Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Las mascotas también mueren

Fue el escritor Jorge Luis Borges quien aseguró que “los únicos inmortales” son los animales, porque no saben de la finitud de su vida.

Fuera de esta lectura, la realidad es que, como cualquier ser vivo, los animales también mueren, y miles de ellos son llorados y sentidos como cuando nos deja un integrante más de la familia.

Este comentario es tan cierto como la importancia de los perros y gatos como animales de compañía, los cuales, según señalan los especialistas, brindan numerosos beneficios a las personas, como una terapia en el posible tratamiento de diversas enfermedades.

Está demostrado, por cierto, que la interacción con animales es favorable tanto a nivel psicoemocional como físico.

También se indica que quienes tienen mascotas establecen con ellas una relación responsable y afectuosa, viven más tiempo y con mejor calidad de vida.

Además, disminuyen el sentimiento de soledad, incrementan la autoestima y generan una estrecha relación en la que ambos intercambian cariño y emociones.

De allí, entonces, que aparezca, como trascendente considerar con amplitud de criterio la posibilidad de implementar, de acuerdo a la propuesta del concejal Matías Lera, una crematorio municipal de mascotas.

Esa práctica lleva varios años en distintas ciudades; incluso, en la Capital Federal: el Instituto Pasteur y la UBA lo hacen de manera gratuita.

Los veterinarios explican que existen dos opciones ante la muerte de una mascota: enterrarla o tirarla a la basura. Ninguna de las dos es recomendable, porque muchas mueren de infecciones que pueden contaminar lo que esté en contacto con ellos.

Conocida la propuesta de Lera, el titular de Veterinaria y Zoonosis del municipio, Roberto Giménez, la descartó por no considerarla prioritaria y aseguró que “no parece ser una urgencia”.

No deja de ser una opinión personal, atendible pero que no agota el tema.

Sin duda, en un país con once millones de mascotas, relevantes desde muchos aspectos, la posibilidad de adecuar o generar un tratamiento después de su muerte no parece ser un tema menor, y merece una consideración que exceda cualquier opinión puntual para atender el sentir general.