Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Muerte teñida de política sucia

En estos tiempos electorales, las denominadas “campañas sucias” han ganado un protagonismo desmedido y completamente perverso. Al punto que el esfuerzo de muchos “profesionales” de este tipo de diseños propagandistas se cotizan en bolsa más que cualquier asesor que apunta a cómo transmitir de la mejor manera determinadas propuestas de trabajo o políticas de Gobierno.

Este tipo de recurso se nutre en recurrir a dichos basados en mentiras, en supuestos fuera de toda realidad, en planteos perversos basados en historias hipotéticas, en historias que pretendan descalificar a algún candidato en base a falsedades, de manera de generar en la sociedad determinados mantos de incertidumbre que puedan llevarla a modificar su intención original de sufragio.

Una muestra de hasta dónde se puede llegar con conductas es la actitud asumida por la propia presidenta, Cristina Fernández, al referirse a la muerte del joven Jorge Velázquez, quien falleció luego de recibir un balazo que lo hizo agonizar dos semanas. Las circunstancias de su muerte no están aclaradas, aunque se asegura que la Fiscalía interviniente caratuló la causa como “robo calificado”.

Mientras la familia del muchacho no encuentra consuelo frente a semejante pérdida, su muerte quedó rápidamente envuelta en un escándalo político de tintes poco menos que vergonzantes. Es que el senador radical Gerardo Morales salió rápidamente a señalar que el fallecido era “militante radical” y aseguró que los autores del homicidio pertenecían a la organización barrial Túpac Amaru.

Esta organización fue creada en 2001 por la dirigente y actual diputada Milagro Sala, cuenta con unos 70 mil afiliados y se menciona que es la tercera empleadora de la provincia de Jujuy. Túpac Amaru tiene una relación directa con Cristina Fernández, ya que se ha manifestado en muchas oportunidades a favor del Gobierno nacional. A partir de esta identificación es que Morales hizo su denuncia, calificada de “canallada” por la entidad, al convertir lo ocurrido en un acto de “violencia política”.

La presidenta no lamentó la muerte del joven, no analizó desde la objetividad total y llamando a la cordura general ante una desgracia como la ocurrida, sino que se relamió mostrando fichas partidarias del fallecido, para dejar en claro que “no era radical” sino afiliado al partido de Sala. Supuestas copias de las fichas de afiliación comenzaron a inundar los medios de comunicación, como si ser de uno u otro partido determinara culpas o inocencias. Morales pretende hacer de lo ocurrido un hecho político; la presidenta, también. En una modesta casa, la familia de Jorge no encuentra consuelo y asegura que el joven solo quería trabajo.