Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Menos aportes laborales, ¿más generación de empleos?

Las palabras del titular de Hacienda sobre la necesidad de bajar el costo laboral no salarial fueron bien recibidas, pero dudan de la capacidad para crear trabajo.
Fotos: archivo La Nueva.

    El flamante ministro de Hacienda lo hizo. Sentado, con las mangas de la camisa arremangadas por el tórrido verano porteño, disparó: “Vamos a bajar los impuestos al trabajo para generar más empleo”.

   Y si bien la mayoría de la comunidad de economistas mediáticos y empresarios recibió las declaraciones del funcionario con beneplácito, hay dudas: ¿es la rebaja de aportes el instrumento adecuado para crear trabajo? ¿o en realidad sólo una vigorosa recuperación económica permitirá resolver los problemas laborales de una parte no menor de la sociedad?.

     Para intentar aportar al debate, se recogieron opiniones de economistas académicos, referentes del mundo empresario bahiense y sindical.

Opiniones

    En primera instancia, desde el ala productiva bahiense, el titular del Consorcio de Gestión del Parque Industrial de Bahía Blanca, Raúl Carrete, fue taxativo: “bienvenida sea la idea de achicar la presión fiscal, pero si el ministro cree que eso bastará para crear empleo, se equivoca. Es más, el mismo funcionario que habla de bajar aportes, supuestamente para favorecer a las pymes, que son las grandes generadoras de trabajo argentino, es el que habla de abrir importaciones para bajar la inflación, una medida que las perjudica directamente. Y si la pyme no produce ¿va a contratar trabajadores sólo porque tiene que pagar menos aporte?”.

     Acotó que la industria local atraviesa por un fuerte parate, y consideró que la actual conducción económica tendría que concentrarse en “crear condiciones para que las empresas aumenten la producción. La rentabilidad no sólo mejora recortando gastos”.

     Paralelamente, el popular economista Matías Tombolini, reconocido por sus participaciones en varios medios masivos de la Capital, como Intratables o Animales Sueltos, celebró inicialmente la idea de Nicolás Dujovne no sólo de bajar los impuestos al trabajo, sino sus dichos acerca de la necesidad de encarar una reforma tributaria integral, algo reclamado por los profesionales de las Ciencias Económicas desde hace ya largo tiempo.

    “Yo estoy de acuerdo, es bueno avanzar en una reforma tributaria integral, bajar los impuestos al salario, reducir o eliminar el impuesto al cheque... Pero todo esto tiene que suceder en el contexto de una reforma fiscal más amplia, ya que la experiencia demuestra que no son cosas que se dan de un día para otro, porque si lo que se busca es generar menos presión fiscal, es necesario compensar con un aumento de la actividad económica para evitar agrandar todavía más el rojo”, opinó Tombolini.

    Pero aclaró: “por ahora no son más que declaraciones bienintencionadas de un nuevo funcionario a un grupo de periodistas amigos. Lo único concreto es que no se bajó ningún impuesto, todo lo contrario, porque lo primero que hicieron es quitarle a la gente el beneficio de la devolución del 5% para las compras con débito, sacándole a las familias 7.500 millones de pesos del bolsillo de una sola vez”.

La experiencia pasada

    La intención de bajar los impuestos al trabajo no es nueva. Ya en 1993, el entonces presidente Carlos Saúl Menem dispuso una rebaja de aportes patronales, la que fue interrumpida dos años más tarde, para ser reestablecida en enero de 1996.

    La iniciativa menemista perseguía, al igual que ahora, favorecer a la contratación de trabajadores en un contexto de alto desempleo, cuya tasa promedió los dos dígitos a lo largo de toda la etapa en la que el riojano ocupó la primera magistratura del país, tanto en Bahía Blanca como en el resto de la Argentina.

