilo Larrabure era apenas un adolescente cuando aquel 10 de agosto de 1974, durante el Gobierno encabezado por María Estela Martínez de Perón, un numeroso grupo terrorista armado perteneciente al autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo, conocido por su sigla ERP, atacó la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de la localidad de Villa María, en la provincia de Córdoba.

En dicha acción y tras su ingreso por la fuerza a la planta, facilitada por un conscripto entregador, los elementos subversivos tomaron como rehenes al capitán Roberto García --quien luego aparecería herido de gravedad en una ambulancia, en la capital de esa provincia-- y al subdirector, el entonces mayor e ingeniero químico Argentino del Valle Larrabure.

Este último fue capturado y llevado como rehén por el ERP, quien lo mantuvo cautivo en un cubículo conocido como “cárcel del pueblo”, en algún lugar de Córdoba, durante poco más de un año, hasta que su cadáver apareció dentro de una bolsa de plástico tirado en una zanja, con signos en su cuello de un posible ahorcamiento.

Según la organización terrorista, el mayor Larrabure --que había sido llevado a otro escondite en Rosario, donde transcurrió el cautiverio de sus últimos meses de vida-- murió el 19 de agosto de 1975, a los 43 años. Con posterioridad, fue ascendido al grado de coronel post mortem.

La que sigue es una entrevista a su hijo Arturo, autor en 2006 del libro Un Canto a la Patria, en el que relata no solo los acontecimientos que signaron la vida de su padre, sino el contexto político histórico y la lucha que encabezó en los años posteriores para que este hecho fuera considerado delito de lesa humanidad.

--¿Por qué citaron a declarar a Carlos Ruckauf en la causa que se investiga el asesinato de su padre?

--Como ministro de María Estela Martínez de Perón, Ruckauf firmó del decreto 2.717/75 que prorrogara la vigencia del Estado de Sitio --decreto 1.368/74--, antecedentes claves para demostrar que Argentina vivía entonces un ataque sistemático a la población civil, desatado por las organizaciones terroristas para imponer su plan criminal.

--¿Por qué lo son?

--Porque en los considerandos del decreto 1.368/74 que declarara el estado de sitio se menciona la necesidad imperiosa de “erradicar expresiones de una barbarie patológica que se ha desatado como forma de un plan terrorista alevoso y criminal contra la Nación toda”, llegando al extremo de amenazar a niños en edad escolar. Ese decreto se firmó en noviembre de 1974; días después el ERP asesinó cobardemente por la espalda a María Cristina Viola, de 3 años, e hirió gravemente a su hermana María Fernanda, de 5 años, y asesinó también al padre de ambas, el capitán Humberto Viola, todo en presencia de su esposa embarazada de cinco meses.

--¿Cómo describió Ruckauf la situación que vivía entonces el país?

--Destacó que en ese tiempo se había decretado el estado de sitio “por el accionar terrorista que era de gran magnitud”, aclarando que “era un ataque al Gobierno y a las instituciones, que afectó, sin duda, además a civiles”. Al referirse a las características que tuvo ese ataque, señaló que “había secuestros, atentados y ataques a cuarteles, estructuras policiales, personal judicial, personal policial y civiles”. La querella le preguntó entonces si tales ataques eran ocasionales, aislados o sistemáticos, respondiendo: “Hubo muchos hechos”.

--¿Explicó por qué se había firmado el decreto 2.772/75 que ordenara a las Fuerzas Armadas combatir al terrorismo?

--Sí, dijo que Italo Luder, como presidente interino, les había manifestado que las fuerzas de seguridad estaban superadas. Y que por eso este decreto se firmó en acuerdo de gabinete, y no solamente con los ministros de las áreas respectivas.

--¿Explicó cuál era el objetivo del plan criminal de la guerrilla?

--Dijo que en los medios salía que el ERP buscaba el poder.

--¿Ruckauf se refirió a qué hubiera ocurrido si lograban su objetivo?

--Preguntado sobre qué tipo de gobierno se hubiera instaurado en el país de haber tomado el poder el ERP, respondió: “Puedo suponer que marxista, porque ellos alegaban que eran marxistas...”. Es un punto esencial que los argentinos deberíamos meditar.

--¿Por qué?

--Porque el país hubiera sufrido la dictadura del proletariado con miles de víctimas. Arnol Kremer, miembro del buró político del ERP, ha reconocido que ellos no creían en la democracia y que iban a implementar la dictadura del proletariado.

-¿Y si los Montoneros hubieran triunfado?

-La respuesta la ha dado Héctor Leis en Testamentos de los años 70.

--¿Qué dice allí?

--Leis, que había sido un importante oficial de Montoneros, narra que el potencial terrorista de los Montoneros era imposible de prever. Existía un cálculo inconfeso de medio millón de víctimas, entre prisión y fusilamientos, que serían necesarias luego de tomar el poder para que el socialismo pudiera sobrevivir rodeado por un cerco de países capitalistas subordinados al imperialismo. Un miembro de la conducción regional de los Montoneros enunció esa cifra con total naturalidad en 1974, como respuesta a su pre­gunta sobre las primeras tareas de la revolución triunfante. Y es solo una parte de todo lo trascendente que revela.

--¿Cómo cuestiona Leis a ese relato?

--Señala que los museos “de la memoria” registran solamente a las víctimas de un lado, pero no del otro, ocultando el hecho de la beligerancia compartida. Cuestiona que para intentar una mejor construcción del supuesto crimen contra la humanidad de los militares, sus víctimas son transformadas en inocentes sin ningún tipo de iden­tificación o vínculo con las organizaciones guerrilleras. De tal manera –sostuvo- no se le hace justicia ni a la historia ni a la propia víctima, que enfrentó la muerte con el grado de oficial de Montoneros, no como simple estudiante o empleado. También cuestiona la forma cómo se ha juzgado el pasado.

--¿Por qué?

--Leis sostuvo que en el banquillo de los acusados por la lucha armada estallada en los años 70 en Argentina debían, ciertamente, estar muchos más de los que están. Y fue más lejos, al plantear cuál es el peor terrorismo desde el punto de vista conceptual e histórico. ¿Es peor aquel realizado en nombre del asalto al poder o en nombre de la defensa del Estado?

--¿Qué pensaba al respecto?

--Pensaba que no hay ninguna legitimidad en el terrorismo al servicio del asalto al poder en un contexto democrático, como ocurrió en el período de 1973 a 1976, durante el cual las organizaciones guerrilleras continuaron comportándose casi de la misma manera que antes con la dicta­dura. El terrorismo no tiene ninguna legitimidad —aun luchando contra una dictadura— si lo que quieren sus ejecutores es hacer una revolución para imponer nuevas reglas de juego. El terrorismo contra el Estado es extremadamente peligroso porque fomenta fuerzas anti-estatales en su seno que lo degradan rápidamente en la dirección de la barbarie. La revolu­ción solamente es legítima para restaurar los derechos perdidos, no para imponer nuevos derechos u obligaciones. A partir del 25 de mayo de 1973, en que se reinstauró la democracia, la ilegitimidad de los grupos guerrilleros fue total. Fueron ellos los primeros en llevar el terror a la nueva democracia.

--Su padre fue víctima de ese accionar.

--Sí, lo mataron en agosto del '75, en plena democracia. Desde mi dolor de hijo les pregunto a los miembros de la guerrilla que han llegado al poder, ¿qué han hecho con su ideal. ¿Es éste el mundo más justo y menos corrupto que querían construir?