    Sin embargo, los resultados no fueron demasiado alentadores. Es que la tasa de desocupación en Bahía Blanca trepó desde el 20,5% de mayo de 1996 al 22% en octubre (meses después de que se implantara la rebaja de aportes) y, aunque un año más tarde cayó hasta el 13,4%, volvió a incrementarse tiempo después.

     De hecho, por aquellos años, en la ciudad apenas hubo tres períodos en los que se relevaba la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), por aquellos años semestral, en los cuales la tasa de paro se redujo por debajo de los dos dígitos: octubre del '90, octubre del '91 y mayo del '98, con un pico del 22% en octubre de 1996.

     La explicación, tal cual se desprende de un trabajo académico del economista especializado en temas laborales, Javier Lindemboim, descansaría en que el nivel de empleo es resultado de lo que ocurre en la economía en su conjunto: cuál es el ritmo de crecimiento, cuál es la estructura productiva, cuáles son las actividades que se expanden, cómo evoluciona la productividad, entre otros aspectos, más allá de las regulaciones y costos del trabajo.

    “Es claro que este tipo de iniciativas sólo ayuda si son parte de un plan económico más amplio. Y ahí es donde yo no veo demasiados avances.

     “Además, antes de salir a generar expectativas por los medios de comunicación, el Gobierno tendría que sentarse a dialogar con los representantes de los trabajadores, los empresarios, entre otros actores económicos, porque sino ¿qué viabilidad puede tener el anuncio?”, advirtió Tombolini.

    Precisamente, desde la delegación local de la CGT salieron a bajarle el pulgar a la idea del ministro.

     “Estamos totalmente en contra de este tipo de acciones que reflotan viejas ideas de flexibilización laboral, las que sólo perjudican a los trabajadores”, expresó Miguel Aolita, secretario general de la representación regional de la central obrera.

Volver a crecer

    Si bien el consenso de los analistas espera un rebote de la economía promediando el primer trimestre de este año, las dudas se concentran en si la magnitud de la tan esperda -como prometida- reactivación económica, será lo suficientemente importante como para recuperar los 92.355 trabajos registrados que se perdieron entre octubre de 2016 e igual mes de 2015 (último dato disponible) de acuerdo con el Ministerio de Trabajo de la Nación.

    Así, las miradas de los economistas se posan sobre la tasa de elasticidad empleo-producto, que mide la capacidad de reacción del empleo ante expansiones en el nivel de actividad.

    Con todo, según cálculos de especialistas, como el economista-jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Juan Luis Bour, por efecto de la tasa de elasticidad empleo-producto, que ronda el 0,30% (por cada punto que crece la economía, el empleo se expande en esa magnitud), cabría esperar que si la la economía crece 3 o hasta 4% (superando incluso las perspectivas de buena parte de las consultoras privadas) durante el corriente año, el empleo se expandería alrededor de un 1%.

    Con estas estimaciones, considerando una población ocupada de 11.477.000 personas, el aumento resultante del empleo se mantendría todavía lejos la meta oficial de crear 200.000 puestos de trabajo por año.

¿Y las pymes?

    Si de crecimiento económico y aumento del empleo se trata, no está de más recordar que las empresas de entre 10 y 200 empleados explican el 51% de los empleos en nuestro país, de acuerdo con el Observatorio Pyme.

    Más: datos del Instituto para el Estudio de la Realidad Latinoamericana (IERAL) señalan que si se agregan a las microempresas, el total de trabajo asalariado generado por el sector ascendería al 66%.

    Por ende, una estrategia que pretenda crear más empleos no debería dejarlas de lado, según advirtió Carrete.

    “Todos los proyectos de infraestructura que anunció el Gobierno hasta ahora, no ofrecen demasiada participación de las pymes.

    “Además, los funcionarios siguen concentrando su interés en la Capital: el megaproyecto de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento cuesta tanto como poner en marcha a todos los trenes del país, algo que beneficiaría mucho a la producción, a las cooperativas y también a las pymes”, se quejó el industrial local, para finalizar.